A tan solo 35 minutos en coche de la ciudad de Girona, existe un rincón detenido en el tiempo, un lugar donde las piedras narran siglos de historia y el aire huele a leyenda: Besalú, el secreto mejor guardado de la provincia. Situado en la comarca de la Garrotxa, este pequeño municipio catalán, de poco más de 2.000 habitantes, deslumbra a quien lo visita con su impresionante conjunto histórico medieval, considerado uno de los más importantes y mejor conservados de toda España.
Un puente hacia el pasado
Nada más llegar a Besalú, el visitante se encuentra con su símbolo más icónico: el puente románico del siglo XII, que cruza el río Fluvià y sirve como majestuosa puerta de entrada al casco antiguo. Con sus siete arcos de piedra y su torre fortificada en el centro, este puente no solo es una joya arquitectónica, sino también una metáfora perfecta de lo que significa adentrarse en Besalú: cruzar hacia otro tiempo.

Construido sobre un trazado romano anterior, el puente ha resistido guerras, crecidas y siglos, y sigue dando la bienvenida a miles de visitantes cada año que buscan vivir una experiencia distinta, lejos del turismo masivo y del ruido de las ciudades.
Calles empedradas y rincones de cuento
El corazón de Besalú está formado por un laberinto de calles empedradas, plazas silenciosas y edificios de piedra que parecen sacados de una novela histórica. Pasear por su centro es sumergirse en la Edad Media: casas nobles, templos, arcos, soportales y detalles que susurran historias olvidadas. No es de extrañar que haya sido escenario de rodajes cinematográficos y sesiones fotográficas por su estética impecablemente conservada.
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Entre los monumentos más destacados se encuentran la Iglesia de Sant Pere, un monasterio benedictino fundado en el año 977, y la Iglesia de Sant Vicenç, con su sobria arquitectura románica. Pero si hay algo que hace a Besalú aún más especial es su pasado judío. El micvé (baño ritual), descubierto en los años 60, es uno de los pocos baños judíos medievales que se conservan en Europa, y una visita imprescindible para comprender la riqueza cultural del pueblo.
Más allá del turismo
Lo que distingue a Besalú de otros pueblos turísticos es su autenticidad. A pesar de su creciente popularidad, especialmente entre viajeros franceses y visitantes nacionales que escapan del estrés urbano, el pueblo ha sabido mantener su identidad tranquila y acogedora. Aquí, el ritmo lo marca el paso de los vecinos, el repique de las campanas y el murmullo del río.
Sus tiendas artesanales, sus comercios y pequeñas tabernas donde saborear embutidos locales o un buen vino de la zona, convierten la visita en un placer para los cinco sentidos.

Naturaleza, historia y cultura a solo media hora de Girona
Una de las grandes ventajas de Besalú es su accesibilidad. Ubicado a menos de 40 kilómetros de Girona capital, se convierte en una excursión perfecta de un día o una escapada de fin de semana. Además, su entorno natural —rodeado de colinas, bosques y caminos rurales— lo hace ideal para los amantes del senderismo y la fotografía.
Besalú también es sede de eventos culturales como el Besalú Medieval, una recreación histórica que transforma el pueblo durante varios días con mercados, torneos y representaciones teatrales que hacen las delicias de grandes y pequeños.
Un tesoro que ya no es tan secreto
Aunque durante años fue un destino de culto entre viajeros conocedores, Besalú está dejando de ser un secreto. La combinación de su patrimonio, su belleza inalterada y su cercanía con Girona lo están consolidando como una de las joyas rurales más buscadas de Cataluña.
Quienes lo descubren, repiten. Porque Besalú no es solo un pueblo bonito: es un viaje al pasado, una postal viva y un ejemplo de cómo la historia y la belleza pueden convivir sin necesidad de artificios.