Es uno de los secretos mejor guardados del norte peninsular. Una joya encajada entre montañas que parece resistirse a los tiempos modernos. Tresviso, el pueblo más inaccesible de Cantabria, es también uno de los más fascinantes. Aislado en lo alto de los Picos de Europa, su localización extrema ha moldeado su identidad: fuerte, pura, intensa.
Igual que su queso. Porque si algo define a Tresviso, además de sus vistas, su silencio y su historia, es el Picón. Hablamos de uno de los quesos más valorados del país.
Un acceso que refuerza su misterio
Llegar a Tresviso en coche desde Cantabria es, sencillamente, imposible. Paradójicamente, este pueblo cántabro solo puede alcanzarse por carretera desde Asturias, tras un trayecto de curvas cerradas y paisajes de vértigo que parte desde Sotres.
Pero quien se anima a coronar el trayecto es recompensado con una postal inolvidable. Casas de piedra con tejados de pizarra, el eco de los cencerros en el valle y el aroma denso e inconfundible del queso Picón, que impregna el ambiente antes incluso de llegar al centro del pueblo.
Esa dificultad para acceder refuerza el carácter de Tresviso. No es solo un punto en el mapa, sino una experiencia. Su nombre lo delata. Algunos filólogos lo traducen del latín como “tras el abismo”. Otros como “tras la vista”. Ambas definiciones encajan con la sensación que produce llegar a este rincón apartado de Liébana, donde apenas viven 53 personas y el tiempo parece haberse detenido.
Historia, piedra y silencio entre los Picos de Europa

Aunque los orígenes de Tresviso son inciertos, se cree que pudo haber sido refugio de quienes huían de la invasión musulmana en torno al siglo X. Su historia, como su presente, está marcada por la montaña, por la ganadería y por la lucha contra el aislamiento.
La iglesia parroquial actual, uno de los puntos emblemáticos del pueblo, fue construida sobre una ermita del siglo XVIII y preside cada julio las Fiestas de San Pedro y la tradicional Fiesta del Ramo, donde los vecinos visten el traje típico tresvisano en una celebración tan íntima como conmovedora.
Más allá de la carretera asturiana, Tresviso también se puede alcanzar a pie, desde Cantabria, por la conocida Ruta de Urdón. Es una caminata exigente pero espectacular que atraviesa el Desfiladero de La Hermida y recorre los senderos abiertos durante el siglo XIX para transportar mineral desde las minas de Ándara y Tresviso. Hoy, es uno de los trayectos senderistas más valorados de los Picos de Europa.
Queso Picón: la joya que huele a tradición

La verdadera estrella de Tresviso es su queso. El Picón Bejes-Tresviso es mucho más que un producto gastronómico. Es un símbolo de identidad.
De sabor fuerte, textura cremosa y aroma penetrante, se elabora de forma artesanal con leche de vaca, cabra y oveja. Y se cura en cuevas naturales que permiten que el hongo Penicillium le otorgue su carácter azul tan particular.
Protegido por una Denominación de Origen desde 1994, el queso Picón se ha ganado el respeto de los grandes expertos gastronómicos y el amor de los viajeros que llegan a Tresviso buscando esa autenticidad que escasea en otros lugares. Aquí, el queso no se produce en serie. Se hace a mano, en pequeñas queserías, con leche de ganado que pasta en los verdes prados que rodean el pueblo. Cada pieza es un pedazo de paisaje, de historia y de saber heredado.