No hace falta comerse diez horas de avión para vivir la experiencia de la Ruta 66. Aunque la carretera más icónica de Estados Unidos sigue siendo un referente para los amantes de los viajes por carretera, en Europa existe una alternativa que nada tiene que envidiarle y que, además, está a solo unos kilómetros de España. Se trata de la Estrada Nacional 2 de Portugal, más conocida como la N2. Hablamos de un recorrido de casi 740 kilómetros que atraviesa el país de norte a sur y que ofrece un viaje inolvidable por algunos de los paisajes más espectaculares de la Península Ibérica.
La Ruta 66 original es famosa por recorrer Estados Unidos de este a oeste, conectando ciudades llenas de historia y cultura. En el caso de la N2, el viaje transcurre desde Chaves, en la frontera con España, hasta Faro, en la soleada región del Algarve. Este trayecto permite descubrir el Portugal más auténtico, lejos de las autopistas y los circuitos turísticos convencionales. Un paraíso para los viajeros que buscan una aventura diferente sobre el asfalto.
La Ruta 66 de Portugal: una travesía por la historia y la naturaleza
A lo largo de sus 740 kilómetros, la N2 atraviesa 35 municipios y permite conocer una gran diversidad de paisajes, desde los frondosos viñedos del valle del Duero hasta las doradas llanuras del Alentejo. Este recorrido es una joya para quienes disfrutan de los viajes lentos, donde lo importante no es llegar rápido, sino disfrutar del trayecto y sumergirse en la cultura y gastronomía del país.
La N2 es la carretera más larga de Portugal y la tercera más extensa de Europa. Eso la convierte en un desafío atractivo para quienes buscan una experiencia similar a la Ruta 66 estadounidense. Sin embargo, su verdadero encanto radica en los pequeños pueblos y ciudades que conecta.

Un mapa con todas las paradas que forman pa famosa Ruta 66 de Portugal | Luggage Driver
El viaje comienza en Chaves, una ciudad con raíces romanas cuyo nombre original, Aquae Flaviae, hace referencia a sus famosas aguas termales. Aquí, los viajeros pueden visitar el puente romano de Trajano, un vestigio de la antigua calzada que unía la península ibérica con el resto del Imperio Romano. También se puede explorar su castillo medieval antes de emprender el viaje hacia el sur.
La Ruta 66 portuguesa continúa por lugares como Lamego, hogar del impresionante Santuario de Nossa Senhora dos Remédios, una joya arquitectónica rodeada de escalinatas que parecen sacadas de un cuento. Más adelante, en Peso da Régua, los viajeros podrán disfrutar de los viñedos del valle del Duero, una de las regiones vinícolas más importantes del mundo y cuna del famoso vino de Oporto.
Las Aldeias do Xisto: un viaje al pasado
Uno de los tesoros ocultos de esta ruta son las Aldeias do Xisto, pequeñas aldeas construidas con pizarra que parecen haberse detenido en el tiempo. Estos pueblos, como Talasnal o Candal, ofrecen una visión única de la vida rural portuguesa, rodeados de bosques y montañas que recuerdan a los paisajes más bucólicos de la Ruta 66 en su paso por las montañas de Nuevo México.
Para quienes buscan desconectar de la rutina y sumergirse en la naturaleza, estas aldeas ofrecen la oportunidad de recorrer senderos entre bosques, disfrutar de la tranquilidad de ríos cristalinos y conocer la hospitalidad de los lugareños.

Fotografía del centro de la localidad portuguesa de Trancoso | Wikipedia
Un viaje por la N2 no estaría completo sin una parada para degustar la gastronomía local. Al igual que en la Ruta 66 de Estados Unidos, donde los restaurantes de carretera son parte fundamental de la experiencia, la carretera portuguesa está llena de pequeñas tabernas y restaurantes donde se pueden probar algunos de los platos más auténticos del país.
En Viseu, por ejemplo, los viajeros pueden degustar el tradicional cabrito assado, un asado de cordero que se cocina lentamente con especias y vino de la región. Más al sur, en el Alentejo, el protagonista es el porco preto, un cerdo ibérico criado en la zona y conocido por su carne jugosa y llena de sabor. Y para terminar el viaje en Faro, nada mejor que un buen plato de mariscos frescos junto al mar.