El violador del disfraz era catalán, de mediana edad, casado y con hijos

Está acusado de dos agresiones sexuales, pero podrían ser más. Serial y altamente peligroso, usaba peluca, gorra y gafas de sol para no ser reconocido. Y ataba a las mujeres con bridas y grilletes para impedir su huida

Serial y altamente peligroso, usaba peluca, gorra y gafas de sol para no ser reconocido
KiloyCuarto

La primera denuncia llegó hace casi un año, el 1 de octubre de 2024. De inmediato, puso en alerta a los investigadores: no estaban ante un agresor sexual iniciado, sino que iba muy preparado para no dejar ningún rastro. En primer lugar, ocultando su rostro, aunque fuera de forma rudimentaria; en segundo, portando material para retener a las mujeres y anular cualquier posibilidad de alerta. Además, no actuaba de manera preocupada en cualquier escenario. Los lugares en los que cometió las agresiones eran puntos ciegos, en los que no había ninguna cámara de seguridad que pudiese servir de prueba. Ni testigos posibles. Sólo existía el testimonio de las víctimas violadas, vejadas y aterrorizadas.

“Teníamos una descripción muy precisa”, revela María Kira Estrada, responsable de la Unidad Central de Agresiones Sexuales (UCAS) de los Mossos d’Esquadra. “Aun así ha sido una investigación compleja, sin testigos. Hubo que rascar mucho y vigilar la zona, pendientes en todo momento de quién entraba y salía”. Sabían -y temían- que volvería actuar. A su segunda víctima la atacó casi cuatro meses después, el 24 de enero. Ambas en Gavà, Barcelona. Como han descubierto los investigadores, ese ha sido su territorio de caza. La detención fue a unos cinco kilómetros, en Castelldefels. Lejos de su casa. De nuevo, estaba merodeando

El presunto agresor se disfrazaba con gorra, peluca, gafas, bigote y barba falsos
Mossos d´Esquadra

El ‘kit del terror’

No han revelado su lugar de residencia. Pero sí el perfil que se ocultaba detrás de un violador aparentemente cuidadoso. Su objetivo evidente era salir impune, pero también ocultar su identidad real pues es lo que comúnmente se entiende como “persona normal”: un hombre de mediana edad y nacionalidad española, con familia y trabajo en una multinacional. Alguien que nunca querría ser descubierto en el delito.

De ahí que usara peluca y bigote postizo, gafas de pasta y hasta una gorra para no ser reconocido. En el bodegón de pruebas expuestas por los investigadores tras su detención se observa lo rudimentario, puesto que el material incautado se puede adquirir sin problema en cualquier bazar. Desde las gafas de sol con montura de plástico verde al pasamontañas, pasando por la cinta aislante, bridas y cuerdas que empleó para retenerlas y silenciarlas. “En la primera denuncia ya constaba que usaba atrezzo”, reconoce Estrada. Todo lo hallaron en el registro de su casa, como la pistola simulada con la que las encañonó para atemorizarlas, y la navaja y los grilletes en los que Científica busca ahora rastros de ADN del agresor y posibles vestigios de estas u otras víctimas que puedan servir como prueba.

Agresor serial y altamente peligroso

A su primera víctima la atacó e hirió con la navaja. En la segunda agresión sexual dio un paso más: llevaba un cuchillo y la pistola simulada. Es el peligro exponencial de todo depredador sexual, su perfeccionamiento y el aumento de su nivel de violencia. “Sabíamos que no eran dos casos aislados y que iba a cometer más agresiones”, confiesa la investigadora de los Mossos. De hecho, contaban con que sus vigilancias coincidieran con un periodo de enfriamiento, en el que dejase temporalmente de actuar, como así fue.

Es el pasado lunes 1 de septiembre cuando una testigo da la voz de alarma. Llama a la comisaría relatando que ha visto a un hombre sospechoso en la zona que justo estaba siendo vigilada por la policía: “Justo lo habíamos detectado en una de las vigilancias. La descripción coincidía plenamente con la de las víctimas. Y es en paralelo cuando nos entra este aviso de una mujer que durante un paseo observa a alguien que le genera inseguridad. Le ve una actitud extraña y le parece además que va disfrazado”. Indiscutiblemente, habían dado con ‘violador del disfraz’. Veinticuatro horas después es detenido.

Patrullas vecinales “anti-violador”

Directo a prisión. Ante la alta probabilidad de reincidencia, la magistrada de la sala 8 de Gavà no lo ha dudado: prisión provisional, comunicada y sin fianza. Lo que ha supuesto el respiro inmediato en una localidad que en las últimas semanas se había organizado en patrullas vecinales nocturnas para dar caza al agresor, o al menos evitar que volviera a actuar.

“Teníamos claro que no era extranjero, por los datos que nos habían facilitado sobre su modo de actuar y ocultarse”, apunta Marc Cívico, concejal de VOX en Gavà, quien ha seguido de cerca una inquietud vecinal que comparte con los datos actuales de criminalidad: “Están aumentando las agresiones sexuales. Solo en el primer semestre de este año se han denunciado ocho, todas con penetración. Y son tres víctimas menos de las once que hubo en todo 2024”. Muy por encima del cómputo total de tres años seguidos: “Entre 2020 y 2022 fueron siete las mujeres agredidas. Pero es desde 2023 cuando hemos detectado el aumento. Y Gavà no es el único lugar”, alerta, sabedor de que al menos por un tiempo habrá un violador menos en la calle.