Entrevista / María Terremoto, artista y cantaora flamenca

María Terremoto: “Las gitanas, y más las mujeres, seguimos sufriendo racismo”

La cantaora, de 25 años, publica un álbum sin red donde vierte la ira, el miedo y la rabia que le produjo el fallecimiento de las personas que más amaba

María Terremoto tuvo una de las irrupciones más impactantes de los últimos años del flamenco. Ganó importantes premios pronto, el primero de ellos con solo 16 años, un Giraldillo Revelación de la Bienal de Sevilla que la empujó, más que impulsarla, a demostrar la grandeza de su saga cantaora. Quizá no estaba preparada para comenzar una carrera por los escenarios con esa carga de responsabilidad. Ahora, con 25 años recién cumplidos, reflexiona sobre ello. Está segura de que su padre, que falleció cuando ella tenía 11 años, hubiera preferido que estudiase, que aprendiese solfeo, que tomase clases de canto y composición, antes de lanzarse al torbellino del mundo artístico.

“Llevo tiempo deseando parar y descubrir qué es lo que realmente quiero, dónde me gustaría estar, hacia dónde ir. Deseaba salir de ese entorno del flamenco que a veces es tan endogámico. Componer, hacer cosas por mí misma. Pero cuando no te encuentras psicológicamente bien no eres capaz de enfocar, ni mucho menos de llevar tu carrera en condiciones. Estaba bloqueada, hundida, solo quería esconderme en la cama y no salir de allí. Este disco surge de esa oscuridad, del anhelo de escapar de la línea marcada y hacer lo que yo sienta”, dice.

Convencida de la necesidad de expandir su mirada y al mismo tiempo de que toda vanguardia comienza por buscar en lo que ya está hecho, María sigue uno de los preceptos del sabio Enrique Morente: “Caminar hacia adelante con la vista atrás”. Es entonces cuando Yerai Cortés entra en la escena de su proyecto. Este guitarrista flamenco posee un toque ligero y escueto, minimalista, sin adornos innecesarios, donde los silencios cuentan mucho. “Hagamos algo juntos”, se dijeron al poco de conocerse hace cinco años en una propuesta del Círculo Flamenco de Madrid. Este álbum, Manifiesto, es el resultado de su encuentro: un viaje de búsqueda emocional, expiación y regocijo, que comienza en la misma raíz cruda de un romance y termina con el frondoso jolgorio de unas bulerías.

La artista y cantaora María Terremoto, en su entrevista con Artículo 14

La artista y cantaora María Terremoto, en su entrevista con Artículo 14

Tu abuelo era el Terremoto de Jerez, tu padre Fernando Terremoto… ¿Tú te identificas con un terremoto?

Sí, por supuestísimo. Mi personalidad es fuerte, yo tengo un carácter fuerte, como un terremoto. Me ves serena, pero es la portada del libro, pero cuando lo abres… Yo soy tranquilita, pero tengo tengo personalidad fuerte.

¿Cómo vive una siendo hija y nieta de leyendas del cante?

Pues la verdad que es muy bonito y es un orgullo venir de donde vengo. Pero yo creo que ya se me ha conocido muchísimo como hija y nieta, y ahora es momento de que se me conozca por mí misma. También tengo ganas de despojarme no de mi apellido, porque lo voy a llevar siempre si Dios me lo permite, pero sí del peso de la herencia. Quiero que me conozcan por mí misma, no como la hija de Fernando, la nieta de terremoto, “la niña”. Ya no soy una niña. Soy una mujer con los pies en la tierra.

¿Crees que se te reduce a “cantaora” por ser mujer, cuando eres artista, compositora, productora, letrista, empresaria…?

Absolutamente. Es complicado, pero luchamos y nos esforzamos por seguir trabajando y estar en el sitio adecuado, pero es muy complicado cuando vienes de una música como el flamenco que es tan bonita, tan grande, tan pura, tan respetuosa.

YouTube video

Dices que llevas tiempo queriendo parar para preguntarte hacia dónde ir. ¿Lo has descubierto?

Este disco es el resultado de todo el proceso vital y personal, del viaje de mi vida, donde donde paso por mis momentos más oscuros hasta los de mayor seguridad y fidelidad a mí misma. Es un disco que nace del dolor, porque del dolor pueden nacer cosas bellas: estar dolida y tener miedos e inseguridades es la vida misma, y o tienes la suerte de tener personas a tu alrededor que te hacen sanar o tienes la poca suerte de no tener a nadie y tener que hacer el camino sola. Para mí ha sido solitario, aunque he tenido personas bonitas a mi lado que han sido un hombro en el que apoyarme. Gracias a mi dolor he podido llegar a comprender que no todo es negro; siempre hay que tener un poquito de optimismo. Aunque la vida venga torcida, tú tienes que ponerla lo más derecha que puedas. Por tu mismo bien mental, espiritual, sentimental, profesional y vital en general.

En pocos años has perdido a las personas que más querías: a tu abuelo, a tu padre y a tu abuela María. ¿Qué miedo queda después de la muerte?

Mi primera pérdida importante fue hace 15 años. Mi padre falleció cuando yo tenía 10 años, y creo que no fui realmente consciente de lo que es la muerte. Además mi padre murió de una enfermedad larga y complicada. Yo era una niña y me intentaban quitar de en medio, pero tengo un último recuerdo de mi padre; no es una imagen agradable, porque el tumor le estaba consumiendo. Pesaba apenas 40 kilos, aunque siempre había sido gordito. Se despidió de mí, me hizo bromas, comió algo, y en cuanto me fui, se murió: sin poder, sin fuerza, deterioradísimo por la enfermedad, sacó esa fuerza para hacerme reír. Fueron 15 minutos y ya al 16 se fue. Y es ahora, a mis 25 años, cuando yo puedo hacer el duelo de mi padre, porque es cuando entiendo la falta que me ha hecho, la falta que me hace. Me gustaría preguntarle tantas cosas, que me diera consejos, que me guiara, tener su apoyo.

Fernando Terremoto, padre de María Terremoto

Fernando Terremoto, padre de María Terremoto

¿Y qué supuso para ti la partida de tu abuela María?

Fue solo cuatro años después. Yo a ella la llamaba “mamá”: era mi pilar fundamental, mi maestra, mi mentora, la que me ha enseñado el amor al arte. Otros cuatro años y muere mi abuelo. Ha sido como una cadena en la que cada cuatro años se me desbarataba la vida, pero me ha dado fuerza y me ha dado valentía para conseguir lo que a día de hoy tengo. Ya no te hablo a modo artístico, te hablo a modo personal. Tengo mucha fe, y creo que me sigo relacionando con ellos: de una forma u otra, cuando me subo al escenario entro en un mundo del que no soy consciente, y pienso en toda esa fuerza y toda esa energía que resguardan mis espaldas, que se introducen adentro mía y me dan la valentía y la fuerza de seguir adelante en un escenario.

¿Entonces el peso de la herencia puede ser excesivo?

Sí, la herencia pesa muchísimo. Mi padre también tuvo los mismos problemas que yo, siempre con la comparación con su padre, y trató de quitársela de encima.
“Una trayectoria que transcurre paralela a su padre: muy al principio ambos remolonearon para convertir el cante en su oficio y al arrancarse lo hicieron bajo la atenta mirada de quienes expiden permisos de circulación en el gremio”, escriben. Hay quienes reparten el carné de flamenco, y eso me parece injusto por parte de la afición (y con todo el respeto hacia la afición). Me parece injusto cortar a un artista, que tiene que hacer lo que quiera y sienta. Esa es una de las grandes ataduras del flamenco y pienso que con respeto, sabiendo lo que se hace, conociendo lo que se hace, no ofende a nadie ni desvirtúa nada, aunque es verdad que el flamenco es una música que hay que tratar con respeto… porque ya está todo hecho.

YouTube video

¿El flamenco puro ya está hecho, no hay nada que inventar?

No tenemos nada que inventar. Yo creo que ya la innovación está en la propia interpretación. ¿Cómo quiero hacerlo yo, qué quiero proyectar? Hay que dejar a los artistas sentirse libres y no cortarles las alas. Creo que eso es una injusticia enorme.

Te dispones a enterrar “la ira y la pena” que se te habían anudado dentro. Ira y pena son dos emociones complejas… ¿propias del flamenco?

El flamenco siempre ha sido una música de entrañas y de tripas. Se ha cantado desde un motivo, desde una pena, desde un dolor, desde una injusticia, desde un desamor, desde una pérdida. Es una música profunda, muy profunda, y por eso hay que tratarla con cuidado, porque es una música que se ha cantado desde hace siglos en los tablaos, cuando los gitanos eran sirvientes de los señores y de la gente adinerada, de duques, de condes. Los gitanos trabajaban en el campo y era una manera de manifestar su dolor, su pena y su rabia por ser prisioneros. Ahín nace la trilla, la ciega, la torera, unos cantos maravillosos. El flamenco siempre ha sido un manifiesto.

¿Y tú crees que puede ser accesible a todos?

Sí, es accesible por la capacidad de transmisión que tiene el flamenco, porque yo he estado en Estados Unidos cantando, y en Japón, y he llegado a ver cómo se han emocionado con una seguiriya. El flamenco cruza fronteras: tiene esa grandeza, esa capacidad de transmitir, tiene alma y corazón.

“Caminar hacia delante con la vista atrás”. Esta frase de Morente tiene un peso especial cuando uno quiere hacer algo nuevo sin perder de vista la tradición…

Para mí la tradición es mi abuela, que era la alegría, la que siempre cantaba y bailaba. Ella me ha enseñado a ver la vida bonita dentro de que siempre hay cosas que te perturban el alma, la mente. Ella me ha enseñado el amor profundo a este arte y a esta música: me ponía sus casetes, me ponía sus cintas, me disfrazaba, y cantábamos coplas. Nos íbamos a casa de una pianista mítica sevillana que les ha tocado a las mejores, como Rocío Jurado e Isabel Pantoja: Adelita Domínguez. Yo deseaba que llegara el viernes para irme a cantar. Nos cuesta entenderlo, pero a cantar se aprende cantando.

Portada del álbum ‘Manifiesto’. Universal Music

Portada del álbum ‘Manifiesto’. Universal Music

Pero Juan El Lebrijano te dijo que no dejaras de estudiar, que estudiaras el cante…

Claro que sí, pero el flamenco se tiene que vivir en primera persona. Antiguamente no tenían tantos métodos para estudiar, como tenemos ahora, tenemos Spotify, tenemos Amazon Music, tenemos YouTube… Antes tenían que coger la grabadora e irse a las ventas, los tabacos y las salas de fiesta. Así lo hizo mi abuelo, que se llevó en Madrid, en Las Brujas, en Los Canaceros, El Sordera… Lo malo es que con tantos medios se ha perdido muchísima pureza, porque al final la verdad está aquí, en el cara a cara. Ha cambiado la vida, las generaciones, la tecnología; estamos en un nuevo momento y hay que aprovechar y meter el flamenco ahí con un calzador.

En alguna ocasión has hablado del racismo que has sufrido como gitana. 

Sigue habiendo racismo, sigue habiendo estereotipos; me parece increíble que se margine a personas por pertenecer a una etnia o pertenecer a un colectivo o pertenecer a una ideología: es injusto y me parece muy feo. Las gitanas, y más las mujeres, seguimos sufriendo racismo.

TAGS DE ESTA NOTICIA