Opinión

El cómico Caravaca en el lago de los cocodrilos

Alberto Pugilato se explica después de su golpe a Jaime Caravaca.
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Una línea sutil, cuasi inapreciable, conecta el terrible asesinato de tres turistas españoles el pasado viernes 17 de mayo, en la provincia afgana de Bamiyán, con la tollina que se tragó el cómico Jaime Caravaca, excompiyogui de Broncano en La Resistencia, por comentar una foto de Alberto Pugilato –líder de la banda musical Pugilato y perteneciente a movimientos de derecha radical– con su hijo empleando semejante gargajo tuitero: “Nada ni nadie podrá evitar la posibilidad de que sea gay, y de mayor se harte de mamar polla de negro. Y de negro obrero, nada de futbolistas. Qué sabio es el tiempo, toca esperar”.

Imaginemos un lago infestado de cocodrilos. Todo cristo sabe que son bichos grandes, carnívoros, voraces. Que en su menú figuran antílopes, ñus y, si se tercia, algún Homo sapiens. En la orilla, hay un cartel ilustrado con la cabeza de uno de estos reptiles y, debajo, una leyenda reza, en letras mayúsculas y rojas: ¡¡PELIGRO!! Un fulano hace caso omiso de la advertencia y se mete en el agua. Al intrépido bañista se le pierde de vista durante un instante brevísimo, violento y confuso y, cuando reaparece, lo hace a voz en grito, ensangrentado y sin un brazo. A nadie le extrañaría, ¿verdad?

Tanto los turistas de Afganistán como Caravaca no tuvieron en cuenta que los cocodrilos, aunque no los queramos ver, existen. Cada caso tiene sus matices, claro. Según El País, los tres fallecidos y la mujer gravemente herida en Bamiyán se fiaron de una agencia, Against the Compass Expeditions, que asegura en su web: “Afganistán es muy seguro hoy, uno puede realmente sentirlo porque todas las provincias están totalmente abiertas y los afganos que encuentras en el camino te repiten todo el tiempo que Afganistán es finalmente seguro”. Por otro lado, el Ministerio de Asuntos Exteriores recomienda “no viajar bajo ninguna circunstancia a Afganistán”; la web TripAdvisor, ídem, “debido a la agitación social, los conflictos armados y los graves riesgos para la seguridad que afectan a este país”. Ante la gravedad de lo sucedido, y para no caer en la tentación fácil e injusta de culpabilizar a las víctimas, que en paz descansen, me limitaré a compartir una idea que Arturo Pérez-Reverte plasmó en un artículo publicado en el XL Semanal en enero de 2010: “Nadie viaja a sitios raros para que lo hagan filetes o lo pongan cara a la Meca, pero allí es más fácil que salga tu número. Ahora y siempre”.

Caravaca, por su parte, chuleó a Pugilato creyendo que, allende Twitter, poco o nada ocurre. El cómico, quien ya había vomitado vejaciones similares sobre la diputada de Vox Mónica Lora; el cómico, quien se burló del aborto sufrido por Isabel Díaz Ayuso –“Ayuso ha perdido a la criatura que esperaba, porque a ver quién aguanta nueve meses a esa señora”–; el cómico, “un misógino de mierda” que “sólo quiere llamar la atención”, según la también humorista Valeria Ros, el cómico, decía, demostró no ser el lapicero más afilado del estuche pensando que un tipo que cuelga la imagen de un garrote vil bajo la frase “Frente a la amnistía, justicia popular”, condenado en 2021 a un año de cárcel por el Supremo por un delito de odio, se iba a quedar tan pichi después de, uno, la grosería esputada por el exbroncaner en la foto de, ideologías al margen, un padre con su bebé de tres meses, y dos, de que éste le bacineara –perdonen el mancheguismo– en comentarios posteriores.

Y sí, casi todos los españolitos de a pie consideramos que nada justifica el hostión, que hay que renunciar a la violencia, que la ley está por y para algo, etcétera, mas, al mismo tiempo, convendría tener presente que algunas personas corresponden con un tortazo a quienes las ofenden gravemente. No es bonito, ni lo ideal ni recomendable, en efecto, pero es. Al menos, el quilombo se clausuró con las disculpas de Caravaca y con Pugilato aceptándolas. Con la que está cayendo, no me parece poco.

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