Todavía es habitual confundir a una mujer piloto con una azafata. A Fátima Ginard le ha pasado en un sinfín de ocasiones, pero no lo vive como una falta de respeto. “Es un sesgo que hay que luchar, pero no creo que el objetivo en ningún caso sea ofender”. Es cuestión de tiempo cambiar esa percepción. Fátima contribuye a esa transformación como piloto y como instructora de vuelo, donde la presencia femenina todavía es menor.
“Lo cierto es que cada vez somos más, los porcentajes suben año a año y creo que habrá muchas niñas de hoy que se decidirán por carreras más técnicas incluyendo la aviación en el futuro, pero todavía no han llegado. Al margen de los gustos personales de cada uno creo que las referentes, aunque existían, eran pocas no han sido históricamente tan accesibles como ahora. Los esfuerzos de varios grupos de mujeres por dar visibilidad a su trabajo y las redes sociales ayudan a que la comunicación entre esas niñas que necesitan mentoras y esas aviadoras que no quieren que sus sucesoras inicien sus pasos en la aviación sintiéndose solas se materialice. Creo que el cambio está sucediendo, pero ver los resultados requiere más tiempo”.

Muchas mujeres piloto, muy preparadas, declinan dedicarse a ser instructoras por miedo a no estar a la altura, atenazadas por el síndrome del impostor que está mucho menos arraigado en los hombres. El miedo a fracasar es un obstáculo que Fátima decidió saltar y ahora quiere que otras profesionales sigan el mismo camino. “A mayor diversidad, mayor riqueza. Estoy convencida de que hay diferencias entre los métodos y puntos de vista entre hombres y mujeres con respecto a la instrucción. No creo que unos sean mejores que los otros, pero si pueden ser complementarios y el resultado seguramente sea una instrucción más completa y mucho más efectiva para el alumno. Renunciar a una parte de la población y lo que te puede aportar lo que seguro no trae es ningún beneficio”.
Es un referente para las mujeres que no se atreven a dar el paso. “En la aviación según vas subiendo niveles vas encontrando menos representación femenina. En parte creo que, porque estamos en camino, hemos tenido predecesoras que han lidiado con batallas que ahora ya no se libran, comentarios y actitudes que ahora mismo serían faltas de respeto básicas y hace años quizá se percibían como algo con lo que había que convivir. Sin duda hemos avanzado mucho, pero hay determinados campos en los que todavía hacen falta pioneras y la instrucción dentro de las compañías aéreas creo que es una de ellas. Hay una parte que es responsabilidad de las que estamos en posición de llegar a estos puestos y es vencer el miedo al fracaso y el famoso síndrome del impostor. A nadie le gusta una negativa, pero eso no significa que haya que dejar de intentarlo, a veces ganas y otras aprendes. En cuanto al síndrome del impostor, lo ideal sería no tenerlo y confiar más en nuestras habilidades, pero esto no es algo que se elija y habrá que convivir con él y aprender a encontrar la comodidad en ser la única mujer de la sala”.

Un curso de vuelo a vela: el comienzo de todo
Cuando Fátima decidió dedicarse a la aviación era todavía una adolescente y no conocía referentes femeninos. “Podría haber estudiado cualquier cosa, pero quizá de lo que menos conocía y más me intrigaba era la aviación. Mi madre me empujó a hacer un curso de vuelo a vela con 16 años y con eso terminé de convencerme. Yo no conocía ningún referente cuando empecé. Sinceramente no fue algo que buscase tampoco, pero ahora sí que creo que me hubiera ayudado y hubiera sido muy motivador. Los referentes, aunque pocos, existían, pero no había esta facilidad de ahora para comunicarse y sí que a veces me he sentido sola rodeada de gente incomprendida ante algunos comentarios y actitudes. Como a cualquier cosa, te acostumbras y aprendes a manejarlo sola o a rodearte de gente que te aporte ese apoyo que a veces se necesita. Creo que en general las aviadoras nos hemos hecho muy duras probablemente por esa necesidad, en ocasiones, autoimpuesta de no poder fallar. Hoy en día sigo conociendo mujeres que para mí son referentes y huellas que me gustaría seguir y me resultaría muy injusto e innecesario que las alumnas de hoy se sintieran solas a lo largo de su carrera”.
“Los comentarios más dolorosos son de compañeros”
Ha tenido que sufrir comentarios machistas durante su trayectoria como piloto pero sobre todo desde dentro de la profesión, de otros compañeros. “Los comentarios han cambiado mucho desde que empecé hasta ahora. Hace bastante tiempo que la gente, aunque se sorprende por lo poco común que es vernos en una cabina, lo hace desde el orgullo. Han sido muy pocos y hace mucho tiempo, pero los comentarios más dolorosos son de compañeros o instructores, aunque ya no me imagino teniendo que justificar mi validez como piloto a un compañero en esta época. He intentado siempre gestionar estas situaciones con humor y humildad, no creo ser mejor que nadie ni sé más que nadie, pero honestamente doy lo mejor de mi cada día y estoy bastante segura de que disgustar al piloto que te va a llevar no es lo más inteligente”.
Para Fátima, la presencia de la mujer en la instrucción de vuelo es fundamental. “Aportamos distintos enfoques, distintas técnicas a la hora de enseñar, tenemos experiencias distintas como alumnas y copilotos que resultan en versiones distintas de instructoras y comandantes. Aportamos lo que falta para que la experiencia de los alumnos pueda ser completa. En el aspecto técnico y de conocimiento creo que somos iguales, cada uno con sus puntos fuertes y más débiles, pero en general bastante homogéneos. En aviación es muy típico que la instrucción se haga con muchos y distintos instructores, para dar al alumno ese conocimiento de la heterogeneidad de la flota y dotarle con resiliencia, con adaptabilidad y con el mayor conocimiento posible antes de soltarse, si renuncias a una instrucción mixta probablemente estés renunciando a la disparidad más grande que hay entre el cuerpo de pilotos. No será mala formación, será menos completa.”
Y envía un mensaje para todas aquellas jóvenes y niñas que estén planteando ser pilotos. “Que nos busquen si necesitan ese apoyo moral, que somos pocas y podemos tener una disparidad bárbara de opiniones, pero si en algo estamos de acuerdo es en que no queremos que ninguna compañera pase sufrimiento por sentirse sola o fuera de lugar”. Que el miedo no les impida volar alto.

