Animado por las medidas adoptadas por el presidente estadounidense Donald Trump, el primer ministro húngaro Viktor Orban elevó la “guerra cultural” contra la comunidad LGTBI+ en su país, y promovió el pasado abril un cambio constitucional para aclarar que solo existen dos géneros en Hungría: hombres y mujeres.
“La red internacional de género debe sacar sus manos de nuestros hijos. Con el cambio en América, los vientos soplan ahora a nuestro favor”, celebró Orban tras aprobar la ley en el parlamento, con la que puso fin a lo que define como “locura de género”. Hungría vive con máxima expectación y tensión la celebración del Día del Orgullo, que por primera vez ha sido vetado por orden directa de la Policía.

Budapest, sin orgullo
En la capital de Budapest, su alcalde liberal Gergely Karacsony desafió a las autoridades estatales, y afirmó que la marcha planeada para este sábado 28 de junio se celebrará de todos modos. “La Policía, actuando acorde a su autoridad sobre agrupaciones colectivas, prohíbe el evento convocado”, aclaró el cuerpo en su página web. Las autoridades alegan que la prohibición es necesaria para evitar la promoción de relaciones homosexuales entre menores de 18 años.
Pero para Karacsony, la alerta policial “no tiene valor”, porque la marcha no requiere autorización oficial, dado que es organizada por el ayuntamiento de la capital. “Budapest organiza el Pride como un evento ciudadano. Punto”, matizó en un post de Facebook. En 2021, el parlamento de Hungría ya avanzó una ley anti-LGTBI+ que prohíbe “la muestra o promoción de la homosexualidad” para menores de edad.
Multa de más de 500 euros
Desde el Gobierno de Orban, aclararon que el evento anual solo podría celebrarse en un recinto cerrado -como un estadio-, para así asegurar que no haya presencia de niños. En respuesta, miles de personas bloquearon esta semana puentes y carreteras de Budapest, exigiendo la retirada del veto. Varios europarlamentarios ya anunciaron su intención de atender al desfile, donde se amenaza con multas de más de 500 euros para los asistentes.

De hecho, las autoridades húngaras avisaron a embajadores europeos radicados en el país para que no acudan a la marcha, ya que los asistentes “cometerán una infracción”. Por ello, reiteraron a las delegaciones diplomáticas que “vuestros trabajadores deben tener claros los hechos”. Desde los organizadores del Pride Budapest, replicaron que “continuaremos trabajando para que el mayor evento LGTBI+ del país ocurra en un ambiente seguro”.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, pidió a las autoridades húngaras que permitan la celebración del acto. “Sin miedo a ninguna sanción administrativa contra organizadores o participantes. A la comunidad LGTBI+ de Hungría y más allá: siempre seré vuestra aliada”, comentó en un post de X.
I call on the Hungarian authorities to allow the Budapest Pride to go ahead.
Without fear of any criminal or administrative sanctions against the organisers or participants.
To the LGBTIQ+ community in Hungary and beyond:
I will always be your ally. pic.twitter.com/Wz0GBFRz8C
— Ursula von der Leyen (@vonderleyen) June 25, 2025
Orban, animado por la vuelta de Trump
En el nuevo orden mundial abierto tras la vuelta de Trump al poder, Orban vio una oportunidad para desmarcarse de las posturas liberales predominantes en Europa respecto a cuestiones de género. Al poco de pisar la Casa Blanca, el presidente estadounidense firmó varias órdenes ejecutivas que restringen derechos de las personas transgénero, como la eliminación de iniciativas para mayor inclusión de la diversidad en agencias federales, o la revocación de protección contra la discriminación de género en cargos públicos.
Trump abrió la veda, al decretar que solo existen dos géneros en EE UU, con lo que se eliminó el reconocimiento legal de identidades no binarias en documentos oficiales. También prohibió la financiación de tratamientos de transición de género para menores de 19 años, y prohibió a las personas trans que sirvan en las fuerzas armadas. También se dificultó la participación de transexuales en competiciones deportivas femeninas.

La cruzada de Trump también eliminó protecciones legales para proteger de despidos laborales a personas LGTBI+, que hacen temer un incremento del odio y la discriminación contra integrantes de la comunidad. La tendencia legislativa anti-LGTBI+ se ha intensificado tanto a nivel federal como estatal, con cientos de proyectos de ley restrictivos en trámite o aprobados en los últimos años.
La guerra de Orban contra los homosexuales y transexuales le ha dado rédito político. El primer ministro húngaro ha ganado cuatro elecciones generales consecutivas, intensificando los problemas de la guerra cultural antes de cada votación. Un año antes de las últimas elecciones (2022), su partido impulsó en el Parlamento una legislación que prohibía la “popularización” de la homosexualidad, así como el contenido que promovía un género diferente al asignado al nacer.
“Se puede considerar como un Putinismo suave”, consideró Szabolcs Pek, analista del think tank Iranytu Intezet, a la agencia AFP. “La gente no se está cayendo por la ventana (en referencia a los asesinatos en Rusia), pero el gobierno está limitando cada vez más el espacio para los políticos de la oposición, los periodistas y la sociedad civil”, consideró tras la última reforma constitucional.