El Real Madrid silenció París. En una noche coraje y resistencia, el equipo de Pau Quesada se impuso 1-2 al PSG, sumando su primera victoria en suelo francés en la UEFA Women’s Champions League.
Golpe antes del descanso
El PSG salió con todo. Presión alta, ritmo intenso y las bandas como autopistas. Kanjinga y Ajibade marcaron el paso en un arranque eléctrico que obligó a Frohms a intervenir pronto, hasta que un pisotón fortuito la sacó del partido. Misa Rodríguez entró en su lugar al cuarto de hora, y el cambio alteró el guion.
A partir de ahí, el Madrid empezó a sentirse cómodo. Toletti tomó el timón en el medio y Linda Caicedo y Feller encendieron las luces por fuera. El premio llegó en el minuto 29: Yasmim voló por la izquierda y sirvió un centro perfecto que Feller mandó al palo largo con un toque de clase.
El tanto enfrió al PSG, que respondió con orgullo, pero sin precisión. De Almeida y Ajibade lo intentaron desde lejos, sin éxito. Y cuando el descanso se acercaba, el Madrid volvió a golpear. Feller desbordó otra vez, centró al corazón del área y, tras un remate de Weir repelido por Earps, apareció Alba Redondo para empujar el 0-2.
Las blancas se marcharon al vestuario con una lección de eficacia. Mandó el PSG en la posesión, pero el Madrid en lo que de verdad cuenta: el marcador y las sensaciones.
Misa y la defensa al rescate
El PSG salió del vestuario con el colmillo afilado. Karchaoui y Echegini tomaron las riendas en ataque y pusieron a prueba a Misa, que voló para desviar un disparo envenenado desde la frontal en el 54. Pero tanto insistir tuvo recompensa: tres minutos después, un centro medido de Karchaoui encontró a Ajibade sola en el segundo palo para cabecear el 1-2.
El gol encendió al conjunto parisino, que se lanzó con todo en busca del empate. Sin embargo, se topó con un Real Madrid ordenado y cada vez más concentrado. Pau Quesada agitó el banquillo para refrescar piernas tras la lesión de Linda Caicedo, dando entrada a Däbritz, Athenea, Feller y Santiago para sostener el bloque.
Los minutos finales fueron una prueba de resistencia. El PSG volcó el campo, acumuló centros y disparos lejanos, pero el muro blanco no se derrumbó. Ni siquiera el último intento de Leuchter, ya en el 90+4’, cambió el destino del partido. El Real Madrid aguantó con carácter y oficio, firmando una victoria tan sufrida como valiosa.
Del rugido inicial al silencio final, el Real Madrid se ganó el respeto de París y de toda Europa