Crítica ★★★★☆

‘Sentimental value’: la familia es una zona de guerra

Joachim Trier vuelve al drama familiar con una historia sobre el peso del duelo, los vínculos dañados y la reaparición de un padre cineasta que reabre viejas heridas al convertir la memoria en ficción

La nueva película de Joachim Trier obtuvo el Premio Especial del Jurado en el Festival de Cannes y promete ganar muchos reconocimientos más próximamente –entre ellos, varias nominaciones al Oscar–, pero seguro que no gana ningún galardón por la sutileza de su metáfora central. En su mayor parte transcurre en una casa de Oslo de aspecto robusto pero que contiene una prominente grieta que la atraviesa desde los cimientos hasta el piso superior, y que por supuesto simboliza la psicología quebrada de la familia que vive en ella desde hace décadas.

Valor sentimental (Sentimental value) supone el reencuentro del cineasta noruego con Renate Reinsve, que ya protagonizó su película inmediatamente anterior, La peor persona del mundo (2021) -obtuvo el premio a la Actriz gracias a ella- y cuya imponente interpretación en la nueva película en la piel de una actriz teatral abrumada por el dolor y la rabia encuentra su contrapunto en el titánico trabajo que Stellan Skarsgård ofrece dando vida a un padre ausente convencido de que puede reparar sus errores a través del cine. Mientras los contempla, Trier nos habla de los traumas que se transmiten involuntariamente entre generaciones y de la capacidad reparadora de la ficción, y entretanto confirma su talento extraordinario para entretejer lo luminoso con lo oscuro y lo trágico con lo eufórico.

Renate Reinsve (L) and Elle Fanning (R) attend the press conference for 'Affeksjonsverdi (Sentimental Value)' during the 78th annual Cannes
Renate Reinsve y Elle Fanning en la rueda de prensa de ‘Sentimental Value’, durante el 78º Festival de Cine de Cannes, en mayo de 2025. EFE/EPA/MOHAMMED BADRA / POOL

Consumidos por la amargura, la culpa, la vergüenza y las inseguridades, los personajes de Valor sentimental luchan por aliviar el tormento que los desgarra. Gustav (Skarsgård) es un cineasta célebre que tiempo atrás abandonó a sus hijas Nora y Agnes (Reinsve e Inga Ibsdotter Lilleaas) al divorciarse de la madre de ambas y que ahora, tras la muerte de esta última a causa de una larga y dolorosa enfermedad, reaparece en el funeral con el guion del que será su primer proyecto en 15 años. Inmediatamente, le ofrece a Nora el personaje protagonista de la nueva película, un drama autobiográfico inspirado en el suicidio de su propia madre, que había sido torturada por los nazis durante la ocupación alemana de Noruega; afirma estar convencido de que el papel dará a su hija la oportunidad de demostrar sus aptitudes más allá de los trabajos teatrales y televisivos que lleva tanto tiempo aceptando y que él considera indignos de su talento. Nora rechaza agresivamente la propuesta, y entonces él le ofrece el papel a una estrella de Hollywood llamada Rachel Kemp (Elle Fanning). Para ella, trabajar con Gustav es una oportunidad para demostrar al mundo su talento, mientras que el potencial taquillero de la joven podrá ayudar al director a asegurar la financiación del proyecto.

A partir de esa premisa, Valor sentimental señala tensiones en todas direcciones. Nora y Agnes tienen una relación muy estrecha pero, a la vez, están distanciadas por diferencias en sus temperamentos, sus estilos de vida y sus perspectivas sobre su padre. Gustav está convencido de que su nuevo guion es una obra maestra, pero sospecha que tal vez su tiempo haya pasado; desde luego, poco queda hoy de aquella época en la que se consideraba que su tendencia al terrorismo emocional y sus tendencias dominadoras eran cualidades no solo aceptables sino necesarias para ser un cineasta de éxito. Tanto la sucesión de choques emocionales entre los tres personajes como las trayectorias redentoras que los definen –se hacen las paces, se aclaran las motivaciones, empiezan a tratarse las heridas– resultan por momentos algo mecánicos en su intento de generar empatía, y Trier los combina de forma no especialmente convencida con una meditación sobre los fantasmas de la Segunda Guerra Mundial.

Fotograma de la película 'Sentimental value'
Fotograma de la película ‘Sentimental value’

Por otra parte, y en contra de lo que lo dicho hasta ahora pueda sugerir, Valor sentimental es con frecuencia muy divertida –una escena en la que aparecen DVD de La pianista (2001) e Irreversible (2002) resulta especialmente memorable en ese sentido–, y esa ligereza no solo atenúa el potencial deprimente de sus aspectos más sombríos sino que también expande el retrato de sus protagonistas, que gracias a esos momentos de respiro se vuelven más complejos. Independientemente de las pullas que dedica a la industria, en cualquier caso, en última instancia la película demuestra tener una ferviente creencia en que los sacrificios que el cine exige se ven sobradamente compensados por su capacidad única para iluminar e inspirar, para sanar y reconciliar.

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