Un año después de asumir el cargo el 1 de diciembre de 2024, la segunda Comisión Europea de Ursula von der Leyen ya navega por un panorama definido por la confrontación geopolítica y la creciente fragmentación política dentro de la Unión Europea. La Comisión arrancó su mandato con un compromiso claro: hacer que Europa sea más independiente, más competitiva y más segura en un mundo cada vez más conflictivo y hostil.
A lo largo de su primer año, la Comisión ha impulsado la reforma económica, la cooperación en materia de defensa y la resiliencia democrática, al tiempo que ha tenido que hacer frente a las crecientes críticas de todo el espectro político.

Las cifras económicas dieron a la Comisión motivos para el optimismo. Se prevé que las economías de la UE y de la zona del euro crezcan un 1,4% y un 1,3% respectivamente en 2025, desafiando las expectativas, mientras que el desempleo ha alcanzado mínimos históricos. El programa insignia de recuperación, NextGenerationEU, siguió respaldando ese impulso: a finales de 2025, se habían desembolsado 371.500 millones de euros -el 58% del total comprometido– a los Estados miembros en subvenciones y préstamos.
La Comisión también amplió sus asociaciones comerciales para crear más oportunidades para las empresas europeas de todos los tamaños, al tiempo que apoyó a los europeos en el desarrollo de nuevas competencias, el impulso de la resiliencia social y el refuerzo de las estructuras democráticas.
Una agenda de seguridad marcada por la guerra
La guerra que Rusia sigue librando contra Ucrania ha mantenido la defensa y la seguridad en lo más alto de la agenda de la Comisión. En un tiempo récord, la UE adoptó el instrumento SAFE, un programa de 150.000 millones de euros para la adquisición conjunta de material de defensa “para comprar con, desde y para Ucrania”. La iniciativa tuvo una acogida inmediata, y diecinueve Estados miembros solicitaron financiación.

Esto se complementó con nuevas asociaciones de seguridad y defensa celebradas con Canadá y Reino Unido, y con las negociaciones en curso con Australia e Islandia. Otro instrumento, el Programa Europeo de la Industria de Defensa, ya acordado por los colegisladores, canalizará 1.500 millones de euros adicionales para reforzar las industrias de defensa tanto de la UE como de Ucrania.
A nivel interno, la Comisión impulsó su “Estrategia de la Unión para la Preparación”, destinada a dotar a las sociedades de los medios necesarios para resistir futuras crisis. Se elaboraron propuestas legislativas, como la Ley de Medicamentos Críticos, junto con nuevos marcos para el almacenamiento y las contramedidas médicas, con el fin de garantizar los bienes esenciales y mejorar el acceso a los medicamentos vitales en tiempos de crisis.
El espacio Schengen también se ha fortalecido con la supresión de los controles fronterizos terrestres con Bulgaria y Rumanía.
Apoyo inquebrantable a Ucrania
La solidaridad europea con Ucrania siguió siendo un tema central durante el primer año del mandato. Hasta la fecha, la UE y sus Estados miembros han proporcionado 187.300 millones de euros en ayuda política, diplomática, financiera, militar y humanitaria, más que cualquier otro bloque de donantes. Bruselas también desembolsó la contribución total de la UE, por valor de 18.100 millones de euros, a la iniciativa de préstamos extraordinarios para la aceleración de los ingresos liderada por el G7, respaldada por los ingresos generados por los activos rusos inmovilizados.

De cara al futuro, la Comisión propuso un presupuesto de la UE a largo plazo modernizado y simplificado para 2028-2034, con el fin de dotar al bloque de las herramientas financieras necesarias para seguir siendo independiente, competitivo y seguro.
Von der Leyen, bajo fuego (amigo y enemigo)
Sin embargo, a pesar de estas iniciativas, el clima político en Bruselas se ha vuelto notablemente más duro. A pesar de estos logros, Von der Leyen ha pasado gran parte del año defendiéndose de ataques políticos. En octubre, sobrevivió a dos mociones de censura consecutivas presentadas por grupos de extrema derecha y extrema izquierda en el Parlamento Europeo. Nunca se esperó que las mociones tuvieran éxito, y finalmente fracasaron por un amplio margen, pero pusieron de relieve el creciente descontento y la insatisfacción con su liderazgo.

Muchos legisladores aprovecharon las mociones para expresar las quejas que se habían acumulado desde el inicio de su segundo mandato. Cuando Von der Leyen pronunció su primer discurso sobre el estado de la Unión de su segundo mandato en septiembre, los críticos la acusaron de debilitar a Europa al aceptar lo que consideraban un acuerdo comercial desigual con Estados Unidos, perjudicar a los agricultores con un acuerdo con Suramérica, dar marcha atrás en parte de la agenda climática de la UE y guardar silencio sobre Gaza.
El descontento ya no se limita a los márgenes. Los grupos políticos que tradicionalmente apoyaban a los presidentes de la Comisión de centro-derecha han comenzado a cuestionar esas alianzas. Las fuerzas de derecha en ascenso, envalentonadas por sus logros electorales, exigen posturas más duras en materia de migración y regulación medioambiental y, cada vez más, presentan a Bruselas como un adversario. Mientras tanto, los cambios en la realidad geopolítica, moldeados por el liderazgo de Estados Unidos y Rusia, han desestabilizado las suposiciones sobre la postura estratégica de Europa.

En este contexto, Von der Leyen tiene dificultades para señalar victorias claras. Su logro más significativo sigue siendo la iniciativa de defensa de 150.000 millones de euros, el instrumento SAFE, pero incluso eso ha provocado tensiones institucionales, y el Parlamento Europeo ha emprendido acciones legales al sentirse marginado. Los esfuerzos por reducir la burocracia para la industria también han encontrado resistencia, en particular por parte de los eurodiputados socialistas, verdes y liberales, que temen que las medidas socaven las protecciones medioambientales y sociales.
Defensa de los valores de la UE
La Comisión también ha tomado medidas para reforzar la protección de las normas democráticas. El nuevo Escudo Europeo de la Democracia tiene por objeto contrarrestar la manipulación de la información, proteger las elecciones y los medios de comunicación independientes y empoderar a los ciudadanos para que participen de forma segura en la vida democrática. Otras iniciativas, como la Estrategia para la Sociedad Civil, la Hoja de ruta para los derechos de la mujer y la Estrategia para la igualdad de las personas LGBTIQ+, tienen por objeto fomentar un espacio cívico más resiliente e inclusivo en todo el continente.
Ampliación e integración
La Comisión ha seguido trabajando para “completar nuestra Unión”. Tal y como se propuso, Moldavia y Ucrania se incorporarán al espacio sin itinerancia de la UE a partir del 1 de enero de 2026. Albania, Moldavia, Montenegro y Macedonia del Norte se han incorporado a la Zona Única de Pagos en Euros, lo que permite transferencias más rápidas en euros para los ciudadanos y las empresas. Con la aceleración de los procesos de adhesión de algunos candidatos, la ampliación se perfila como una perspectiva realista para los próximos años.
Un difícil equilibrio por delante
Al entrar en su segundo año, la Comisión Von der Leyen II se enfrenta a un doble reto: mantener la ambiciosa agenda que se fijó para la competitividad, la independencia y la seguridad de Europa, al tiempo que se enfrenta a un Parlamento cada vez más dispuesto a cuestionar sus decisiones. El mandato comenzó con la promesa de aprovechar los puntos fuertes de Europa. Pero mantener esa promesa puede resultar más difícil que nunca en un entorno político en el que casi todas las decisiones parecen generar reacciones adversas desde múltiples frentes a la vez.


