País Vasco

La joya artística del siglo XIX que casi nadie visita: una fortaleza neogótica de origen medieval escondida en un bosque centenario

El castillo de Butrón no es solo un monumento; es una evocación. Representa el sueño de una época que ahora puedes descubrir por tu cuenta

Castillo de Butrón - Sociedad
Una fotografía de archivo del castillo de Butrón
Turismo Accesible

En el corazón de Vizcaya, entre brumas matinales y sendas ocultas por la espesura de un bosque centenario, se alza una construcción que parece más fruto de un sueño romántico que de la realidad arquitectónica. Se trata del castillo de Butrón. Esta fortaleza, que conjuga la herencia medieval con un alarde neogótico del siglo XIX, permanece fuera del radar turístico habitual, como si su esencia estuviese destinada solo a quienes buscan lo secreto, lo olvidado, lo casi mágico.

El castillo de Butrón no solo es una rareza en el mapa del patrimonio español, sino también una lección de belleza, capricho y decadencia.

Su origen se remonta al siglo XI, cuando una casa-torre fue erigida por el linaje de los Butrón, una de las familias más poderosas del Señorío de Vizcaya. En plena era de luchas banderizas, aquellas construcciones servían tanto de refugio como de símbolo feudal. A medida que el conflicto se recrudecía, la fortaleza se adaptó para resistir y repeler ataques, alzándose sobre una pequeña colina rodeada de arboledas densas y protegida por la corriente del río Butrón, que le da nombre.

Pero, como ocurre con tantas huellas de la historia, llegó un tiempo de paz. Y la fortaleza entró en decadencia, víctima del abandono y del desinterés. Durante siglos, el castillo de Butrón fue poco más que una ruina envuelta en leyendas.

El sueño romántico de Francisco de Cubas

Todo cambió en el siglo XIX, cuando el marqués de Torrecilla, con una sensibilidad estética marcada por el gusto romántico y un deseo de devolver la grandeza a su legado familiar, encargó al arquitecto Francisco de Cubas una reconstrucción completa. Cubas, inspirado por los castillos bávaros y por la arquitectura medieval idealizada, no solo restauró la estructura original, sino que la transformó en una fantasía de piedra que nada tenía que envidiar a los castillos del Rin o del Loira.

El resultado fue una estructura altísima, plagada de torres almenadas, galerías voladizas, pasajes imposibles y elementos decorativos de una extravagancia sin medida. El castillo de Butrón dejó de ser una ruina medieval para convertirse en una obra de arte neogótica, única en su estilo en toda la península.

La joya artística del siglo XIX que casi nadie visita: una fortaleza neogótica de origen medieval escondida en un bosque centenario
Una imagen de archivo del Castillo de Butrón
Wikipedia

Sin embargo, la paradoja es evidente. Pese a su espectacularidad y su valor arquitectónico, el castillo de Butrón nunca llegó a consolidarse como una residencia habitable. Su diseño, concebido más para la contemplación que para la vida cotidiana, hizo que pronto volviera a caer en el olvido. A lo largo del siglo XX cambió varias veces de propietarios, fue cerrado al público, reabierto como atracción turística, vendido a grupos privados y, de nuevo, cerrado.

Hoy, aunque sigue siendo propiedad privada, el entorno que lo rodea puede visitarse libremente. Eso permite una experiencia silenciosa, introspectiva, lejos del bullicio y de las visitas guiadas. El castillo parece resistirse a convertirse en un producto turístico al uso. Prefiere mantenerse como un susurro entre los árboles.

Un castillo perdido entre árboles centenarios

El enclave natural en el que se encuentra no hace sino reforzar su carácter de leyenda. El castillo de Butrón se esconde dentro de un parque botánico que acoge especies exóticas llegadas de los cinco continentes, sembradas en su día como gesto de sofisticación por sus propietarios decimonónicos. Secuoyas, palmeras, robles centenarios y abedules conviven en un ecosistema cerrado, que confiere al castillo un aspecto casi onírico, como si hubiera emergido de un cuento de los hermanos Grimm.

Todo en su entorno —la niebla, la humedad, la sombra de las copas de los árboles— parece estar conspirando para que este lugar permanezca al margen del tiempo. Es uno de los pocos espacios en España donde el neogótico no remite a la reconstrucción de iglesias o edificios religiosos, sino a una utopía laica y melancólica.

La joya artística del siglo XIX que casi nadie visita: una fortaleza neogótica de origen medieval escondida en un bosque centenario
Una fotografía de archivo del Castillo de Butrón
Wikipedia

Y sin embargo, el castillo de Butrón apenas aparece en las rutas culturales más conocidas. No suele figurar en las listas de castillos que merece la pena visitar, ni forma parte de los grandes paquetes turísticos del norte peninsular. Quizás porque no está preparado para recibir multitudes. O tal vez porque su historia no tiene el gancho sangriento de otros castillos defensivos.

Pero lo cierto es que precisamente esa invisibilidad lo protege. La falta de visitantes convierte al castillo de Butrón en una experiencia íntima, casi mística. Una donde uno puede contemplar la arquitectura sin interrupciones, sentir el peso del pasado sin filtros y dejarse llevar por la imaginación sin necesidad de paneles informativos.

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