ENTREVISTA

Ainhoa Etxaide (LAB): “Intervenía yo en las reuniones y sin embargo, la respuesta se la daban a mi compañero”

Precursora al frente de una organización sindical de clase. Asumió la Secretaría General de LAB entre 2008 y 2016, cuando la presencia de mujeres era muy minoritaria. En 2017, cedió el testigo a Garbiñe Aranburu

Imagen de Ainhoa Etxaide, exsecretaria general de LAB

Ainhoa Extaide en una rueda de prensa en 2013 cuando era secretaria general de LAB. Ainhoa Etxaide. Kiloycuarto.

Ainhoa Etxaide (Hondarribia, 1972) ha sido pionera en el ascenso de la mujer al puesto de máxima responsabilidad en un sindicato de clase. Entre 2008 y 2016, fue secretaria general de LAB. En esta organización ha abierto camino. Y así, cuando llegó el momento de encontrarle un sucesor, se entendió que también tenía que ser una mujer, lo contrario significaría un paso atrás. Le sucedió en 2017 su compañera Garbiñe Aranburu. Hoy, este sindicato ha ido más allá y, desde 2022, es el único que cuenta con una responsabilidad compartida entre un hombre y una mujer en la dirección, con Aranburu e Igor Arroyo como coordinadores generales.

“He vivido muchas anécdotas como secretaria general de la organización cuando una mujer en un sindicato no era algo habitual. Por ejemplo, intervenía yo en las reuniones y sin embargo, la respuesta se la daban a mi compañero, que era mi adjunto”, reconoce a Artículo14 Ainhoa Extaide, una mujer hecha a sí misma que desde los 16 años compaginó los estudios con trabajo y que, sin embargo, en algunos momentos en sus inicios se sintió cuestionada por su trayectoria laboral. “Tenías que demostrar lo que para los hombres se daba por hecho, que conoces el funcionamiento de la organización a pesar de que hubieras estado años”, reconoce.

Su ascenso como secretaria general al frente de LAB fue realmente un proceso mucho más complejo de lo que pudo interpretarse en su momento. Una década antes, la organización emprendió un proceso de revisión y diseño de un plan estratégico para promover la incorporación de la mujer y de los jóvenes tras analizar por qué estos dos colectivos no estaban presentes. “Se excluía una realidad social, y si queríamos atraerla había que hacer una oferta real”, recuerda.

En 2004, los órganos de decisión de esta organización ya eran paritarios y hombres y mujeres tenían las mismas condiciones. “Mi nombramiento era un proceso pensado y organizado internamente”, explica. La respuesta fue su nombramiento: mujer y joven, pues ascendió a este cargo con 36 años.

Pero que estuviera estructurado no significa que fuera fácil. Fue más complicado fuera de la organización, en reuniones con terceros, que internamente dentro del sindicato. Aunque también en este entorno la falta de referentes dificultaba el día a día. Se acostumbró a tener que defender su cargo. “En una reunión internacional, al presentarme como secretaria general, se interpretó como la secretaria del compañero masculino que me acompañaba. En otra ocasión, como era la única mujer de toda la reunión, me plantearon una agenda externa diferente“, rememora.

Evolución

Extaide reconoce que estas situaciones son cosas del pasado. En el caso de LAB, se ha seguido un proceso continuado para dar paso a la mujer. Su primera iniciativa fue diseñar la estrategia para atraerla e incorporarla a la organización. Para ello, se buscaron perfiles femeninos y a la hora de la selección ante dos candidatos con las mismas cualidades, si había una mujer se apostaba por ella. Una vez sumado el talento femenino, el paso siguiente fue incentivar la participación de la mujer.

A continuación, se abordó el cambio de la cultura organizativa interna que seguía reproduciendo formas de actuar aprendidas muy masculinizadas heredadas del pasado. Se trabajaron entonces cuestiones como los turnos de palabra o los espacios donde estaban las mujeres. Temas de repartos de tareas, como la limpieza de los locales, que en las sedes locales, más pequeñas, con una dos personas, siempre recaía en la mujer. “No es suficiente que haya mujeres si las mujeres no van con una visión nueva y más ambiciosa”, subraya la exsecretaria general.

Una de las dificultades a las que se enfrenta quien asume el liderazgo de una organización es la alta dedicación personal. Una vez que Garbiñe Aranburu cogió el testigo, LAB abrió un nuevo debate interno sobre el modelo de militancia que se quería y cómo plantearlo para que, entre otras cosas, fuera más fácil la conciliación. Se apostó por un modelo menos personalista, un liderazgo más abierto y el resultado fue la transformación de la figura del secretario general en dos coordinadores generales y la exigencia de que uno de ellos sea mujer. Desde 2022, son Garbiñe Aranburu e Igor Arroyo quienes están al frente de esta nueva etapa, inédita en el mundo sindical español.

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