La nueva advertencia de los pediatras: cero pantallas antes de los 6 años

La Asociación Española de Pediatría recomienda reducir el uso de pantallas a menos de una hora diaria para los niños de 6 a 12 años

Les enchufamos pantallas desde el capazo. Eche un vistazo a cualquier sección de cochecitos, hamacas y capazos para bebés de cero a seis meses. Verá que los hay con adaptadores para el móvil. “Que les entretengan los cachorros de la Patrulla Canina y no molesten”, pensarán quienes los diseñan. Y así, vamos creando analfabetos emocionales desde la cuna.

El 80% de los niños menores de dos años consumen pantallas de forma diaria. Los expertos coinciden: la adolescencia nace en la infancia. Ahora, la Asociación Española de Pediatría (AEP) ha revisado y actualizado sus recomendaciones sobre el uso de pantallas en la infancia y la adolescencia. Basándose en la más reciente evidencia científica, la AEP plantea medidas contundentes para reducir los riesgos asociados al uso excesivo de dispositivos digitales, con el objetivo de salvaguardar la salud física, emocional y cognitiva de los menores.

Cero pantallas hasta los 6 años

La principal novedad en las recomendaciones es la ampliación del rango de edad en el que se desaconseja completamente el uso de pantallas, pasando de los 2 a los 6 años. Según la Dra. María Salmerón, coordinadora del grupo de trabajo de Salud Digital de la AEP, “no existe un tiempo seguro de exposición a pantallas antes de esta edad”. La única excepción sería el uso supervisado para actividades puntuales, como videollamadas con fines educativos o sociales.

Los estudios recientes revelan que el uso rutinario de dispositivos en menores de 6 años puede dificultar el desarrollo de habilidades esenciales como la autorregulación emocional, fomentando una dependencia temprana de la tecnología y alterando el desarrollo cerebral.

Entre los 6 y los 12 años: menos de una hora diaria

Para los niños de 6 a 12 años, la recomendación es reducir el uso de pantallas a menos de una hora diaria, incluyendo el tiempo empleado en tareas escolares. Esta limitación debe ir acompañada de actividades alternativas que prioricen el desarrollo saludable, como deporte, contacto con la naturaleza y relaciones cara a cara con sus iguales.

Además, la AEP subraya la importancia de establecer límites claros, evitar dispositivos en dormitorios y baños, y supervisar siempre los contenidos a los que tienen acceso los menores.

El impacto del uso excesivo

La evidencia científica sigue acumulando pruebas sobre los efectos negativos del tiempo excesivo frente a pantallas en múltiples áreas:

  • Sueño: el uso de dispositivos antes de dormir reduce la producción de melatonina, retrasa  el sueño REM y provoca somnolencia diurna, lo que puede derivar en alteraciones del estado de ánimo y del desarrollo cerebral.
  • Alimentación y actividad física: el tiempo frente a pantallas se asocia con dietas menos saludables y aumento del sedentarismo, incrementando el riesgo de sobrepeso, obesidad y enfermedades cardiovasculares.
  • Fatiga visual: síntomas como ojos secos, miopía progresiva y dolores cervicales son cada vez más frecuentes entre los menores, como resultado del uso prolongado de dispositivos digitales.
  • Neurodesarrollo: en adolescentes, el exceso de pantallas afecta negativamente la maduración de la corteza cerebral y el sistema límbico, reduciendo la capacidad de autorregulación y memoria, e incrementando la impulsividad.

La relación entre padres e hijos y las pantallas

Otro hallazgo relevante es la fuerte correlación entre el tiempo que los padres pasan frente a dispositivos y el de sus hijos. Durante las comidas o en el dormitorio, el uso de pantallas por parte de los progenitores puede dificultar la conexión emocional con los menores, lo que genera alteraciones en su conducta y dificultades para interpretar sus necesidades.

La Dra. Salmerón recalca que “el uso de dispositivos para calmar a los niños en edades tempranas impide que desarrollen estrategias de autogestión, lo que genera dependencia y problemas emocionales en etapas posteriores”.

Aunque la responsabilidad de proteger a los niños recae en gran medida sobre las familias, la AEP destaca que no se puede delegar esta tarea exclusivamente en ellas. “Es imprescindible que las administraciones públicas y el sistema educativo tomen medidas urgentes para abordar esta problemática como una cuestión de salud pública”, señala Salmerón.

Entre sus propuestas se incluye el retraso en la entrega del primer móvil con acceso a internet, la implementación de herramientas de control parental y la promoción de campañas educativas sobre los riesgos del abuso de pantallas. En su Plan Digital Familiar, la AEP propone guías prácticas para las familias, adaptadas a la edad de los menores, con el objetivo de fomentar un uso positivo de la tecnología sin comprometer su desarrollo. Estas recomendaciones no solo buscan reducir los riesgos, sino también preparar a las futuras generaciones para equilibrar innovación y bienestar.

El reto es claro: proteger a niños y adolescentes y evitar crear analfabetos emocionales.

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