El “éxodo venezolano” es el fenómeno migratorio más masivo en la actualidad no propiciado por un enfrentamiento armado. La crisis humanitaria, social y política en Venezuela, donde su economía disfuncional ha derivado en una pobreza extrema, inseguridad y falta de servicios generalizada, ha forzado hasta la fecha la huida de unas 7,9 millones de personas, según el último recuento de ACNUR, la agencia de la ONU para los refugiados. Este miércoles, centenares de ellos viajaron hasta Noruega para acompañar a María Corina Machado durante la entrega del Premio Nobel de la Paz.
Por motivos geográficos, la mayoría de los desplazados acaban radicando en países vecinos de América Latina, donde un “número considerable de personas requiere protección internacional y asistencia humanitaria”, según ACNUR. Algunos países están implementando procesos de regularización a gran escala para garantizar que los venezolanos puedan obtener documentación y acceder a derechos y servicios.

A principios de 2025, la BBC elaboró un mapa que confirmó que “el mayor éxodo de la historia de la región” se tradujo en una llegada masiva de venezolanos a Brasil, Colombia, Perú o Chile. Según la Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela (R4V), el 85% de los que salieron del país en busca de oportunidades acabaron en estos países. Muchos otros se radicaron también en España o Estados Unidos.
“Dejamos todo en Venezuela. No tenemos un lugar donde vivir o dormir y no tenemos nada para comer”, comentó Nayebis Carolina, de 34 años, tras su llegada a Brasil. Pese a ser original de un país a priori rico en recursos naturales (petróleo), el actual régimen de Nicolás Maduro sumió a Nayebis y a su pueblo en la miseria y la represión.

Desde que Maduro llegó al poder en 2013 y hasta este último 10 de enero, en que el líder bolivariano renovó su tercer mandato entre acusaciones de fraude electoral, el éxodo ha continuado. “Si Maduro permanece por la fuerza en el poder, podríamos estar viendo 4 o 5 millones de venezolanos huyendo por las fronteras en los próximos meses”, pronosticó la ganadora del Nobel de la Paz María Corina Machado a principios de año.
Acorde a las últimas estadísticas publicadas por Amnistía Internacional y el portal Migrant Refugees, Colombia es el país que más venezolanos acoge con unos 2,9 millones; en segundo lugar Perú con cerca de 1,3 millones; en EE UU y España viven más de medio millón de venezolanos por cada país; en Ecuador cerca de 480.000; en Chile unos 450.000; y en Brasil entre 260.000 y 400.000. Otros países con comunidades significativas son Argentina, Panamá, República Dominicana, México y Costa Rica, cada uno con decenas o cientos de miles de venezolanos.

Desde 2014 el número de venezolanos fuera del país pasó de unos cientos de miles a al menos 7,7 millones hacia mediados de 2024, lo que equivale aproximadamente al 22,5% de la población. La oleada comenzó con una migración más calificada y se transformó en un éxodo masivo de familias jóvenes, con una proporción importante de menores de 15 años, según ACNUR.
Si bien la organización R4V busca mecanismos eficaces para mejorar la respuesta humanitaria y la integración en la región de los migrantes venezolanos, el desafío es enorme. Los recién llegados requieren de empleo formal, vivienda, servicios sanitarios o educación para sus hijos, normalmente un clima social desfavorable marcado por la xenofobia y la violencia.

“Si los migrantes venezolanos habitaran un único país, estaría más poblado que Panamá, Costa Rica, Nicaragua o El Salvador. Si se concentraran en una ciudad, ocuparían una equivalente a Bogotá”, destacó el reportaje de la BBC. “América siempre ha sido un continente de poblaciones en movimiento, pero lo que hace inédito el caso venezolano es la magnitud y la celeridad de su migración”, afirmó al canal británico Carolina Jiménez Sandoval, directora de WOLA (Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos).
En apenas una década, Venezuela pasó de ser el segundo receptor de migrantes de América Laitna a convertirse en el mayor expulsor de migrantes. “La gente emigra porque siente que no puede construir un proyecto de vida”, destacó Jiménez Sandoval.

El conflicto entre el gobierno de Maduro y los de los países latinoamericanos que desconocieron su victoria en julio (Argentina, Chile, Costa Rica, Ecuador, Panamá, Perú, República Dominicana y Uruguay) tuvo un impacto inmediato en la migración, documentó R4V. Además, con la llegada de Donald Trump al poder, miles de venezolanos han sido deportados de Estados Unidos y los programas especiales de protección para solicitantes de asilo fueron revocados.
Las consecuencias económicas del éxodo son devastadoras. Se estima que los migrantes venezolanos contribuyen con millones de dólares cada año al PIB de sus países de acogida, mientras que Venezuela experimentó entre 2013 y 2021 “el colapso de su capital humano”, con una caída del 33,1% de la población económicamente activa.

Analistas de organismos internacionales coinciden en señalar que, sin cambios estructurales, el tamaño de la diáspora de Venezuela se mantendrá o crecerá en los próximos años. Como consecuencia, se espera que las comunidades en la diáspora sean cada vez más influyentes en los debates sobre sanciones al régimen de Maduro, negociaciones para solventar la crisis y una deseada reconstrucción del país.


