Reino Unido

Debut de Kemi Badenoch en el congreso tory: influencia decreciente y arrinconada por Farage

La líder conservadora defiende el trabajo silencioso tras la derrota electoral y mantiene un beligerante optimismo

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La candidata a ser la nueva líder del Partido Conservador británico Kemi Badenoch
Efe

“Los tories, ¿os acordáis de ellos?”. Una simple frase, pronunciada esta semana por el primer ministro británico, representa la más funesta y a la vez fidedigna metáfora sobre el reto que tiene por delante Kemi Badenoch. La líder conservadora debuta en el congreso anual que su partido inicia este domingo en Manchester con la formación hundida en los sondeos, en riesgo potencial de extinción como referencia de la derecha en el Reino Unido y en paulatina disipación en el debate público. Como prueba, los 50 minutos que tuvieron que transcurrir del discurso de Keir Starmer (en la cita anual con los suyos) hasta que llegó la primera referencia a los grandes rivales del Laborismo. Nigel Farage y los ultras del Partido Reforma, por el contrario, habían monopolizado su alocución.

La misión para Badenoch es, en consecuencia, de supervivencia política. Ni siquiera su habitual estilo combativo y su confesa confianza en sí misma pueden maquillar que, desde hace meses, los tories ni siquiera rozan el 20 por ciento en los sondeos. Muchas de las encuestas recientes los relegan como cuarto partido en unas potenciales generales, superados no solo por los laboristas, sino más preocupantemente por el auge de Reforma, al que la demoscopia otorga cada vez más la victoria, y de los liberal-demócratas, unas siglas que están logrando capitalizar el voto de centro desencantado con las propuestas de los dos partidos tradicionales.

EFE/EPA/TOLGA AKMEN

Un año sin un proyecto visible

La dirigente conservadora está obligada a galvanizar a sus filas y convencer de que, efectivamente, tiene un proyecto constructivo, más allá de su tendencia a oponerse a las convenciones del statu quo, ya sea en materia de Convención Europea de Derechos Humanos, que Badenoch está preparada para abandonar, o de cambio climático, con la renuncia al objetivo de alcanzar emisiones netas cero a la altura de 2025, un compromiso al que una ex premier conservadora, Theresa May, había dado rango de ley. Ella misma ha anticipado que será un “congreso divertido” y que alentará la diversidad de opiniones, pero como destacada integrante de una formación que ha tenido cinco líderes en seis años, sabe que a sus compañeros de escaño no les tiembla el pulso cuando consideran que el regicidio resulta conveniente.

La marea está en contra de Badenoch: sondeos, percepción pública y una letal cuenta atrás, que marca los días que faltan para el 2 de noviembre, cuando cumplirá un año al frente de la formación. Según el reglamento interno, una vez un líder conservador alcanza los doce meses, se abre la veda para un potencial reemplazo y hay críticos en el partido que han comenzado a afilar los cuchillos. Si bien algunos estaban en contra desde el principio, otros han surgido como consecuencia del desencanto que ha generado su liderazgo, su pérdida de influencia y la creciente irrelevancia de unas siglas que, históricamente, habían sido una apisonadora electoral.

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Eslóganes de Kemi Badenoch como candidata a liderar el Partido Conservador británico
Efe

Transición a la identidad

Impasible, públicamente Badenoch mantiene no solo la calma, sino un optimismo beligerante. Atribuye su evanescencia al trabajo interno que ha tenido que hacer tras la peor derrota sufrida por el partido en las urnas, una tarea invisible, ingrata, pero necesaria. El problema ahora es la transición de ese estado próximo a la hibernación, de ese proceso de búsqueda de identidad, a la trascendencia anterior. Mientras los conservadores se lamían las heridas de la humillación electoral de julio de 2024, Reforma ha aprovechado el vacío para pescar en su caladero tradicional y erigirse en alternativa real a la derecha. Su capacidad de dominar la narrativa ha forzado incluso la mano del Gobierno laborista, cuyas líneas de acción van cada vez más a rebufo, o surgen como contrapunto a las apuestas más extremas de Farage.

Las miembros del partido conservador británico Kemi Badenoch, Laura Trott, Victoria Prentis y Claire Coutinho
EFE/EPA/ANDY RAIN

El dilema para Badenoch es, por tanto, complicado, puesto que tiene que resolver, en tiempo real, si le conviene virar más aún a la derecha para competir con Reforma, o tratar de recuperar terreno más al centro, en la facción denominada ‘One Nation’ (‘Una Nación’), para evitar la sangría a los liberal-demócratas. Instintiva e ideológicamente, la solución más obvia para Badenoch es a la derecha del partido, el hábitat natural para una política que siempre se ha identificado con el ala más dura. El inconveniente es que ese espacio está ahora copado por Reforma, una formación cada vez mejor engrasada, a la que su falta de experiencia en el poder beneficia en la actualidad, puesto que, a diferencia de los conservadores, no tiene un legado tóxico.

Búsqueda de influencia

La líder dice tener claro su proyecto, pero tiene primero que esbozarlo y, a continuación, demostrar su viabilidad. En sus once meses al frente, el que durante décadas había sido una máquina de ganar aparece como un partido debilitado, que ha perdido voz e influencia, comprimido entre los postulados más extremos de Reforma y el endurecimiento que estos están generando en la propia posición del Laborismo.

La nueva líder del Partido Conservador, Kemi Badenoch
EFE/EPA/ANDY RAIN

Tras el congreso conservador, y de sobrevivir a la apertura de la veda, la primera gran prueba de fuego serán los comicios de mayo, que se juegan en Escocia, Gales y autoridades municipales. De acuerdo con expertos demoscópicos, los tories podrían sufrir una hecatombe y Badenoch sabe que las espadas apuntarán a la cima. Preguntada recientemente si abandonaría, trató de mantener el tono batallador con su ya clásico: “Fui elegida para hacer un trabajo y estoy haciendo ese trabajo”, pero presionada si no dimitiría bajo ninguna circunstancia, hasta la política con menos pelos en la lengua del Reino Unido se permite margen de vacilación: “Que me pregunten tras las elecciones”.

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