'ROYALS'

La princesa Ana rompe su silencio sobre el accidente que le causó pérdida de memoria

Ni la memoria perdida ni el peso del deber logran doblegar a la mujer que encarna, sin quererlo, el espíritu más estoico de la monarquía

La princesa Ana es, a sus 74 años, el miembro más activo de la Familia Real Británica / EFE

La princesa Ana siempre ha sido un enigma en medio del estruendo mediático de la familia real británica, una figura de hierro que prefiere las botas embarradas y el trote de un caballo a las galas estridentes de Buckingham. Su vida, lejos de la parafernalia, ha transcurrido como una postal de otro tiempo: campo, animales, y una jornada laboral que a menudo parece diseñada por un enemigo. Por eso, cuando la noticia de su accidente llegó, fue como un golpe seco: no porque alguien como ella no pudiera caerse, sino porque siempre parecía demasiado fuerte para no levantarse al instante.

Ocurrió en junio de 2024, en Gatcombe Park, su refugio en Gloucestershire. Una mañana cualquiera, en una rutina que se ha convertido en su salvavidas emocional: cuidar de las gallinas antes de enfrentarse al peso de sus deberes reales, Ana se dirigía al gallinero cuando algo, tal vez el azar o la furia de un caballo malhumorado, la derribó.

Nadie sabe exactamente qué sucedió, ni siquiera ella. “No tengo memoria de lo que pasó”, confesó hace poco en una reciente entrevista durante su visita a Sudáfrica. La incertidumbre no es algo que encaje con la princesa Ana, tan acostumbrada a tenerlo todo bajo control. Sin embargo, este accidente la dejó con una conmoción cerebral que la obligó a pasar cinco días hospitalizada. Cinco días que, en una agenda como la suya, son una eternidad.

La Familia Real Británica / EFE

Los médicos especulan: quizá un golpe del animal, quizá una caída. Pero la verdad se esconde en la misma bruma que envuelve a Gatcombe Park en las mañanas de invierno. Ana, práctica como siempre, no se obsesiona con desentrañarla. En cambio, ha asumido el accidente como una lección que no buscaba pero que, en su imperturbable sentido del deber, no desprecia. “Esto te recuerda que nunca sabes lo que puede pasar. Toma cada día como venga”, dijo, con esa mezcla de pragmatismo y filosofía rural que la define. No es una frase grandilocuente; es la expresión más sencilla de una verdad que Ana comprende mejor que muchos de nosotros.

El incidente no ha frenado su ritmo. A sus 74 años, es el miembro más trabajador de la familia real. En 2024 asistió a 271 actos oficiales, batiendo por cuarto año consecutivo a sus familiares más jóvenes y, en teoría, más enérgicos. Su agenda es un testamento de disciplina y resistencia.

Pero detrás de esa cifra hay algo más que diligencia: hay una mujer que no sabe cómo, ni quiere, parar. En la misma entrevista dejó claro que la palabra “jubilación” no figura en su vocabulario.

Mientras tanto, su mirada también se posa en las grietas de su entorno. Se preocupa por su hermano, el rey Carlos III, y por Kate Middleton, con problemas de salud que pesan tanto como sus coronas. Aunque fiel a su carácter, no dramatiza. Simplemente sigue adelante, cumpliendo su papel como el engranaje más fiable del complejo reloj real.

Hay algo profundamente británico en esta actitud, algo que resuena con la idea de que el deber siempre va primero, incluso cuando la memoria de un golpe te falla y te quedas en blanco frente a tu propio accidente.

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