En primera línea, junto a los 32 aliados de la OTAN y su esposo, el rey Guillermo Alejandro, la imagen que ha dejado la reina Máxima de los Países Bajos en la cumbre celebrada en La Haya era la de una mujer que podría dominar el mundo. No solo porque se vistiese para ello, con un espectacular mono de seda suave verde lima y diamantes, sino porque transmitió la confianza en sí misma suficiente para conseguir lo que desee.
Está llena de vida y volvió a dar ejemplo de ello en el Salón Naranja del Palacio Huis ten Bosch, donde los monarcas neerlandeses ejercieron como anfitriones de los jefes de Estado y Gobierno presentes en la cita diplomática. Frente al sobrio código de vestimenta, que dictaba traje de tonalidad oscura para el hombre y estilismo serio para la mujer, ella estrenó un diseño de la firma belga Natan que era pura expresión de su personalidad y estilizaba su figura gracias al escote en V, corte en la cintura, el pantalón palazzo y las mangas de murciélago que crean la ilusión de capa integrada con cada movimiento.
Con esta prenda versátil logró un resultado elegante, sofisticado y lleno de estilo que elevó con la impresionante garceta de diamantes compuesta por doce ramitas que la reina Emma recibió como regalo de bodas en 1879. Máxima la ha lucido otras veces como adorno en la cabeza, pero en esta ocasión lo hizo sobre el hombro izquierdo a modo de broche. En la muñeca, un toque más de distinción: la pulsera de las Indias Orientales Holandesas, un impresionante brazalete de 1700 diamantes engastado en La Haya que recibió la princesa Juliana de los Países Bajos en 1937 como regalo de bodas. Con su presencia, habló un lenguaje universal que trascendía las nacionalidades de los mandatarios allí reunidos.
En la cumbre de la OTAN ha dejado claro que nadie puede resistirse a su carisma. Como ya es habitual tanto en los eventos internacionales como en otros más discretos, dio ejemplo de su buen humor. “Soy latina y siempre lo seré”, confesó antes de su boda con el heredero Guillermo Alejandro, a principios de 2002. Y lo cumple.

No ha tenido una vida de ensueño, pero cada episodio ha sido fundamental para construir su identidad y su arrolladora personalidad. Desde que se coronó como reina regente, ha ido definiendo un estilo muy peculiar y exuberante. Es elegante, natural, de carácter cálido e irradia alegría. Para los monarcas, que en la cena de gala estuvieron acompañados de su hija Amalia, este es uno de los mayores retos protocolarios. Por primera vez en su historia, la OTAN celebraba su cumbre en los Países Bajos.
También ha sido la primera vez que un presidente estadounidense pasa la noche en el palacio de Huis ten Bosch como invitado. Durante su estancia, Donald Trump, que acudió sin su esposa Melania, protagonizó uno de los momentos más tensos de la visita. En la sesión de fotos, el líder republicano forzó la sonrisa exageradamente dejando clara su intención de mostrarse simpático ante los reporteros. El gesto no pasó desapercibido para la reina Máxima y, sin perder su sentido del humor, se giró hacia los periodistas con un movimiento de labios que imitaba la mueca de Trump. Frente a un hombre desafiante, una mujer capaz de romper cualquier convención.
En las redes sociales, hubo interpretaciones para todos los gustos, pero, sin duda, la reina se ganó un veredicto favorable: “Conozco bien a nuestra reina, especialmente su comportamiento con la alta sociedad y los líderes del gobierno… Su expresión es juguetona, no burlona”, escribió un internauta. “¡Dios mío, me encanta!”, replicó un admirador. “Ahora es mi reina…”, continuó otro.
También en sus encuentros con las primeras damas y las esposas de políticos, donde la costumbre es someterlas a un severo escrutinio, la reina Máxima ha brillado estos días de cumbre. Se mostró especialmente cómplice con Brigitte Macron, que lució un hermoso vestido largo azul marino, ceñido a la cintura y realzado por un cinturón. Aunque son diferentes, ambas mujeres comparten un gusto muy refinado, un estilo siempre impecable y una personalidad muy cálida, lo que genera una fuerte conexión entre ellas.
Por carisma, inteligencia, preparación, cercanía, elegancia o porque no le importa romper los convencionalismos, Máxima de los Países Bajos volvió a dar razones para seguir siendo una de las royals más queridas de Europa.