Cinco meses han pasado desde la mañana invernal en la que Elisa Mouliaá e Íñigo Errejón declararon ante el magistrado Adolfo Carretero. Por entonces, ella había firmado varios contratos para relatar en los platós los detalles de la presunta agresión sexual ocurrida tres años atrás, y en tres escenarios distintos. A saber, casa de unos amigos, un taxi y la casa del que todavía fuera político. Por contra, él se mantenía, como hasta ahora, en perfil bajo. La dimisión de Errejón el pasado mes de octubre, en paralelo a la denuncia de Mouliaá -en X antes que en comisaría-, le ha alejado de los focos, bunkerizado por su entorno de confianza.
Pero la instrucción sigue. El único parón judicial, posterior al inicial motivado por el embarazo de la letrada de Mouliaá, ha sido el pasado mes de mayo, y también por motivos personales; el juez estaba de luna de miel. Con su vuelta, han continuado las testificales. Después de algunos amigos y familiares de la actriz, que al menos de cara al exterior parecieron conformar a ambas partes, los tres últimos testigos no han estado exentos de polémica y lecturas tergiversadas.
“En lo esencial, han avalado el testimonio de ella”, aseguran las acusaciones. “Todos los testigos de la fiesta la han desmentido”, concluyen desde la defensa. El choque de versiones tiene como epicentro la declaración del matrimonio exdueño del piso en el que se celebró la fiesta a la que asistieron el expolítico y la actriz, la noche del 22 de septiembre de 2021. Hasta hace nada, ambos eran amigos de ella, por su relación con el exmarido, pero desde el divorcio se distanciaron. “Mi mujer era amiga de Elisa desde la infancia”, explicó Borja. “Ahora nuestra relación es nula”, aclaró Soraya.
Los dos declararon por videollamada desde Australia, aunque el juez les preguntó si tenían previsto volver en breve a España por si tuviera que solicitar un peritaje policial de sus teléfonos móviles. Por lo pronto, les ha pedido que aporten las conversaciones y audios que durante este tiempo, hasta poco antes del juicio, han mantenido y recibido de los implicados. Todo ello para sorpresa del magistrado.
“A Elisa terminé por bloquearla”, reveló Borja, ante la insistencia de Carretero en su interrogatorio. Como justificación, el ex amigo de la actriz aseguró sentirse presionado por ella ara que tanto él como su mujer avalaran su versión. “Esa misma noche me dijo que Íñigo la había besado. Y la verdad es que yo la veía contenta… A la mañana siguiente sí que me habló de decepción y que era un baboso, pero no me dijo nada de un delito”, detalló Soraya. La relación de ambas, que se conocían desde los 14 años, se prolongó hasta hace unos meses cuando Mouliaá le explicó el porqué de su denuncia tres años después: “Me dijo que ahora lo hacía por un motivo altruista y por la Ley del sí es sí”. Aun así, no los convenció. El relato del matrimonio ante el juez está plagado de “normalidad”: aquella noche en su casa ni les parecía borracha o incómoda, ni observaron nada raro más allá de verles entrar juntos en la habitación “que no tenía pestillo”, aclaró el dueño del piso.
“Para nosotros fue una noche curiosa por la persona”, resumió Borja, en referencia a un Íñigo Errejón con quien motu proprio buscó después ponerse en contacto en cuanto supo de la denuncia. Quería comentarle que ellos, testigos y organizadores de la fiesta, no recordaban así los hechos. Y su comunicación se ha prolongado sin cortapisas. No le han bloqueado como a la actriz, porque “él no nos intentó convencer”, declararon. Tan confiados y relajados se sentían con el investigado, que hasta recurrieron a él para que les explicase “¿cuál es el plan?, a nivel práctico…”
Una frase que pasó desapercibida para nadie en la sala. Incluso la fiscal se puso en alerta, han destacado a Artículo14 los presentes. A la petición del juez de que aporten la documentación que tengan de esas conversaciones, se suma ahora la solicitud de la acusación popular de que se amplíe la imputación de Íñigo Errejón por obstrucción a la justicia. Para su defensa, en cambio, quedó claro en la testifical del matrimonio que no hubo intento de coacción. Al menos por su parte, “no así la de ella”.
La del pasado viernes fue otra jornada ”movidita” en el juzgado 47 de Plaza Castilla. A las dos horas de declaración de los que fueran dueños del piso cuando ocurrieron los hechos denunciados -lo vendieron hace un año- se sumó la de Hugo, otro testigo presente en la fiesta, quien también negó haber visto “nada fuera de lo normal”. Faltan aún por testificar los taxistas y, previsiblemente, el psicólogo de Elisa Mouliaá. Todavía no hay respuesta judicial al recurso de Errejón en el que solicitaba no entregar su teléfono por considerar que ya aportó lo que tenía, con sello notarial incluido. Con lo que a la instrucción le queda recorrido. Las partes calculan, como mínimo, hasta después del verano, y no prevén el archivo de un Carretero al que, aclaran, el mes de retiro no le ha “dulcificado”.