Generación conectada Phil González
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Influencers Virtuales: ¿Fama, Negocio o Vidas Paralelas?

Una encuesta de Morning Consult reveló recientemente que el 57% de los jóvenes de la Generación Z querría ser influencer. En menos de diez años, el marketing de influencia revolucionó el mundo de la comunicación, del marketing y de la empresa. Significó también un gran cambio social y una democratización de la fama, transformando a personas anónimas en celebridades que presentan hoy shows televisivos tan icónicos como las campanadas.

Los influencers son unos verdaderos referentes, crean tendencias e influyen diariamente en cualquiera de nuestras decisiones de compra. Desde elegir una crema anti-aging a nuestras próximas vacaciones, son como faros en la navegación por los mares virtuales. Además, conectan hábilmente marcas y productos con sus potenciales clientes, a través de unas narrativas genuinas y potentes.

Sin embargo, podríamos estar en el inicio de una nueva era, la del influencer virtual que inspira, pero nunca expira. Un campo donde la Inteligencia Artificial (IA) revolucionará también todo lo que se daba: entretenimiento, negocios y estilo de vida. Podría abrir también un importante debate sobre los efectos psicológicos de la errónea percepción de un mundo tan perfecto e intachable.

¿Qué Son Los Influencers Virtuales?

Creados con tecnologías avanzadas y videos hiperrealistas, los influencers virtuales van integrándose sibilinamente en nuestras vidas diarias. Generan gran expectación al compartir todo tipo de contenidos, en cualquier situación y a cualquier hora. Podrían representar pronto, una nueva forma de entretenimiento, de vivir una vida paralela, recibir ingresos pasivos y convertirse en un innovador modelo de negocio.

Aunque parezca futurista, el concepto lleva ya algo más de una década. Nacida en Japón, donde nacen el sol y mucha vanguardia, la cantante Hatsune Miku fue el primer icono pop virtual de la cultura nipona. De edad inamovible, dio pronto el salto a la fama. Tiene el pelo de color turquesa y ha participado en giras, apareciendo en escenarios bajo la forma de un holograma.

Estados Unidos tiene también su propia réplica con Lil Miquela, una joven de estética “híbrida” creada por una startup americana. Con rasgos recordando una Bjork posmoderna, acumula hoy dos millones y medio de seguidores, superando a la propia artista islandesa. Lil llamó la atención de grandes marcas y hasta colaboró con Calvin Klein o Prada. Con alma solidaria, participa habitualmente en eventos caritativos, otorgándole una imagen de persona entrañable y humanitaria.

Otro ejemplo más cercano es el del rostro (y cuerpo) perfecto de Aitana, la primera influencer virtual española (con todo el respeto por La Vecina Rubia). Aitana no solamente atrae un público variopinto, sino que comparte también una vida ajetreada e inspiradora. El año pasado participó en una campaña de Llongueras y salió en las mismísimas pantallas de Time Square, en la Gran Manzana. Su vida es cuidadosamente guionizada por una agencia de Barcelona y despierta fascinación entre su audiencia. Me imagino que muchos se habrán enamorado de esta atractiva catalana, sin saber que no tiene casa, ni corazón que lata.

Crear Tu Propio Influencer A Medida

Sin lugar a duda, estos tres ejemplos han allanado el camino a esta nueva era. De la profesionalización a la democratización de esta nueva tendencia, solo hay un paso y es la vulgarización de la herramienta. La revolución de los influencers virtuales podría no quedarse únicamente en manos de grandes corporaciones, ya que surgen cada vez más plataformas para diseñar nuestros propios avatares. APOB.ai es una de esas empresas tecnológicas y ofrece servicios de generación de personajes ficticios y diseñados a medida.

Usar dicha plataforma es fácil y relativamente barato, el plan básico cuesta mensualmente menos de 5 euros, una fórmula que podría convertirla en una viral tendencia. Seleccionaremos un género, una edad y un tipo de estética y tendremos diseñada nuestra musa definitiva. Se podrán luego elegir hobbies, centros de intereses y hasta el tipo de comportamientos en redes para verla moverse como si de un personaje real se tratase. Que no nos convence su tez en invierno, no será necesario hacerla volar hasta el trópico. Bastará con cambiar algún parámetro y aplicar a nuestro avatar, un lindo moreno. Podremos también ir constantemente renovando su vestuario, salir de marcha adaptando su look, y eso sin desembolsar nada, ni rellenar nuestro armario. De aquí a vivir emocionalmente, y a través de ella, una lujosa vida paralela en el Metaverso, estamos cada vez más cerca.

APOB.ai es también una herramienta capaz de ofrecer estadísticas y optimizar campañas publicitarias. Será especialmente útil para pequeñas empresas deseando explorar los campos del marketing de influencia sin depender de auténticas figuras humanas. Para los que decidan crear su propio influencer virtual, les ofrecerá un control sobre sus mensajes, eliminando los riesgos asociados a controversias personales. Tampoco significa que crear una sólida comunidad online y conseguir miles de seguidores, será un camino de rosas. Conllevará, como con cualquier otra cuenta, mucha dedicación, creatividad y constancia.

Los límites de la “Influencia Artificial”

En cada país, el negocio de la influencia va estrechamente ligado a la actividad económica. Representaría hoy más de treinta y cinco mil millones de dólares en todo el mundo y, por supuesto, llama la atención del fisco. De hecho, la Hacienda Española tuvo que adaptar recientemente su normativa  y tendrá probablemente que seguir ajustando sus requisitos a estos perfiles de contribuyentes “escurridizos”.

Estos personajes, aunque debidamente controlados, podrían también tener muchos otros tipos de efectos. En primer lugar, la falta de autenticidad podría generar cierto rechazo, especialmente entre aquellos que valoramos lo genuino. Plantearía también ciertas preocupaciones sobre la publicidad engañosa, ya que los usuarios podrían no ser tan conscientes de que estén interactuando con un personaje o situación ficticia.

De alguna forma, podrían contribuir a deshumanizar nuestra comunicación en redes, dejando nuestros valores y relaciones más personales, en mano de avatares. Por fin, la dependencia actual a filtros de belleza y herramientas de ediciones se vería también potenciada por estas nuevas figuras de aspectos impecables.

Las redes sociales narran hoy un mundo ideal donde la perfección resulta tan inalcanzable, que ya parece que nadie, nunca, conseguirá lograrla. Estos nuevos personajes virtuales, para quienes no pasaría nunca el tiempo, vivirían sin arrugas, celulitis o engordamiento y potenciarían aún más los problemas de una juventud entera, y su autoestima últimamente bastante maltratada.

A medida que estos influencers virtuales ganen terreno, será fundamental equilibrar un ritmo de innovación desenfrenado con un uso adecuado, construyendo un entorno digital que anime e inspire, pero nunca en contra de la autenticidad y del respeto a la ética.

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