Cuando Coco Chanel regresó a la moda, allá por el año 1954, lo hizo con una idea clara: combatir la silueta que había impuesto el New Look de Dior. El diseñador francés, de la mano del multimillonario Marcel Boussac, había conquistado París con unas nuevas formas que devolvieron la alegría a la ciudad de la luz, pero, a la vez, había traído las modas decimonónicas que imponían amplias faldas y cinturas estrechas. “Adiós a la comodidad conquistada”, pensó Chanel al ver el éxito que tuvieron las propuestas de Dior.
Desde entonces, la maison parisina ha sido uno de los símbolos por excelencia de la feminidad absoluta. Ya fuera Yves Saint Laurent, Marcel Boussac, Gianfranco Ferre, John Galliano o Raf Simons, los directores creativos que sucedieron al fundador, la esencia de la casa siempre se vinculó con las bellas mujeres flor, la elegancia y el chic francés por antonomasia. Pero entonces, en junio de 2016, llegó a la sede de la compañía Maria Grazia Chiuri, una italiana que venía de Valentino y que tenía claro que el espíritu de Dior podía tener muchas más lecturas. Así es como rápidamente, con una camiseta de algodón donde se podía leer la frase de Chimamanda Ngozi “We should all be feminists” (“Todos deberíamos de ser feministas”), algo cambió en el corazón de Dior. Ver a Chiara Ferragni, por ejemplo, envuelta en los delicados tules de las faldas que proponía Chiuri, pero a la vez reivindicando los derechos de la mujer demostró que algo se empezaba a mover en la moda.
Ese es un camino por el que ha ido transitando en los últimos años la casa francesa y ahora parece que empieza a dar sus frutos más notables. Porque, hoy en día podríamos ya afirmar que si el diablo viste de Prada, el poder viste de Dior. Y solo falta echar un vistazo a las últimas apariciones públicas que hemos visto de algunas de las mujeres más influyentes del planeta para darnos cuenta de esto.
Como por arte de magia, las royals europeas han decidido vestir de la firma en sus visitas a Francia. La primera a la que le podemos atribuir el inicio de esta nueva tradición es la reina Camila. El año pasado deslumbró a todo el mundo luciendo un diseño de alta costura de la casa en su visita al Palacio de Versalles. Se trataba de un vestido capa en un elegantísima azul noche que iba a juego con su impresionante collar de zafiros.
Esto podría haber quedado en una anécdota sino fuera porque, unos meses después, la reina Letizia repitió estrategia. Este verano, en el encuentro con los deportistas olímpicos en París, la pudimos ver con otro diseño de la colección de costura en el que llamaban la atención el impresionante trabajo de bordado que tenía tanto el cuerpo como la falda. Otra vez Dior se emparejaba con una mujer con poder, personalidad y muy vinculada con las causas sociales. Y si no fuera bastante con esto, en las últimas semanas ha vuelto a repetir esta estrategia, vinculándose como nunca antes lo habían hecho con más royals. Matilde de Bélgica ha sido la última en apuntarse a esta tendencia. En su visita de Estado a Francia, el pasado octubre, apareció con un total look en color rojo al que no le faltaba detalle. Hasta lució el bolso Lady Dior, uno de los iconos de la casa. Vestir a celebrities está bien, pero conseguir colocar un diseño a una reina es todavía mejor… y Dior ya lleva tres en menos de un año.
A esto, además, hay que sumar las apariciones de Beatrice Borromeo, esposa de Pierre Casiraghi, esta semana en Mónaco, donde la hemos visto defender con mucho estilo el New Look de la firma. Es decir, esa silueta contra la que quiso luchar Chanel se ha transformado ahora en un emblema de las mujeres de poder.
¿Y quién tiene más poder que la futura inquilina de la Casa Blanca? Sí, hasta la mismísima Melania Trump ha entendido el giro feminista que ha tenido la maison francesa. Sabe que hoy en día vestir Dior quiere decir defender los postulados feministas, luchar por la igualdad y ser consciente de un legado histórico de una casa con más de siete décadas de trayectoria. Y si en su primera etapa como primera dama prefirió permanecer en un segundo plano, este nuevo guardarropa que está luciendo nos envía el mensaje de una mujer empoderada que busca crear un estilo propio los próximos cuatro años.
En su boda con Donald Trump, en febrero de 2005, lució un exagerado diseño de John Galliano para Dior que costó más de 100.000 dólares. Durante el mandato de su marido, la pudimos ver en varias ocasiones con diseños de la casa, pero fue muy significativo que, hace unas semanas, el día de la votación y tras conocerse la victoria del republicano, Melania apareciera vestida por la misma firma. Es más, sobre el escenario, aplaudiendo las palabras de agradecimiento a los votantes, lució un total look de la casa, en un discreto y elegante gris, formado por chaqueta y falda larga.
Esa propuesta recordaban al famoso titular “Adiós a las piernas de la Dietrich” que publicó la prensa en 1947 cuando, tras la primera presentación de Dior, la mismísima Marlene Dietrich encargó varios trajes. Tal fue la obsesión de la actriz que, cuando Alfred Hitchcock quiso que participara en una película, ella le mandó una nota con solo una petición: “No Dior, no Dietrich”. Quién sabe si ahora esa frase se ha tornado en “No Dior, no power”.