Durante años, la relación entre el príncipe Harry y su padre, el rey Carlos III, ha estado marcada por la distancia, el dolor y la polémica. Desde su salida oficial de la familia real británica en 2020, conocida como el “Megxit”, hasta la publicación del explosivo libro de memorias Spare, el hijo menor de Diana y Carlos ha emprendido un camino por fuera de la institución, lleno de declaraciones contundentes y gestos que parecían sellar un alejamiento definitivo. Sin embargo, algo ha empezado a cambiar.
El pasado 9 de julio, en un discreto pero significativo encuentro en el Royal Over-Seas League -un club privado de miembros junto a la residencia oficial de Carlos en Clarence House-, los asesores clave de ambas partes se sentaron por primera vez en mucho tiempo a explorar las posibilidades de un acercamiento.
Meredith Maines, ex ejecutiva de Google y actual directora de comunicación de Harry, viajó desde California para reunirse con Tobyn Andreae, secretario de prensa del rey, y con Liam Maguire, nuevo jefe de relaciones públicas de los Sussex en el Reino Unido.
Aunque no hubo agenda oficial, las fuentes citadas por medios como The Times y People coinciden en que el objetivo no era otro que romper el hielo y tantear un posible camino hacia la reconciliación. “Ambas partes tenían cosas que querían abordar”, declaró una fuente cercana al entorno real, confirmando que la cita fue planeada con mucha discreción pero con expectativas moderadas. El gesto, aunque pequeño, ha sido percibido por los observadores como un movimiento importante para restablecer canales de diálogo.
La reunión llega en un momento especialmente delicado para Harry, quien en mayo perdió la apelación contra el Gobierno británico por su derecho a recibir protección policial financiada por el erario durante sus visitas al Reino Unido. La batalla legal, muy pública y costosa, fue interpretada como otro frente abierto contra el establishment. Aun así, en declaraciones recientes, el príncipe dejó entrever un cambio de tono: “He perdonado a mi familia. La vida es preciosa y demasiado corta como para guardar rencores”, dijo en una entrevista con People.
Este acercamiento entre equipos podría ser la antesala de una futura reunión entre padre e hijo. Aunque desde 2020 han coincidido en contadas ocasiones -la más reciente, durante la breve visita de Harry tras el diagnóstico de cáncer del monarca-, nunca se ha producido un encuentro con valor simbólico público. Algunas fuentes apuntan a que el príncipe habría invitado a su padre a los Invictus Games 2027, que se celebrarán en Birmingham, como una posible oportunidad para reunirse en un entorno menos protocolario y más emocionalmente significativo.
Sin embargo, no todo el entorno familiar está alineado con este posible deshielo. El príncipe William, heredero al trono y hermano mayor de Harry, no participó en este encuentro entre asesores ni ha dado señales de querer reactivar la relación con su hermano. De hecho, fuentes cercanas al palacio citadas por The Daily Beast aseguran que William sigue profundamente dolido por el daño causado a la institución y a la familia, y que una reconciliación total sería “casi imposible en el corto plazo”.
Lo que parece claro es que esta reunión representa un cambio de actitud, al menos estratégico. Después de años de entrevistas incendiarias, libros reveladores y silencios ruidosos, abrir un canal formal permite albergar cierta esperanza. Puede que aún falte mucho para ver a Harry de vuelta en el balcón de Buckingham o participando en eventos oficiales, pero este tímido pero firme paso muestra que, en los Windsor, incluso los vínculos más rotos pueden encontrar una vía para repararse.
Ahora la pelota está en el tejado del propio rey. ¿Responderá con un gesto público al esfuerzo de su hijo? ¿Será esta cumbre el comienzo de una nueva etapa? En una familia donde la tradición y la imagen pesan más que las palabras, cada gesto, por pequeño que parezca, puede significar mucho.