Brujas, piratas y playas infinitas: el pasado oscuro del pueblo pesquero con vistas a las Islas Cíes

Entre mitos, asaltos marítimos y una belleza natural que corta la respiración, Cangas de Morrazo esconde un pasado turbulento que pocos conocen

Cangas de Morrazo.

A orillas de la ría de Vigo, con las Islas Cíes recortando el horizonte, Cangas de Morrazo es hoy un idílico destino veraniego. Sus más de 30 playas de arena blanca y aguas cristalinas, su ambiente marinero y su gastronomía basada en el mar la han convertido en una joya gallega codiciada por turistas.

Sin embargo, pocos imaginan que este tranquilo pueblo esconde un pasado lleno de oscuridad, supersticiones y violencia.

Un puerto marcado por la brujería

En el siglo XVII, Cangas no era precisamente un remanso de paz. Las leyendas sobre meigas y brujas que habitaban los montes y aldeas cercanas eran parte del imaginario colectivo. Según los archivos históricos del municipio, algunas mujeres fueron acusadas de practicar brujería y curanderismo, una práctica perseguida por la Inquisición en la región. Las sospechas caían especialmente sobre aquellas que vivían solas, asistían a partos o preparaban remedios herbales.

Estas historias han sobrevivido en la tradición oral, y aún hoy se pueden escuchar relatos sobre mujeres capaces de invocar tormentas o hablar con los muertos. De hecho, el término “terra de meigas” no es casual en Galicia, y Cangas contribuyó a forjar esa fama. Algunas rutas turísticas actuales incorporan paradas en antiguos caminos rurales y fuentes “milagrosas” que, según la leyenda, eran utilizadas en rituales paganos.

@jorgemcphail

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Piratas en la ría

Pero si algo marcó profundamente a Cangas fue su vulnerabilidad ante los ataques piratas. La ría de Vigo era uno de los accesos más codiciados por corsarios, especialmente en los siglos XVI y XVII. Ingleses, franceses e incluso piratas del norte de África asolaban las costas gallegas en busca de botines fáciles, alimentos y esclavos.

Cangas, con su situación estratégica y su puerto pesquero, fue víctima de múltiples incursiones. Una de las más recordadas es el ataque de 1617, en el que una escuadra de piratas turcos desembarcó y arrasó el núcleo urbano, saqueando viviendas, incendiando la iglesia y capturando a varios vecinos. Según documentos del archivo parroquial, los habitantes huyeron hacia los montes, abandonando todo tras de sí. Este episodio marcó a fuego la memoria colectiva del municipio y reforzó su carácter resiliente.

Una costa con historia y cicatrices

Además de estos episodios de violencia, Cangas también vivió momentos de tensión durante la Guerra de Sucesión y las incursiones napoleónicas. La costa estaba fortificada con pequeñas baterías defensivas —de las que hoy quedan restos en zonas como Cabo Home— para vigilar el acceso a la ría y proteger las rutas comerciales.

@rita0santos

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Con el paso de los siglos, el pueblo fue reconstruyendo su identidad, siempre ligada al mar. La pesca, especialmente del marisco y el pulpo, se convirtió en motor económico y cultural. Todavía hoy, Cangas conserva su lonja y una importante flota pesquera.

Del miedo al paraíso

Hoy en día, nada hace presagiar el pasado tormentoso del lugar. Las playas de Melide, Nerga o Barra —esta última, nudista y rodeada de un pinar que parece sacado de una postal— se llenan cada verano de familias, mochileros y amantes de la naturaleza. Las vistas a las Islas Cíes desde la costa son inmejorables, y el casco histórico, con sus casas marineras y bares de tapas, invita al paseo tranquilo y al disfrute.

Aun así, el alma de Cangas sigue marcada por su historia. En sus fiestas patronales, como la del Carmen o el Cristo de la Victoria, todavía resuena un eco antiguo que recuerda tiempos de lucha, resistencia y misterio.

Cangas de Morrazo es mucho más que playas. Es un pueblo que ha sabido transformarse sin renunciar a sus raíces. Bajo su apariencia serena se esconde un relato de supervivencia, magia y mar, que la convierte en uno de los rincones más fascinantes de Galicia.

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