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Un acuerdo prenupcial “blindado” protege la fortuna de Bezos antes del “sí quiero”

Jeff Bezos y Lauren Sánchez ya están casados en Estados Unidos, según documentos legales filtrados

Jeff Bezos y Lauren Sánchez llegan a su preboda. Fotografía: EFE

Venecia. Junio de 2025. El cielo sobre la laguna parece pintado con pinceles dorados mientras una sinfonía de fuegos artificiales estalla sobre un barco de ensueño. En la cubierta, Jeff Bezos y Lauren Sánchez se abrazan bajo los destellos, rodeados de estrellas de Hollywood, diseños de alta costura y un murmullo de admiración.

Parece una escena sacada de un cuento futurista sobre el amor, el dinero y la celebridad. Pero en realidad, el matrimonio ya había comenzado en otro escenario: un despacho de Florida.

Según documentos revelados por Page Six y The Daily Beast, la pareja había formalizado legalmente su unión semanas antes de la fastuosa celebración. Con fecha, firma y, sobre todo, un acuerdo prenupcial meticulosamente detallado. Porque en la vida de uno de los hombres más ricos del planeta, el amor se celebra con corazón… pero se negocia con cabeza.

El contrato prenupcial no es un gesto frío: es un gesto aprendido. Bezos ya conoció el impacto económico del amor mal cerrado: su divorcio de MacKenzie Scott en 2019 le costó el 25% de sus acciones en Amazon. Esta vez, con Lauren Sánchez, la estrategia es otra. Fuentes cercanas aseguran que el acuerdo blinda los activos clave: desde Blue Origin hasta The Washington Post, pasando por las participaciones en Amazon, las propiedades y futuras rentabilidades.

La pareja, estos días en Venecia, de celebración en el día previo a su enlace matrimonial. Fotografía: EFE

Bezos protege sus activos clave con un acuerdo prenupcial previo a la boda

El amor, en este caso, no se mide por lo que se da, sino por lo que se protege. Pero eso no resta un ápice de verdad al vínculo. Sánchez y Bezos llevan cinco años juntos, consolidando una relación que ha pasado de ser un escándalo mediático a una pareja influyente, magnética, que domina tanto los negocios como los titulares de sociedad. La celebración en Venecia no fue una postal caprichosa: fue la puesta en escena de una historia perfectamente orquestada.

Lauren lució un vestido de alta costura de Schiaparelli, una pieza espectacular en metal y sedas, mezcla de arquitectura y deseo. Con escote joya y silueta escultural, el diseño hablaba del tipo de novia que no espera a ser salvada, sino que conduce el yate. El vestido se convirtió en un manifiesto: de poder, de estilo y de intención.

La lista de invitados era un índice de éxito global: Tom Cruise, Oprah Winfrey, Anna Wintour. Todos en el mismo barco, literalmente. Un crucero por la ciudad más teatral del mundo para celebrar el amor de una pareja que vive entre jets privados y proyectos aeroespaciales. Pero, entre la teatralidad, había también ternura. Sánchez, visiblemente emocionada, se refugiaba en el hombro de Bezos. Y él, ese magnate a veces rígido, parecía levitar.

¿Es posible amar cuando se tienen 190.000 millones de razones para desconfiar? Quizás. Pero Bezos y Sánchez parecen haber hallado una respuesta. Su historia no es la de una princesa y un inventor. Es la de dos adultos que negocian, planean, sienten, construyen. Y lo hacen sin complejos.

Ahora que el papel está firmado y el vestido ya es historia de la moda, lo que queda es el día a día. Los viajes, los negocios compartidos, los hijos de matrimonios anteriores, los proyectos conjuntos. El amor no está en el contrato. Pero, como todo en sus vidas, ha sido cuidadosamente considerado.

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