LIGA F MOEVE

España, dos ligas y dos realidades: el fútbol masculino multiplica expulsiones frente a un femenino más limpio

Los datos de la temporada revelan estilos enfrentados: un juego masculino más áspero y un torneo femenino que destaca por su control.

Encuentro disputado el pasado mes de octubre
EFE

La temporada 2025/2026 ha reabierto un debate conocido pero cada vez más evidente: la disciplina en los campos españoles no se vive igual en el fútbol masculino que en el femenino. Bajo unas reglas idénticas, ambos torneos ofrecen escenas muy distintas cuando la tensión sube y el juego se acelera. La velocidad, el tipo de contacto y la gestión de las acciones límite generan dos universos casi opuestos en lo que a expulsiones se refiere.

Liga F, disciplina en calma

En la élite del fútbol femenino, las expulsiones continúan siendo una rareza. Los cálculos de esta temporada apuntan a un total que oscila entre 15 y 25 tarjetas rojas, una cifra mínima si se compara con el número de encuentros. La media, de apenas 0,05 por partido, retrata una competición en la que lo habitual es que el duelo se complete sin que ninguna jugadora abandone el césped antes de tiempo.

Clásico entre el FC Barcelona y el Real Madrid por la Liga F

Este comportamiento disciplinario responde, en buena medida, al tipo de fútbol que caracteriza a la competición femenina. La mayoría de las expulsiones proceden de segundas amarillas, no de acciones de extrema dureza. El juego se construye desde la circulación, la colocación y las asociaciones rápidas, lo que reduce las situaciones de choque al límite. A ello se suma un clima competitivo generalmente sereno, con menos roces prolongados y menor acumulación de tensión, factores que ayudan a mantener la tarjeta roja lejos del protagonismo.

LaLiga, territorio de expulsiones

En la Primera División masculina, el escenario disciplinario transita por una senda completamente distinta. La temporada 2025/2026 ha situado al Sevilla como el equipo con más expulsiones, con ocho jugadores enviados a vestuarios antes de tiempo. Tras él se colocan Getafe y Mallorca, mientras que Osasuna se mantiene como la rara excepción: ni una sola roja en todo el curso.

El Sevilla FC es el club de LaLiga EA Sports que más tarjetas rojas acumula a día de hoy
EFE

Las previsiones apuntan a que el campeonato finalizará con entre 90 y 100 expulsiones, una cifra que se traduce en 0,26 por partido. O lo que es lo mismo: en LaLiga, una tarjeta roja aparece en el marcador aproximadamente cada tres o cuatro encuentros, muy lejos de las cifras registradas en el fútbol femenino.

Una brecha contundente

Las estadísticas de la temporada no dejan lugar a dudas. LaLiga EA Sports firma una media de 0,26 expulsiones por encuentro, mientras que la Liga F Moeve apenas alcanza 0,05. La diferencia entre ambas competiciones es tan pronunciada que resulta imposible atribuirla al azar: en el fútbol masculino se expulsa a cinco veces más jugadores que en el femenino. Un desequilibrio que habla por sí solo y que refleja dos formas de competir claramente diferenciadas.

Las razones del contraste

La diferencia de expulsiones entre LaLiga y la Liga F Moeve no responde a un solo factor, sino a un conjunto de elementos que definen estilos de juego y comportamientos muy distintos. En el fútbol masculino, el ritmo vertiginoso, los duelos continuos y las acciones al límite generan más contactos duros y situaciones que pueden acabar en roja. A ello se suman modelos tácticos más agresivos, con presiones altas y transiciones que obligan a frenar ataques rivales con faltas tácticas.

El comportamiento emocional también marca distancia: en los partidos de Primera División son más habituales las protestas y los momentos de tensión colectiva, ingredientes que incrementan las amonestaciones. El fútbol femenino, en cambio, se mueve en un ambiente más estable y con menos confrontación verbal.

La jugadora de la Real Sociedad Jensen lucha un balón con Gallardo y Menayo, del Atlético de Madrid. EFE/Javier Etxezarreta

La tradición competitiva de ambos torneos también pesa. Mientras el masculino está ligado históricamente a la intensidad y el cuerpo a cuerpo, la Liga F Moeve ha crecido bajo un enfoque más técnico y ordenado. Además, las acciones a gran velocidad presentes en LaLiga suelen derivar en impactos más contundentes, mientras que el arbitraje se ve condicionado por un mayor número de interrupciones y disputas. En el femenino, el juego fluye con más continuidad y el colegiado interviene menos, lo que reduce la aparición de sanciones severas.

Dos caminos que podrían acercarse

La distancia disciplinaria entre LaLiga y la Liga F Moeve se mantiene con una claridad que ya no sorprende: el fútbol masculino continúa acumulando expulsiones a un ritmo muy superior, mientras que el torneo femenino conserva una estabilidad que lo distingue. Aun así, el crecimiento constante de la Liga F Moeve, con un juego cada vez más intenso y elaborado, apunta a que esta brecha podría reducirse con el tiempo.

Por ahora, los números dibujan una realidad contundente: en España conviven dos modelos competitivos que se explican, en buena medida, a través del destino de sus tarjetas rojas.

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