Opinión

Nanocurso de comprensión lectora para posesos sanchistas

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El sectarismo guerracivilista hunde sus raíces en la ignorancia. En 1936 y en este 2025 boqueante. El poeta Javier Salvago escribió y el maestro Jesús Quintero pronunció una sentencia irrebatible: “Los analfabetos de hoy son los peores porque, en la mayoría de los casos, han tenido acceso a la educación, saben leer y escribir, pero no ejercen”. Así, por ejemplo, según el Programa para la Evaluación Internacional de las Competencias de la Población Adulta (PIAAC), el nivel de comprensión lectora en los universitarios españoles pasó de los 282 puntos en 2012 a los 271,9 en 2023. Los estudiantes de bachiller finlandeses y suecos –repito: estudiantes de bachiller– obtienen calificaciones superiores: 288 puntos, los primeros; 283, los segundos. En su último resumen específico para España, la OCDE destacaba que el 32% de los paisanos de entre 25 y 64 años tiene una comprensión lectora igual o inferior al nivel 1 de un total de 5. Estos “sólo pueden comprender textos muy breves con un mínimo de información que distraiga y se limitan a “entender textos cortos de temas que les suenan” y que “sólo se requieren conocimientos básicos de vocabulario”.

Algunos zotes ni llegan a eso. Un observatorio idóneo para comprobarlo es la red social X, la vieja Twitter. El sábado, sin ir más lejos, vi –porque, al citarme, me llegaban las notificaciones– cómo una mesnada de usuarios sanchistas le zurró la badana virtual al compay Montesinos por compartir mi artículo, titulado “Feliz Navidad, presidente Sánchez”. El adjunto a la directora de Artículo 14 publicaba un texto aséptico y breve, que, simplemente, rezaba lo siguiente: “Feliz Navidad, presidente Sánchez. Por Jesús F. Úbeda @jfubeda89”, y el enlace. Punto. Sin pullas ni, mucho menos, insultos. Los muyahidines del “Felices Fiestas” lo interpretaron como un toque a degüello: “Felices Fiestas Pablo (sic)”, “Ni en Navidad descansa la fachosfera de hacer el ridículo”, “Vuelve al seminario, cabrón”, o, mi favorito: “TU HDLGP, VETE A JODER Y REIRTE DE TU PM. MARINERO DE AGUA DULCE. Somos libres de expresarnos, felicitar y decir las cosas como nos plazca. No estamos teledirigidos, PRESUNTAMENTE EN NEGRO, por la mafia de las derechas”. Angelitos.

Estos comentarios son interesantes porque, en primer lugar, funcionan como una alerta, como una notificación que te avisa de que, cuando las cosas se pongan realmente feas, si es que alguna vez así se ponen, no serán pocos los cenutrios dispuestos a pegarte un tiro o, como poco, a delatarte y a bailar sobre tu tumba. Sólo por no pertenecer a su tribu/rebaño, por no ser de los suyos. En un escenario extremo, la herejía se paga con sangre. A diestra y siniestra, ojo: en esto, el ser humano siempre ha apostado por la horizontalidad.

Por otro lado, estos tuits remiten a los datos ofrecidos por la OCDE: siguiendo con la definición de analfabeto contemporáneo made in Salvago/Quintero, no todos los sectarios son analfabetos –qué sería de los sectarios listos y/o cultos sin los idiotas–, pero hay mucho, muchísimo sectario con menos comprensión lectora que un anélido en coma. Así pues, destilando generosidad navideña, va para ellos este nanocurso de comprensión lectora, dividido en dos brevísimas lecciones: 

  1. El tuit de Montesinos
  • Pablo Montesinos plasma el título del artículo del menda. Con cuatro palabras: “Feliz” (1), “Navidad” (2), una coma, “presidente” (3) y “Sánchez” (4), junto a un punto. Es un punto y aparte, no un punto final. Indica que la frase termina, pero no el texto. Sé que, para algunos cráneos previlegiados, el esfuerzo de seguir leyendo allende cuatro palabras puede resultar hercúleo, pero, acto seguido, el periodista cita al autor, o sea, a mí. Conclusión, por increíble que parezca: el artículo no es de Montesinos.
  • La quinta palabra, la que precede al autor del artículo, es un “por”. Es una preposición. No ha mucho, cuando yo estudiaba, se enseñaban en segundo o tercero de primaria: a, ante, bajo, con, de…, etcétera. “Por” indica el agente en las oraciones en pasiva. Explicar esto último sería abusar de la generosidad de uno. Quien quiera, que pague.
  1. Mi artículo
  • El texto arranca explícito: “Aprovecho estas líneas para desearle una muy feliz Navidad al presidente Sánchez”. Lo repito, con palabras similares, tres veces. De forma directa y en positivo. En ningún momento se parodia ni censura el “felices fiestas”: sencillamente, le felicito la Navidad al presidente. Es un acto performativo, no coercitivo –quien no sepa qué es “performativo” y quiera que se lo explique, ya sabe: clinclín–.
  • El enfoque del artículo es absolutamente inclusivo: no se rechaza el “felices fiestas” ni se contrapone al “feliz Navidad”, sino que se brinda, desde la apertura y la pertinencia –el calendario así lo indica–, un “feliz Navidad”. El objetivo no es polarizar, sino compartir.
  • La ironía empleada no se centra en el “felices fiestas” de Sánchez, sino en su “neoliberalismo Netflix”: es una observación irónica sobre el cómo, no sobre el qué. A mí, como al presidente, me da igual cómo se felicite la peña.

Mientras tecleaba estas líneas, se me ha ocurrido una idea –no sé si– descabellada: ¿y si esos usuarios, en realidad, están poseídos por entidades diabólicas? Tanto el comentario de Pablo como mi artículo, salvo que Pilar Gómez nos diga lo contrario, son textos bastante sencillos de asimilar. Ni en mi artículo ni en el comentario de mi compañero hay rastro alguno de ofensa. Por ello, me pregunto: ¿y si no estamos ante patanes sectarios sin comprensión lectora, sino ante instrumentos de Belcebú o Pazuzu? ¿Por qué, ante un inocente “Feliz Navidad”, esa tropa reacciona como la niña Regan MacNeil cuando la rocían con agua bendita? ¿Y si, más que de los de un profesor, requieren los servicios de un exorcista? ¿Y si, detrás de tanto odio, amén de fanatismo e incultura, hay Mal, con mayúscula? En fin, que Dios les perdone. Porque, en cualquier caso, no saben lo que hacen. Feliz Navidad a todos.

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