El secreto mejor guardado de Lleida: un remanso de paz con una preciosa iglesia medieval

La geografía de la Cataluña profunda tiene muchos rincones que merece la pena visitar y uno de ellos es este pequeño pueblo que es un remanso de paz y tranquilidad

La Figuerosa
La Figuerosa

Cataluña está llena de pequeñas joyas rurales, pueblos diminutos que apenas aparecen en los mapas, pero que conservan entre sus calles silenciosas siglos de historia y un encanto difícil de olvidar. En la provincia de Lleida, y muy cerca de la comarca de la Segarra, se esconde uno de esos lugares que parecen detenidos en el tiempo: La Figuerosa.

Se trata de un núcleo que hoy apenas supera los 70 habitantes, aunque en el pasado llegó a concentrar varios centenares. Pertenece al municipio de Tàrrega desde finales de los años sesenta, pero conserva su identidad propia, con un trazado urbano de origen medieval que aún deja entrever su carácter defensivo: calles estrechas, accesos limitados y restos de antiguas murallas que recuerdan que alguna vez fue un pequeño bastión.

La Figuerosa
La Figuerosa

Un rincón forjado por la historia

El primer documento que menciona La Figuerosa se remonta al siglo XI, cuando aparece en una cesión de tierras. Poco después, en 1075, el conde Ermengol IV entregó el asentamiento a Arnau Traver, y en 1105 pasó a manos de la canónica de Santa Maria de Solsona, lo que convirtió al pueblo en un enclave de fuerte carácter eclesiástico durante gran parte de la Edad Media. Aunque el castillo que lo dominaba ha desaparecido, su huella pervive en la disposición del caserío.

Durante el siglo XX, la población empezó a decrecer de manera constante hasta quedar reducida a los pocos vecinos actuales. Ese descenso, sin embargo, ha tenido un efecto positivo: el pueblo se ha convertido en un remanso de paz, alejado del bullicio urbano, donde aún se respira la calma de la vida rural.

Una iglesia que domina el paisaje

El gran tesoro arquitectónico de La Figuerosa es su iglesia parroquial dedicada a la Mare de Déu de l’Assumpció. Aunque fue construida en el siglo XIX y responde al estilo neoclásico, su sobriedad y armonía encajan con la tradición medieval del lugar. El templo presenta planta basilical, un ábside poligonal y un campanario lateral que marca el perfil del pueblo. La fachada, con pilastras y frontón triangular, destaca precisamente por su sencillez, lo que refuerza su belleza serena.

En las afueras, otro edificio aporta aún más valor patrimonial: la ermita de Sant Marçal, que conserva elementos medievales en su estructura. Con nave única, capilla lateral y portada de piedra con escudo heráldico, este templo recuerda al viajero el peso histórico de este enclave en la Cataluña interior.

Calles con sabor rural

Pasear por La Figuerosa es como abrir una ventana al pasado. Sus casas de piedra, muchas con inscripciones en las dovelas que datan de siglos anteriores al XVIII, mantienen el aspecto de las tradicionales viviendas agrícolas catalanas. Algunas calles aún no están asfaltadas y el alumbrado es mínimo, lo que contribuye a esa atmósfera tranquila y auténtica. No hay bares ni tiendas, solo un pequeño local social que abre en ocasiones señaladas, pero lo cierto es que ahí radica parte de su atractivo: la ausencia de prisas y de ruido.

Cómo llegar a este rincón secreto

Pese a su aislamiento, La Figuerosa se encuentra a tan solo 40 minutos en coche de Lleida. El trayecto se hace por la autovía A-2 hasta la salida 507 hacia Tàrrega y desde allí se toma la carretera L-310 en dirección a Guissona, con desvío señalizado a pocos kilómetros. Desde Barcelona, el viaje ronda la hora y cuarto, con opción de acceder tanto por la A-2 como por la AP-2 hasta Tàrrega.

Un destino para los que buscan calma

Lejos de los destinos masificados, La Figuerosa representa lo que muchos viajeros desean encontrar: un refugio de tranquilidad, rodeado de historia, piedra centenaria y un patrimonio que, aunque discreto, enamora a quienes lo descubren. Su iglesia, la ermita y el trazado medieval convierten a este pequeño pueblo en uno de los secretos mejor guardados de Lleida.

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