El fútbol femenino en España atraviesa una etapa que ya puede calificarse como histórica. Los estadios se llenan, la competición gana ritmo, las audiencias crecen… pero hay una transformación menos visible que corre en paralelo y empieza a cambiar la identidad del deporte: la formación académica. Cada vez más jugadoras cursan estudios universitarios, se especializan en áreas académicas diversas o preparan su futuro profesional más allá del vestuario.
A ese impulso individual, sostenido durante años en silencio, se suma ahora un apoyo estructural que marca un punto de inflexión. Liga F Moeve ha puesto en marcha un plan de becas destinadas a futbolistas profesionales que quieran continuar formándose durante la temporada 2025/2026. La imagen es clara: el terreno de juego y el aula dejan de caminar por separado. Hoy, competir y estudiar no solo es posible, sino un camino que empieza a recorrerse al mismo ritmo.
33 becas que cambian el juego
La apuesta por el talento no se queda ya únicamente en el césped. La Liga F Moeve ha puesto en marcha un plan que mira al futuro con visión amplia: 33 becas académicas destinadas a futbolistas profesionales, una iniciativa que puede redefinir la relación entre deporte y educación en España. El programa nace dentro del II Convenio Colectivo firmado junto a los sindicatos FUTPRO, Futbolistas ON y CCOO, e introduce un mensaje directo: el derecho a formarse no es un añadido, sino un pilar del desarrollo de las jugadoras.
Con un fondo de 70.000 euros, estas ayudas ya permiten que futbolistas de siete clubes (Atlético de Madrid, Athletic Club, Real Sociedad, RCD Espanyol, SD Eibar, Deportivo Abanca y Granada CF) compatibilicen entrenamientos y clases universitarias con mayor facilidad. El mapa formativo que surge de esta convocatoria es tan variado como enriquecedor: 26 grados universitarios, dos másteres, cuatro cursos de especialización y una preparación de oposiciones. Medicina, Psicología, ADE, Nutrición, Criminología, Enfermería, Bioinformática o Filosofía se mezclan con la misma naturalidad con la que lo hacen los estilos de juego sobre el campo.
No se trata solo de ayudas económicas. Estas becas consolidan una visión laboral más completa, que reconoce que la carrera futbolística tiene un límite y que construir un futuro profesional sólido empieza ahora, no cuando el último silbato suena. El fútbol femenino da un paso adelante: competir y estudiar dejan de ser caminos paralelos para convertirse en uno solo.
Fútbol con futuro académico
En el fútbol español ya no hace falta consultar números ni informes para entender una realidad que crece dentro del vestuario: estudiar ya no es la excepción, sino parte natural de la carrera deportiva. Muchas futbolistas decidieron pasar por la universidad antes de levantar trofeos; otras alternan entrenamientos con clases, apuntes y exámenes; y un buen número planea seguir formándose cuando llegue el día de colgar las botas. La cabeza también se entrena, y lo hace desde la biomedicina hasta el emprendimiento, pasando por la intervención social y la salud deportiva.
Marta Torrejón, bióloga y líder
Marta Torrejón no solo domina el área; también conquista la universidad. La defensa catalana, uno de los nombres más sólidos en la historia del Barça y del fútbol español, nunca se ha limitado al balón. Graduada en Biología y con formación posterior en Geografía e Historia, ha construido una carrera académica tan firme como la deportiva. Para ella, aprender es una prolongación natural de competir, un hábito tan cotidiano como entrenar. El resultado es una futbolista completa: precisión y liderazgo en el césped, capacidad analítica y mirada crítica fuera de él.

Carmen Menayo, mente y músculo
Carmen Menayo entiende el cuerpo como lenguaje. La defensa del Atlético de Madrid orientó su futuro académico hacia la salud y el rendimiento deportivo: inició Fisioterapia y, con la misma claridad táctica con la que juega, encaminó después sus estudios a Ciencias de la Actividad Física y del Deporte. Su formación refleja su estilo sobre el césped: orden, autoconsciencia y disciplina. Menayo demuestra que estudiar no resta tiempo al fútbol, lo afina. Conocimiento y práctica avanzan en paralelo para construir una jugadora que piensa mientras corre.

Débora García y su mirada social
Débora García juega con la misma intensidad con la que mira el mundo. En el Sevilla FC, su talento no se reduce a un regate o a un pase filtrado: su formación en Trabajo Social y después en Educación Social revela una vocación humana que trasciende el marcador. Con sensibilidad hacia la comunidad y el bienestar colectivo, aporta al vestuario una perspectiva distinta, más amplia, más social. Su trayectoria recuerda que el fútbol también es territorio para transformar realidades y que una jugadora puede ser, al mismo tiempo, atleta y agente de cambio.

Vicky López, presente y futuro
Vicky López juega al ritmo del futuro. Con solo 19 años ya se mueve con naturalidad en la élite del FC Barcelona y, en paralelo, proyecta su vida más allá del balón. Mientras se concentraba con la selección española preparó la Selectividad, y ha expresado su intención de estudiar Administración y Dirección de Empresas, sin cerrar la puerta a Farmacia, otra vía que despierta su interés. En ella, la ambición deportiva y el camino académico no chocan, se acompañan. Presente y porvenir avanzan a la misma velocidad.

Silvia Meseguer, dos vidas en una
Silvia Meseguer aprendió pronto a vivir en dos planos sin perder el equilibrio. Hoy ya retirada, su nombre continúa resonando como uno de los ejemplos más completos del fútbol femenino español. Lo fue en el Atlético de Madrid, y también en Espanyol y Sevilla, clubes en los que construyó una trayectoria impecable mientras, en paralelo, levantaba otra igual de exigente: Medicina.
Mientras sus compañeras descansaban tras un partido, Silvia abría apuntes. Cuando la rutina invitaba a desconectar, ella encendía el flexo. Entre desplazamientos, entrenamientos y convocatorias, se sumergía en anatomía, rotaciones clínicas o farmacología, combinando el ritmo del césped con el pulso académico. Su vida era un ida y vuelta constante: del vestuario a la biblioteca, del estudio al estadio.
Esa doble dedicación, a menudo subestimada, desmonta la idea de que el alto rendimiento pertenece solo al músculo. Meseguer probó que la excelencia también se cultiva desde la mente, que una carrera universitaria puede convivir con la élite deportiva y que la disciplina no entiende de terrenos diferenciados. Su nombre, hoy, resume una certeza: el fútbol pasa, pero el conocimiento permanece. Y en ella, ambos quedaron para siempre ligados.


