La próxima reunión de la OTAN en La Haya se celebra bajo la sombra de una nueva escalada bélica que amenaza con alterar el equilibrio mundial. La guerra total entre Israel e Irán, a la que el domingo se unió Estados Unidos, no solo ha encendido Oriente Medio, sino que ha puesto a prueba la capacidad de respuesta y coordinación de la Alianza Atlántica.
Como advierte la analista de Defensa Maria Martisiute a Artículo14, “hay una creciente realización en Europa de que podríamos estar al borde de otra guerra, mucho más grande, una guerra global”. La implicación directa de Estados Unidos en el conflicto con Irán plantea nuevos dilemas estratégicos y podría desviar recursos y atención del frente ucraniano, donde persiste la guerra de resistencia contra la invasión rusa.
Ante una cumbre de la OTAN decisiva
“La OTAN está mostrando debilidad”, considera Maria Martisiute. El debate sobre el gasto en Defensa añade otra fuente de tensión interna, con la propuesta del presidente Donald Trump de elevarlo al 5% del PIB, lo que genera “discrepancias notables” entre los aliados. En palabras de la experta, “no deberíamos centrarnos tanto en una cifra, sino en las capacidades en las que nos enfocamos”. La cumbre de La Haya será de las más complejas y decisivas de la historia reciente de la OTAN.

-¿Cómo afecta la guerra total entre Israel e Irán a la agenda de la próxima cumbre de la OTAN?
-La guerra abierta entre Israel e Irán ha obligado a la OTAN a replantearse su agenda. Hay una creciente realización en Europa de que podríamos estar al borde de otra guerra, mucho más grande, una guerra global. Y necesitamos también evaluar qué harían actores como Pakistán, Rusia o Corea del Norte. ¿Se implicarían o no? Hemos visto a China repetir su mantra de que la soberanía y la integridad territorial importan, pero eso no siempre corresponde a la realidad.
-¿Qué consecuencias tiene la participación de Estados Unidos en el conflicto en Irán para la Alianza y para Europa?
-Quitará atención a Ucrania. Pero además, si EE UU usa el territorio europeo como base para sus ataques, esas capacidades podrían quedarse después en Europa. Si EE UU realmente se ve involucrado, podría alentar acciones de China en Asia oriental o de Rusia en Ucrania o en las fronteras de la OTAN. Porque cuando EE UU está ocupado en un frente, siempre hay oportunistas que tratan de sacar partido.

-En este escenario, ¿qué impacto tendrá la cumbre en La Haya para el desarrollo de la guerra en Ucrania?
-Esto afectará para mal. Dudo que el comunicado final de la cumbre incluya frases contundentes sobre Ucrania. Lo más probable es que simplemente reconozca que hay una guerra en Europa, que el área euroatlántica no está en paz, pero no habrá menciones a la membresía. Zelenski ni siquiera está invitado a la cumbre. Esto muestra debilidad ante nuestros adversarios. Ucrania es la prioridad número uno de la seguridad euroatlántica y de la OTAN.
-¿Qué posición está adoptando la OTAN respecto al aumento del gasto en defensa al 5% del PIB, como propone Donald Trump?
-Creo que habrá un acuerdo, pero no todos los aliados podrán cumplirlo. Los países en la primera línea probablemente sí, pero Francia, España, Italia o Reino Unido no llegarán al 5% para 2030 o 2032. Además, ese número es el número de Trump. No deberíamos centrarnos tanto en una cifra, sino en las capacidades en las que nos enfocamos. Necesitamos un aumento del 400% en misiles de defensa aérea, y hay que incrementar la producción de munición porque ahora mismo Rusia produce en tres meses lo que toda la OTAN en un año.

-¿Ve factible que se alcance un consenso entre los aliados?
-No lo creo en términos de cifras. Por eso insisto en que el debate debería ir por otro lado. Deberíamos repartir mejor las responsabilidades y los requisitos para cada país, de forma que unos se enfoquen en la fuerza naval, otros en la tecnología, otros en la postura nuclear o en la fuerza aérea, y luego hacer adquisiciones conjuntas, todo alineado con los planes de defensa de la OTAN.
-¿Qué cambios estratégicos propone para reforzar la disuasión frente a Rusia y otros adversarios de Occidente?
-Creo que la OTAN tiene que empezar a hablar de una postura de guerra. Desde 2022, SHAPE, que es el mando supremo aliado en Europa, ha pasado a ser un cuartel general de guerra, y la OTAN tiene un concepto de lucha en sus planes militares. Pero nunca usa la palabra “guerra”, siempre habla de disuasión y defensa. Y eso hay que cambiarlo. Sobre todo en las fronteras: los países nórdicos, los bálticos, el Ártico.

-¿Hay algún otro aspecto clave que se abordará en La Haya y que ha pasado desapercibido en el debate público?
-Sí, la gran reestructuración de la OTAN que está en marcha. Se eliminan dos divisiones: la de diplomacia pública y la de gestión ejecutiva, que es la más grande y donde está todo el personal de recursos humanos. También se eliminan los cargos de subdirectores de división. Esto es enorme políticamente, porque son puestos de nivel embajador. Todo esto se hace porque EE UU está cambiando su postura y la OTAN se adapta.
-¿Este proceso de reestructuración fortalecerá o debilitará a la OTAN?
-El objetivo es hacerla más eficiente y efectiva, pero el sistema de recursos humanos de la OTAN ya era muy débil. Si ahora eliminamos la división de gestión ejecutiva, me preocupa que afecte aún más al personal. La OTAN ya tenía muchos retos desde el punto de vista de la gestión de recursos humanos. No estoy segura de que esta sea la mejor solución.

-¿Cómo espera que se presente el papel de Estados Unidos en el comunicado final de la cumbre?
-Creo que el comunicado hablará de un nuevo contexto geopolítico y de la necesidad de reequilibrar las responsabilidades para adaptarse al cambio en la postura de EE UU en Europa. Lo dirán de forma diplomática, pero la realidad es que Europa tendrá que asumir un papel mucho mayor dentro de la OTAN.