España se encuentra inmersa en un culebrón que nada tiene que envidiar a las telenovelas venezolanas, colombianas o turcas.
Cada día que pasa supera al anterior, y la sensación de bochorno crece a la misma velocidad que los presuntos casos chuscos de corrupción que acorralan al PSOE.
Una manera de hacer política que —para los que tenemos algo de memoria—nos recuerda momentazos como el que nos regaló algún político en bañador, en un jacuzzi lleno de mamachichos, hablando a pecho descubierto por encima de aguas burbujeantes.
Sin jacuzzi ni burbujas, pero con cloacas y fontaneros. La realidad de un panorama político decadente que no hace más que evidenciar su lado más oscuro, con los tratos de favor que oculta el sistema.
Hace pocos días, la sede de la calle Ferraz nos ha regalado una nueva protagonista: la señora Leire Díez. “Periodista de investigación”, ni fontanera ni cobarde; foco de una trama de presuntos espionajes, amenazas, vigilancias y cámaras ocultas.
Para la mayoría de los miembros del PSOE, Leire es un fantasma; casi nadie la conoce. Curioso dato si atendemos a los diversos cargos que ha en empresas públicas, en puestos de adjudicación directa.
Militante del PSOE hasta que ella misma ha renunciado (temporalmente, según nos ha contado). No se si estarán de acuerdo, pero he visto expulsiones fulminantes en ese partido por mucho menos. La pasividad en los despachos socialistas deja colar un olor a rancio y chusco cada vez más intenso.
Esta semana vivimos una rueda de prensa propia de un guion de serie novelesca, en la que la protagonista decía “no tener miedo a nada” para, segundos después, huir de un Víctor de Aldama que le increpaba, llamándola “sinvergüenza”. Una aparición estelar que desató las prisas por salir de aquella sala.
Como dato curioso, nuestra nueva protagonista llevaba escolta: el empresario Javier Pérez Dolset, su inseparable compañero de aventuras.
Koldo, Ábalos, Aldama, Leire, Cerdán, Begoña, el hermanísimo; una serie que no tiene desperdicio, con cada vez más tramas y más personajes. Resulta complicado seguirle el hilo a la historia.
Ninguna novela turca se ha atrevido a tanto en cuanto a giros de guion y movimientos imprevistos. La actualidad en la política española comienza a romper los límites de la imaginación, los morales, los éticos y los del sentido común.
Las alcantarillas vuelven a rezumar, y más vale protegerse. Hoy hablamos de cloacas socialistas, hace no mucho tenían el sello de los populares, y la sociedad española ya no puede con tanto esperpento, tanto oscurantismo.
Se desatan las ganas infames de desprestigiar al otro, sin que importe la verdad.
Una buena historia casi siempre acaba con un final feliz, pero esta mala telenovela se encamina a un final judicial, con giros de último momento y una trama que solo nos causará vergüenza.