En el interior de un caleidoscopio, Mónica Ramos Palomo (Madrid, 1978), conocida artísticamente como Mónica Moss, nos sorprendería en cada giro con una geometría diferente: un poema, un símbolo místico, un destello de erotismo o una grieta de su vulnerabilidad. En cualquier caso, un fragmento de sí misma. Ninguno igual al otro, pero todos confluirían en una única identidad, la de una mujer que toma el pulso a la vida para luego cantarla canta, bailarla, escribirla, componerla, recrearla y… romper los márgenes.
Música y artista multidisciplinar, debutó en el mundo editorial con Color Karma y en abril publicó Poderío, un manifiesto vital en el que vierte psicología, astrología y poesía con un propósito: reconstruirnos dejando atrás los patrones dañinos que nos debilitan. Lo escribe, pero también lo canta, baila y expresa en cualquiera de sus facetas artísticas porque tiene la certeza de que hasta lo roto florece. Incluso aquello que se arranca, “insiste en crecer”.
Desde sus múltiples saberes -música, psicología, astrología, espiritualidad…-, Moss nos invita a un viaje de autoconocimiento tan asombroso como lo es su propia trayectoria vital. Por negarse a someter su arte a un producto edulcorado o “manufacturado para masas”, lidia desde hace años con censuras y cancelaciones en redes, medios y otras plataformas. Al final, consigue imponer su “alma libre en creación constante”, desafiante, visceral y sin ataduras.

Con Júpiter retrógrado en Géminis invitándonos a la revisión, hablamos con ella de música, especialmente de rap y de algunos raperos que se empeñan en pervertir el género.
Pop, electrónica, rap, hip hop, soul… ¿Cómo fue el proceso de encontrar tu propia voz en la música electrónica?
El comienzo en la escena electrónica fue tremendamente loco. Con la dudosa (o buena suerte) de encontrarme con algunos personajes de terror dignos del guion más inquietante… Así es la industria. Yo ya venía de trabajar con raperos, hacer tele y musicales… así que venía de bastante construcción artística. Esa etapa fue la que realmente dio forma a quien soy hoy. Fueron años de mucha expansión, mucha mala leche, pero sobre todo de gran construcción de identidad en un territorio bastante virgen. Y eso… fue un ‘oro’ que me hizo muy fértil.
¿Qué inspira tus composiciones?
La vida, la justicia, el amor desde las entrañas… supongo que toda la creatividad e intensidad que me agita desde dentro.
¿La música tiene el poder de desmitificar la masculinidad tóxica?
Cualquier expresión artística ya sea musical o de la índole que sea, tiene un grandísimo poder como herramienta transformadora de la sociedad. Para lo bueno… y lo malo. Podría hablarte horas sobre esto… pero de ahí a tener que adquirir un compromiso… eso es algo personal. La música define al artista y entorno que lo rodea. Ha de ser un espacio libre. A veces el simple reflejo de su sombra es lo que más significado y evolución nos ofrece.
“Cualquier expresión artística tiene un grandísimo poder como herramienta transformadora de la sociedad”
¿Qué da alas a ese tipo de masculinidad perniciosa?
El ‘chulo castigador’ no nace. Se hace y consolida en la universidad de la vida. Las redes le enseñan la mala praxis del refuerzo intermitente, el silencio como castigo, el ‘gaslighting’ y un sin fin de técnicas de manipulación que prometen hacer pagar a las mujeres hasta convertirlas en zombis emocionales a merced de sus instintos más neandertales. No en vano ‘La Ley del Hielo’ es una técnica de abuso emocional de las más poderosas que nos aplican indiscriminadamente. Muchas de nosotras reconocemos de cerca los patrones que se señalan en este tipo de denuncias públicas.
¿Qué opinión te merece la polémica desatada por los raperos Fernando Costa y Ayax?
Una opinión lamentable. Pero vuelve a poner sobre la mesa un debate muy necesario en torno al abuso de toda índole contra la mujer. Los machos alfa están de vuelta porque nunca se fueron. Esos educadores y estructuradores que como Pichi sometían a través del castigo positivo o refuerzo negativo a sus conquistas. Enseñándolas en un delirio narcisista quien manda, humilla y pone las reglas. La bofetada no tiene por qué ser física, también puede ser emocional. ‘’¡Ya lo creo! ¡Porque te lo mereces! Alguien tiene que pararte los pies”.
“Los machos alfa están de vuelta porque nunca se fueron”
Hay demasiados raperos involucrados en la violencia de género. ¿El rap es espejo de la violencia del entorno o multiplicador?
Que el machismo y la violencia más rancia está tatuada en nuestro ADN desde la más tierna infancia, no es ninguna novedad. Quizá sea el rap una de las expresiones artísticas que más esté enseñando ‘la patita’ en estas cuestiones. Tener tantos referentes inmersos en causas legales de índole sexual, es un hecho. Pero no nos equivoquemos. La violencia estructural contra la mujer está en todas las capas y clases sociales. A veces haciéndose de un modo más público y otra, de manera más privada, por lo delicado del asunto. Los violentos contra la mujer nos rodean ya sea la música, el cine, política…
Has trabajado con varios. ¿Cómo ha sido la experiencia?
Ha habido de todo. Pero bastante bueno la verdad. Grandísimos referentes de estas nuevas generaciones… Mucha fachada de tipos malos con inmensos corazones. Pero te confesaré algo. Una vez me encontré un chulo castigador de esos que te comentaba. Él en lo más alto, frío y dispuesto a conseguir someterte hasta conseguir lo que deseaba.
“Una vez me encontré un chulo castigador. Él en lo más alto, frío y dispuesto a conseguir someterte hasta conseguir lo que deseaba”
¿Qué responsabilidad tienen los artistas cuando sus letras o conducta personal pueden influir en la percepción de la violencia de género entre los jóvenes?
Ese tema es espinoso. La responsabilidad y conducta es un reflejo en último término de quién se es y el entorno. El artista a veces solo cuenta una historia a través suyo. Y aunque cada caso, o tema debería ser analizado debidamente… por lo general, el arte debe ser un espacio de libre expresión. Lo importante es educar a la sociedad en pensamiento crítico y valores. Y escuchen o vean lo que vean, sepan discernir los límites. Entender sátiras, humor, metáforas… incluso intuir o sentir el reflejo de almas violentas o podridas. Hoy son una cosa. Mañana serán otras.
¿Qué te sostiene en esta profesión?
Los procesos creativos y de construcción de identidad en el arte, son como un juego. Lo cuento en mi primer libro ‘Color Karma’. Hay que aprender jugando, al principio por ensayo/error, luego por aprendizaje. Pero lo que de verdad nos sostiene es esa profesión tan dura es la vocación inmensa que disfruta con cada nuevo reto y reinvención desde la profundidad.
¿Cómo resumirías tu evolución artística hasta llegar a tu último trabajo, Stellium?
Muy intensa y exigente. Como la vida. Mi construcción identitaria a través de los distintos lenguajes creativos ha sido tan grande como mi evolución personal. Desde la danza, la música, poesía y creación de todo tipo de videoclips y contenido… ¡Sin duda, apasionante!
¿Tus proyectos para 2026?
Nuevo disco, nuevo libro… Seguir creando como si hubiera un mañana.
Si algo de lo que has leído te ha removido o sospechas que alguien de tu entorno puede estar en una relación de violencia puedes llamar al 016, el teléfono que atiende a las víctimas de todas las violencias machistas. Es gratuito, accesible para personas con discapacidad auditiva o de habla y atiende en 53 idiomas. No deja rastro en la factura, pero debes borrar la llamada del terminal telefónico. También puedes ponerte en contacto a través del correo o por WhatsApp en el número 600 000 016. No estás sola.


