BELLEZA

Leonard Lauder, el visionario que elevó Estée Lauder a un imperio mundial, fallece a los 92 años

Leonard Lauder, heredero del emporio Estée Lauder y figura clave de la industria cosmética, ha fallecido a los 92 años en Nueva York

Leonard Lauder. Cortesía de la firma

Después de veinte años escribiendo sobre el alma y los motores de la industria cosmética, sé que hay nombres que no solo hacen historia, sino que la definen. Leonard A. Lauder fue uno de ellos. Su muerte, ocurrida el pasado 14 de junio en su ciudad natal, pone fin a una vida consagrada a la belleza, la innovación, el arte y la filantropía.

Leonard fue el hijo mayor de Estée y Joseph Lauder, los fundadores de la firma homónima y tomó las riendas de la empresa familiar en un momento crucial, transformando aquella pequeña marca que nació en un salón de belleza en Manhattan en una potencia global presente en más de 150 países.

Estée Lauder junto a una de sus clientas en 1966. Cortesía Wikipedia

Su llegada al negocio en 1958 marcó el inicio de una nueva etapa: racionalizó procesos, profesionalizó la estructura y diseñó una estrategia expansiva que incluía tanto el desarrollo interno de nuevas marcas, como la creación de Clinique en 1968, como adquisiciones clave en décadas posteriores.

Bajo su visión nacieron o se incorporaron al grupo nombres como M·A·C, La Mer, Aveda, Jo Malone London o Tom Ford Beauty, firmas que hoy representan el lujo, la diversidad y la innovación en cosmética.

Pero más allá de los resultados financieros, Leonard entendió algo esencial: la belleza es una emoción. Fue pionero en conectar con las consumidoras desde un lugar íntimo y auténtico, sin artificios ni imposiciones. A él le debemos el concepto del “lipstick index”, que supo ver en la venta de una barra de labios un termómetro social en tiempos de incertidumbre económica. Esa sensibilidad, casi poética, convivía con un sentido del negocio extraordinario.

Estée Lauder

La familia Lauder, especialmente su esposa Evelyn, fallecida en 2011, también compartía ese impulso transformador. Juntos impulsaron la Breast Cancer Research Foundation y promovieron el uso del icónico lazo rosa, hoy símbolo universal de la lucha contra el cáncer de mama. Leonard, por su parte, fue un mecenas generoso, sobre todo en el ámbito del arte. Su colección de cubismo, valorada en más de 1.000 millones de dólares, fue donada al Metropolitan Museum of Art, un gesto que habla de su compromiso con el acceso a la cultura.

En palabras de su hijo William P. Lauder, actual presidente del consejo de administración de Estée Lauder Companies: “Fue un líder, un maestro y un padre excepcional. Creó una cultura basada en la curiosidad, la generosidad y la excelencia, que seguirá guiándonos en el futuro”.

Estée Lauder junto a una de sus clientas en 1966. Cortesía Archivos de Estée Lauder

Con su marcha, la industria pierde a uno de sus grandes constructores. Leonard Lauder fue un empresario audaz, pero también un humanista discreto. Supo escuchar, observar, anticipar. Para quienes trabajamos contando la historia de la belleza, esa que se crea tanto en los laboratorios como en los corazones, su figura fue y será un referente imprescindible.

Hoy despedimos al hombre que dio forma al lujo moderno desde una perspectiva profundamente humana. Su legado, como las mejores fragancias, seguirá en el aire.

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