Ahora sí, confirmado el rumor de los rumores en una industria que en los últimos meses está dando cambios, muchos de ellos necesarios y esperados, a velocidad de crucero: Maria Grazia abandona la dirección creativa de Dior. Cuando Maria Grazia Chiuri asumió la dirección creativa de Dior en 2016, muchos lo vieron como un gesto progresista, casi simbólico. La primera mujer al frente de una maison fundada por hombres y sostenida durante décadas por sus visiones de feminidad. Pero lo que hizo Chiuri fue algo mucho más radical y menos superficial: tejió una revolución silenciosa desde dentro, sin alterar los cimientos pero sí las costuras del discurso.
No se trató solo de introducir camisetas con eslóganes feministas —aunque “We Should All Be Feminists” terminó convirtiéndose en un ícono contemporáneo—, sino de cambiar la pregunta que la moda de lujo se hacía sobre las mujeres. Ya no era “¿cómo quieren verlas?” sino “¿cómo quieren ellas estar en el mundo?”.
El feminismo como hilo conductor
Chiuri nunca escondió su agenda. Su trabajo fue político, aunque nunca panfletario. Se apoyó en voces externas —filósofas, escritoras, artistas— para construir narrativas que dieran cuerpo a cada colección. Dior dejó de ser una marca que hablaba desde la nostalgia del glamour para convertirse en una plataforma desde la que pensar el presente.
No diseñaba para el aplauso de las alfombras rojas, sino para mujeres que habitan el tiempo real. Vestía cuerpos que se mueven, que piensan, que deciden. Rechazó la hipersexualización que tantas veces acompaña al lujo y en su lugar ofreció sobriedad, inteligencia, funcionalidad. Fue quizás ahí, en ese gesto de contención, donde se reveló más poderosa.
Artesanía como resistencia
Uno de los legados más valiosos que deja Chiuri en Dior es su manera de reivindicar lo artesanal como sinónimo de contemporaneidad. Donde otros veían ornamento o folclore, ella veía historia y comunidad. Lo dejó claro en desfiles como el de Sevilla en 2022, donde la colección Crucero se convirtió en un homenaje vivo a la tradición andaluza. No fue un desfile inspirado en España: fue un desfile hecho con España.
Costureras, bordadores, fabricantes de mantones, sombrereros, guitarristas flamencos… No como decorado, sino como parte del proceso creativo. Chiuri supo que el verdadero lujo hoy no está en lo exclusivo, sino en lo que tiene alma. En lo que resiste al olvido.
Su idea de modernidad pasaba por mirar atrás con respeto, no para repetir lo anterior, sino para traerlo al presente desde otro lugar. Y eso, en una industria que consume símbolos a velocidad de vértigo, fue una forma de resistencia.
Una despedida sin estridencias, ¿pactada?
Chiuri anunció su salida con una serenidad que también la caracteriza. Un post sobrio, directo, agradecido. Sin grandes palabras, pero con la claridad de quien sabe que ha hecho historia.
Agradeció al equipo, a los talleres, a los artesanos, a las mujeres que la inspiraron. Fue coherente hasta el último día. Sin embargo, son varias las fuentes que apuntan a que no se trata de una salida voluntaria, sino la invitación a marcharse, pese haber sido capaz de multiplicar las ventas x4 durante su etapa en Dior. Así es la moda. A veces, los aires nuevos y la capacidad de seguir teniendo relevancia, es un factor que no se debe ni podemos dejar pasar por alto.
Una salida, eso sí, sin un último golpe de efecto. Quizá porque su despedida no cierra nada: deja abierto un camino. Su legado no está en una silueta, ni en un estampado. Está en la forma en que entendió el rol del diseñador como alguien que escucha, que dialoga, que cuida. Como alguien que pone en valor lo colectivo frente al ego.
¿Jonathan Anderson a por Dior en su totalidad?
Todo apunta a que Jonathan Anderson, recién nombrado director creativo de Dior Homme, será quien tome las riendas completas de la maison. Su paso por Loewe ha sido una clase magistral de cómo unir concepto y artesanía, arte y ropa, innovación y memoria. Su nombramiento no sorprende: era esperado, incluso lógico.
Anderson no es una continuación de Chiuri. Es otro tipo de sensibilidad, me atrevería a decir que fresca y necesaria en esta industria tan difícil de entender a veces. A a ambos les une, eso sí, una profundidad conceptual y un respeto absoluto por los oficios, que seguro seguirá evolucionando y revolucionando como sólo él ha sabido hacer en la última década.
Maria Grazia Chiuri no fue solo la primera mujer en dirigir Dior. Fue la primera que pensó Dior desde otro lugar: no desde la autoridad del creador, sino desde la empatía del vínculo. Cambió el foco, desplazó el centro. Nos recordó que la moda no es solo una forma de vestir, sino una forma de estar.
Su marcha no es el fin de una etapa decorativa. Es el cierre de una conversación profunda sobre qué queremos que sea la moda hoy. Y su contribución queda bordada —como un hilo invisible— en cada gesto de conciencia que vendrá después.