Tres décadas en el foco mediático y aún así Jennifer Aniston ha logrado algo extraordinario: mantener una imagen pública impecable, alejada del escándalo y siempre ligada al equilibrio.
La actriz, que saltó a la fama como Rachel Green en Friends y que ha sabido reinventarse en la televisión y el cine, siempre se ha caracterizado por su discreción en su vida sentimental. Aunque no lo ha confirmado, y de ser cierto tampoco lo hará, este verano, su corazón podría estar escribiendo un nuevo capítulo, y no en Los Ángeles, sino en las costas de Mallorca.
La prensa internacional lleva días especulando sobre el hombre con el que Aniston ha sido fotografiada en actitud relajada y cómplice. Se trata de Jim Curtis, un coach transformacional y terapeuta emocional que ha ganado notoriedad en redes sociales por sus mensajes de sanación, amor propio y relaciones conscientes.
Curtis, que cuenta con más de medio millón de seguidores, ha construido una carrera fuera del circuito hollywoodense, basada en libros de autoayuda, talleres de hipnosis emocional y sesiones de coaching para quienes buscan soltar viejas heridas. Y al parecer, la actriz no solo lo ha seguido profesionalmente, sino también de manera muy personal.
Los rumores comenzaron hace unos meses, cuando la actriz comenzó a interactuar frecuentemente con las publicaciones de Curtis en Instagram, comentando afirmaciones sobre amor sano y liberación emocional.
Poco después, se dejaron ver saliendo de un exclusivo hotel en Big Sur, California. Pero fue en Mallorca, durante una reciente escapada en yate, donde las sospechas se intensificaron. Allí, la actriz le habría presentado a su círculo íntimo, incluyendo al actor Jason Bateman y su esposa Amanda Anka.
Curtis, lejos del estereotipo de galán de Hollywood, representa una figura atípica en la vida de Aniston. Su enfoque de vida está anclado en la introspección, la espiritualidad y la reprogramación emocional. Es el autor del libro Shift: Quantum Manifestation Guide, que enseña a sus lectores a manifestar nuevas realidades afectivas a través de la conciencia. Jennifer, según diversas fuentes, lo ha leído y ha trabajado con Curtis para superar miedos que arrastra desde hace años, como su temor a volar. La relación, así, podría haber nacido primero desde la admiración profesional y la conexión emocional, antes de transformarse en algo más íntimo.
Aunque ninguno de los dos ha confirmado oficialmente una relación, el lenguaje corporal, la cercanía en público y el tipo de interacciones que comparten han encendido todas las alertas del universo celebrity. Y en una era donde las parejas ya no se presentan en alfombras rojas, sino en historias de Instagram, los indicios son más que suficientes para pensar que Aniston está explorando un vínculo especial con alguien muy alejado del perfil de sus antiguas parejas.
En un momento en que Hollywood comienza a hablar más abiertamente de salud mental, autocuidado y relaciones conscientes, la posibilidad de que Jennifer Aniston esté enamorada de un “gurú emocional” no solo suena creíble, sino completamente alineada con su evolución personal. Después de años navegando entre romances y la presión constante de los medios, esta relación -aún sin etiquetas- se presenta como un soplo de aire fresco.