Siria

Un año del retorno a la “nueva” Siria: “Es como empezar de nuevo”

Más de 1,2 millones de refugiados sirios y 1,9 millones de desplazados internos han regresado a sus lugares de origen, pero el 90% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza

Nour, Zahra y Hassan
Nour*, de 42 años, regresó a Siria hace dos meses tras pasar 14 años en Líbano
Save The Children

La insurrección relámpago liderada por la milicia Hayat Tahrir al Sham (HTS) en diciembre de 2024, bajo mando del ex yihadista convertido en presidente Ahmed al-Sharaa, supuso un bálsamo para la devastada Siria. En el país, desangrado tras más de una década de conflicto civil, murieron más de medio millón de personas y más de diez millones fueron desplazadas.

Entre las ruinas del país emergió un rayo de cautelosa esperanza, aunque marcada por el escepticismo hacia la figura del presidente interino que, pese a sus proclamas en favor de preservar la armonía entre las minorías étnicas y religiosas del país, fue incapaz de evitar masacres perpetradas por grupos islamistas leales al nuevo régimen de Damasco contra drusos o alauitas.

Entre quienes optaron por regresar para reconstruir sus vidas y su patria, la mayoría están luchando por reconstruir sus vidas en medio de infraestructuras destruidas, acceso limitado a escuelas y atención sanitaria, y una economía en colapso, según Save the Children. Un vídeo enviado recientemente por la periodista sirio-palestina Manar al Shariff a Artículo14 certificaba la magnitud de la tragedia. Un vecino suyo, que regresó a su barrio en la capital, se topó con montañas interminables de escombros. Calles y viviendas eran irreconocibles.

El éxodo sirio

Tras 14 años de violenta guerra civil, que no se limitó a la brutal represión del régimen de Bachar al Asad y sus aliados de Rusia o Irán contra milicias rebeldes, más de 1,2 millones de personas refugiadas sirias y 1,9 millones de desplazados internos han regresado a lo que queda de sus casas. Al llegar, se encuentran con edificios renqueantes y casas saqueadas. El 38% de los hospitales y una cuarta parte de todas las escuelas están total o parcialmente destruidas.

La crisis económica es otro gran hándicap. El régimen de Al Asad construyó una economía paralela basada en la producción y tráfico de drogas, que enriqueció solamente a los clanes familiares afines al poder. Tras la caída del antiguo régimen, los puestos de trabajo son escasos, y se estima que el 90% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza.

El drama humanitario en Siria

En la actualidad, 16,7 millones de personas —casi tres cuartas partes de la población, entre ellas 7,5 millones de niños y niñas-, necesitan ayuda humanitaria. Entre las cifras emergen historias humanas duras, como la de Nour, de 42 años, que regresó a Siria hace dos meses después de pasar 14 años en Líbano.

Ella y su marido trajeron a sus hijos, Hassan, de 8 años, y Zahra, de 6, de vuelta a la casa familiar en una localidad de la zona rural de Damasco que fue fuertemente bombardeada durante el conflicto. “Me quedé muy impactada al ver la destrucción cuando regresamos. Es como empezar de nuevo”, cuenta desde un centro infantil apoyado por Save the Children. “Pero estamos de nuevo con nuestra familia, estamos en casa. Solo espero que las cosas mejoren con el tiempo. Realmente necesitamos ayuda para reconstruir Siria. Quiero que mis hijos tengan una buena educación y un futuro mejor”, añade.

Nour
Nour, junto a sus hijos Hassan, de 8, y Zahra, de 6 (Save the Children)

Alrededor del 90% de los edificios de la ciudad quedaron destruidos. Los tanques de agua rojos colocados en los tejados marcan los pocos edificios que están habitados o en reconstrucción. La mayoría de quienes regresan lo hacen desde los países vecinos tradicionales de acogida: Turquía, Líbano, Jordania e Irak. Muchas familias envían primero a uno o varios miembros para evaluar las condiciones de seguridad y vivienda antes de un retorno completo del núcleo familiar. Los que buscaron en refugio en Europa no muestran una intención inmediata de retornar al país.

Alepo, Raqqa y Daraa son los principales focos de retorno, junto con algunas áreas del noroeste y noreste, controlado por los kurdos. En Damasco, una de las iniciativas de reconstrucción es la escuela Al Dabbass, un centro de secundaria para niñas de entre 11 y 18 años. Save the Children y su socio local, Action for Humanity, están rehabilitando el edificio, que lleva sin utilizarse desde noviembre de 2012. Se espera que la escuela vuelva a abrir a principios del próximo año y acoja a unos 1.000 alumnos.

Los niños sirios sin escolarizar

En toda Siria, 2,4 millones de niños y niñas siguen sin ir a la escuela y muchos necesitan apoyo psicosocial urgente tras años de desplazamiento y violencia. Zainab, de 46 años, cuenta que su hija de 8 años sigue tan traumatizada por los ataques aéreos del pasado que se esconde cada vez que oye un avión. “Está constantemente enferma por el miedo y le sangra la nariz por el estrés”, explica. “Necesitamos mucho más apoyo, como cualquiera que esté pensando en volver”, afirma.

En Alepo, Lina, de 23 años, regresó este año con su marido y sus tres hijos después de pasar ocho años en Turquía. Embarazada de seis meses, no sabe dónde dará a luz debido a la falta de atención sanitaria accesible. “Cuando regresamos, me sorprendió mucho ver lo grave que es la situación. Solo tenemos electricidad seis horas al día”, dice. Y añade: “A mis hijos les ha costado adaptarse, pero al menos pueden volver al colegio. No me arrepiento de haber regresado, este es mi hogar, pero quizá sea demasiado pronto para que muchos regresen. No hay suficiente ayuda para los que ya estamos aquí”.

En un hospital materno-infantil cerca de Idlib, la doctora Hind dice que los abortos espontáneos relacionados con el trauma de los ataques aéreos han disminuido de 33 al mes a menos de 15 desde que terminó el conflicto. Hind, de 35 años, que perdió a dos hijos durante el parto en la guerra, ahora tiene dos hijos pequeños. “Ahora podemos hacer planes para el futuro. Antes no podíamos”, cuenta. Y concluye: “solía hablar con mi marido sobre dónde irían los niños si moríamos. Pero ahora volvemos a tener esperanza”.

TAGS DE ESTA NOTICIA