Mientras los líderes del mundo se reúnen estos días en Canadá para celebrar una nueva cumbre del G7, una figura conocida brilla por su ausencia: Melania Trump. La ex primera dama de Estados Unidos no ha acompañado a Donald Trump a esta cumbre internacional, en lo que parece confirmar un patrón de “bajo perfil” que viene acentuándose desde hace meses.
A diferencia de otros años, en los que su presencia no solo estaba programada sino ampliamente cubierta por los medios, en esta ocasión Melania Trump no figura en la agenda oficial ni en los actos paralelos dedicados a las parejas de los mandatarios.
La pregunta se repite: ¿Dónde está Melania?
De Biarritz a la invisibilidad
No siempre fue así. La ex primera dama tuvo participaciones destacadas en ediciones anteriores del G7, especialmente durante el mandato de Donald Trump entre 2017 y 2021. En Biarritz 2019, por ejemplo, Melania acaparó titulares por sus estilismos y por una imagen viral junto al primer ministro canadiense Justin Trudeau que desató toda clase de memes y rumores. Aquella fotografía, en la que se la ve sonriendo coquetamente al político canadiense, fue analizada hasta el último píxel.
Quédate con el que te mire como Melania mira a Trudeau pic.twitter.com/cr8nlFFLKs
— Mielinoski Merkenova 🐝🌸🌶 🇷🇺🇨🇱 (@MielyMerken) August 26, 2019
Aunque un año antes, en el G7 de 2018, Melania también despertó preocupación por su ausencia. En esa ocasión, la Casa Blanca anunció que la primera dama no acompañaría a Donald Trump ni al G7 de Quebec ni a la posterior cumbre en Singapur con el líder norcoreano Kim Jong-un. La noticia generó inquietud entre los observadores de la política estadounidense, especialmente porque su falta de asistencia llegó apenas tres semanas después de haber sido hospitalizada por un procedimiento renal, y 26 días después de su última aparición pública.
Aunque su estilo reservado ya empezaba a consolidarse, su papel no pasaba desapercibido, y era habitual verla compartir escena con las demás primeras damas.
¿Una primera dama sin diplomacia?
La figura de la primera dama ha estado tradicionalmente asociada al “soft power” presidencial: acompañar, representar, equilibrar. En los G7, estas apariciones forman parte de la escenografía diplomática, aunque simbólicamente muy poderosa.
La ausencia de Melania Trump, sin embargo, no es un episodio aislado. Como ya se planteó en Artículo14, su desaparición del foco público parece obedecer a una estrategia más amplia de alejamiento de los escenarios internacionales y de la imagen pública asociada al rol tradicional de primera dama. Melania últimamente reaparece en contados actos: menos visibilidad, menos protocolo, más silencio.
Pero en el caso de esta desaparición del circuito parece aún más pronunciada ya que en los días previos al G7, participó en Washington en el desfile militar por el 250 aniversario del Ejército de Estados Unidos.

Aunque no existe una explicación oficial, sí hay un patrón claro: Melania Trump ya no acompaña. Y no parece tener intención de volver a hacerlo en el corto plazo, si no es estrictamente necesario.
La otra gran ausente…
La llegada de los líderes al G7 la mañana del lunes fue notable por la casi total ausencia de primeras damas, lo cual no pasó desapercibido. Además de la primera dama estadounidense, llamó la atención la falta de Brigitte Macron, que suele acudir junto a Emmanuel Macron a cualquier evento. De hecho, lo acompaño a un viaje a Vietnam, donde protagonizó un momento viral al propinarle una bofetada al presidente antes de descender del avión. ¿Puede ser este el motivo de apartarla temporalmente del foco?

En cambio, sí se observó la presencia de otras primeras damas: la recién llegada primera dama de Corea del Sur, Kim Hye-kyung, quien apareció acompañando a su esposo

También asistió la esposa del canciller alemán, Charlotte Merz. Era su estreno en la cumbre los países más poderosos del mundo.

Yoshiko Ishiba, primera dama de Japón, también estuvo entre las pocas presentes.

Asimismo, la primera dama de Canadá, Diana Fox Carney, se dejó ver durante los saludos iniciales.

Experta en cambio climático y política energética, Fox llegó junto a su esposo, el primer ministro Mark Carney, con una presencia que, aunque más sobria que la de su antecesora Sophie Grégoire Trudeau, fue firme y elegante.