¿Por qué son adictivos Instagram o TikTok? La explicación de Marian Rojas Estapé

La última tecnología ha sido diseñada con la intención de hacer la vida más fácil e incluso mejorar la calidad de esta. ¿Pero qué ocurre si esto es una trampa por la que terminamos siendo exclavos?

La adicción a las redes sociales es cada vez más preocupante.

La última tecnología ha sido diseñada con la intención de hacer la vida más fácil e incluso mejorar la calidad de esta. ¿Pero qué ocurre si esto es una trampa por la que terminamos siendo exclavos? Algo así es lo que ocurre según la psiquiatra Mariam Rojas Estapé con las redes sociales, las cuales están diseñadas para ser adictivas. El principal objetivo de todas ellas es retenernos en la plataforma, cuánto más tiempo mejor, y hacernos perder la noción del tiempo con contenido adictivo y una dinámica basada en estímulos.

Los creadores de las redes sociales han estudiado el cerebro y el comportamiento humano. Saben lo que nos causa dopamina, lo que nos resulta adictivo, incluso lo que nos apetece ver -algo que se realiza a través de algoritmos, es decir, en función de las personas a las que sigues o el contenido al que le das like-.

Estapé está de acuerdo con que las redes pueden servir para encontrar material que nos ayude a crecer, informarnos y conocer cosas buenas sobre muchos aspectos de la vida. Por ejemplo, toda esta información, fue publicada por la profesional en un reel de Instagram. Quien consuma este contenido, estará haciendo un buen uso de las redes sociales, ya que las está empleando para crecer y mejorar su calidad de vida.

Las redes sociales están diseñadas para ser adictivas

En la gran mayoría de los casos, las personas suelen estar enganchadas al móvil, o más concretamente, a las redes sociales. Pueden hacer que nos evadamos completamente de la realidad -eso es lo que pretenden- y convertirnos en seres antisociales en la vida real. Algo que resulta paradójico al tratarse de redes que pretenden precisamente crear vínculos sociales. El problema es que todo es virtual, nada es real. Dejar de prestar atención a la persona con la que se comparte la mesa para comer por prestar atención al móvil es un error que a la larga puede costarnos caro.

Estapé defiende que la razón principal por la que las redes sociales consiguen toda esta atención desmesurada por nuestra parte es porque están diseñadas precisamente para eso. “Consiguen alterar nuestro sistema de recompensa. Conocen y te muestran aquello que necesitas o que te gusta en cada momento, y son constantes”, asegura la psiquiatra.

El estudio que lo demuestra

Marian Rojas Estapé hace referencia a un estudio de un grupo de científicos de la Universidad de Stanford para explicar este dilema. Los estudiantes se encerraron en la clase para ver cómo se equilibraba el sistema de recompensas cerebrales mediante el contenido de las pantallas. Estos estudiantes descubrieron que las pantallas afectaban a su cerebro de una forma directa.

Estapé afirma que las redes son infinitas porque están diseñada con elementos adictivos. Los likes, los agoritmos, los miles de colores o el hecho de pasar los vídeos hacia abajo y sorprendernos con otro nuevo podrían ser algunos ejemplos. Todos estos elementos liberan dopamina del cerebro, una hormona que genera placer y motivación. El problema llega cuando hace que quieras repetir lo que te gusta y causa placer sin poner límites.

La dopamina, clave en el triunfo de las redes

Las pantallas están diseñadas precisamente para eso, para liberar dopamina. Buscan enganchar a los usuarios y retenerlos el máximo tiempo posible. Según la psiquiatra, las redes  “alivian, excitan y generan placer”.

De este modo, Estapé explica que lo que ocurre es que el cerebro va asociando esas emociones, en principio positivas, con la pantalla. “Estoy triste y me meto en esta aplicación. Estoy angustiado pues me meto en esta otra, me siento solo, pues voy a esta”, expone.

La dopamina que se libera, explica la profesional, hace que tendamos a repetir un consumo que se convierte en compulsivo. Además, es importante destacar que los algoritmos saben más de nosotros que nosotros mismos. Conocen todos nuestros datos, lo que nos gusta, lo que no e incluso lo que queremos hacer en el futuro. De ahí que nos aparezcan vídeos especialmente personalizados. 

Mariam Rojas Estapé explica que esto lo que hace es reforzar ese sistema de recompensa. Es decir, si un video no nos gusta, en menos de un segundo podremos deslizar y ver uno que nos cause placer. Además, el contenido es constante, no se acaba nunca. Por lo que permanecer en redes sociales durante horas es algo más sencillo de lo que pensamos. Esto ocurre porque la corteza prefrontal, que es la que se encarga de razonar y tomar decisiones, no tiene la capacidad de poder parar y salir de la aplicación. La dopamina y las emociones que le producen tiene esta parte del cerebro bloqueada.

“Están diseñadas para bloquear tu capacidad de prestar atención, de decidir, y de gestionar tu propia vida. Además, te hace menos tolerante al dolor, malestar o sufrimiento. Porque cada vez que hay alguna de estas emociones, el cerebro nos dice que hay una vía de escape en las redes sociales”, asegura Estapé.