Esta comunidad del norte de España es famosa por sus pueblos costeros como Comillas y San Vicente de la Barquera, pero en sus montañas se esconden joyas desconocidas. Este pueblo de Cantabria con mirador a unos macizos preciosos es muy desconocido en general. Con apenas 50 habitantes, es un remanso de paz, tradición y paisajes impresionantes. Su ubicación a casi 900 metros de altitud lo convierte en un mirador natural hacia los Picos de Europa, pero no es lo único sorprendente que esconde.
Este pueblo de Cantabria con mirador a la famosa cordillera no lo conoce casi nadie
Perteneciente al municipio de Cabezón de Liébana, Cahecho es una localidad rural que conserva plenamente una arquitectura tradicional de la montaña. Esto se refleja en sus casas de piedra y madera, y su máximo exponente es la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. Fue construida en el siglo XV, con estilo románico, pero su gran reconstrucción fue en el siglo XVI. Cuenta un gran campanario y elementos típicos del gótico tardío.
Muy cerca del núcleo, se encuentra el yacimiento arqueológico del castro de Los Cantones. Se tratan de unos restos prerromanos de una fortificación que ha sido sujeto de varias investigaciones de por su tamaño y ubicación, pudiendo ser clave en la antigua Cantabria. No se ha encontrado nunca ningún resto material, sólo queda la estructura de piedra del castro.
Lo mejor de Cahecho es su ubicación, la cual le sitúa como paraíso para los amantes de los paisajes de montaña y del senderismo. En la zona se le llama “el mirador de los Picos de Europa”, y con echar una mirada desde cualquier rincón se puede intuir por qué. Aunque también cuenta con un mirador como tal, por supuesto. Las vistas desde ahí roban el aliento a todo el mundo.
Manjares en posadas con preciosas vistas
Desde este pueblo de Cantabria con mirador a los Picos de Europa, se puede llegar a puntos altos como el Pico Jano (1.600 metros), y a otros menos exigentes pero con perspectivas también preciosas, como el Mirador de Santa Catalina (800 metros). Durante el recorrido, ya sea a pie o en bicicleta, se atraviesan bosques de robles y hayas que parecen sacados de un cuento. Y es que esta tierra es mágica, invitando al visitante a perderse por todos sus lugares.
También parece que tienen propiedades mágicas los platos que se pueden comer allí. En sus posadas, con vistas de ensueño a los macizos, bosques y valles del entorno, se pueden comer quesos, embutidos y un buen cocido lebaniego. Este es tan tradicional como la agricultura y la ganadería de las que se obtienen los ingredientes que lo componen.
Esta villa y su autenticidad son un destino único. Ideal para quienes buscan naturaleza virgen de montaña, historia viva y gastronomía tradicional. Es un secreto bien guardado de Cantabria, en el que se puede pernoctar o simplemente pasar el día perdido entre sus senderos, miradores y bosques. A quien quiere escapar del turismo masivo y conectar con la esencia rural montañera, Cahecho le espera con los brazos abiertos.