Según la estadística oficial, cuatro de cada diez mujeres han sufrido violencia de género en Estados Unidos alguna vez en su vida. Pese a ello, el gobierno de Donald Trump ha puesto los programas de asistencia a las víctimas en el punto de mira y ha aprobado severos recortes que, según los expertos, las ponen en peligro.
La Administración Trump ha tomado una serie de medidas desde que llegara al poder en enero de 2025 que han reducido significativamente las subvenciones que reciben los programas locales y las asociaciones que prestan apoyo a las mujeres. Una reorganización del Departamento de Salud y Servicios Humanos ha suprimido varias de las divisiones responsables y reducido drásticamente los fondos del Programa de Prevención de la Violencia Familiar.
El fin de las ayudas
La Oficina de Violencia Contra las Mujeres del Departamento de Justicia, que provee el grueso de las ayudas a las entidades que ofrecen atención psicológica, asistencia legal y acogida a las agredidas, les ha comunicado que revisará subvenciones que ya estaban aprobadas o directamente ha anunciado que pondrá fin a las que recibían.

En algunos casos, las órdenes ejecutivas firmadas por Trump poniendo fin a las llamadas políticas de inclusión y diversidad han impuesto requisitos difíciles de cumplir para las entidades en su mayoría no gubernamentales que reciben fondos federales para atender a las víctimas de abusos, como la de no incluir términos como “mujer” en la descripción de sus programas en las solicitudes de las ayudas.
Prohibida la palabra ‘mujer’
“¿Cómo se puede describir un programa de ayuda a mujeres maltratadas sin emplear la palabra ‘mujer’?”, se pregunta en conversación con Artículo14 Rita Smith, exdirectora de la Coalición Nacional Contra la Violencia Doméstica.

“Han cambiado algunos de los criterios de manera que, simplemente, están poniendo fin a las ayudas. Ha sido bastante dramático”, señala la experta, que relata además que muchas asociaciones han comenzado a reducir su personal entre dudas de si podrán continuar con sus actividades.
Y lo peor podría estar por venir, porque la recientemente aprobada ley presupuestaria de Trump, su “big, beautiful bill”, contempla severos recortes adicionales.
Trump minimiza el maltrato
La violencia machista parece no ser en absoluto una prioridad para el presidente, que pareció cuestionar la magnitud del problema en un país en que se estima que tres mujeres pierden la vida cada día a manos de sus parejas o exparejas. “Si un hombre tiene una pequeña pelea con su mujer dicen que fue un crimen”, explicó Trump, que describió los malos tratos en el hogar como “un delito muy menor”.
Las palabras del primer presidente de la historia al que un tribunal halló culpable de abusos sexuales, alarmaron a los grupos de mujeres que temen que sus políticas supongan un retroceso a la época en que la violencia machista era vista como un problema privado y la inhibición social y oficial dejaba a las mujeres solas frente a sus agresores.
El testimonio de una víctima
Entre las que conoce bien esa dinámica, está María Corona, inmigrante mexicana residente en California que contó a Artículo14 el calvario de abusos que sufrió durante años y el desamparo que sienten a menudo las víctimas.

Su expareja la secuestró después de que ella lograra que se le impusiera una orden de alejamiento. “Apareció en mi casa y me golpeó hasta dejarme inconsciente; cuando desperté estaba subida en mi auto con él, con la nariz rota y desnuda”, rememora.
La importancia del apoyo
No fue la primera ni última vez que fue agredida. Según cuenta, uno de sus hijos fue resultado de una violación de ese mismo hombre. Ahora colabora con la Asociación Para Acabar con la Violencia Doméstica de California y sabe que “ya hay muy pocos fondos y sin apoyo las víctimas no encontramos la fuerza ni podemos emprender el proceso de romper con nuestro agresor”.
Otra de las medidas de Trump ha dejado sin apenas alternativas a extranjeras como ella, ya que el Gobierno exige ahora a las asociaciones de ayuda que informen a la temida agencia federal de Inmigración (ICE) del estatus migratorio de las mujeres a las que atienden.
Temor entre la comunidad migrante a denunciar
“La gente está aterrorizada por el modo en que esta Administración está gestionando la inmigración, ya que contactar con los recursos disponibles puede hacer que sean señalados ante ICE“, indica Smith.

“La mayoría de los programas sobre violencia doméstica y abuso sexual no piden papeles si estás en peligro. No van a ayudar a estas personas a ponerse a salvo y luego decirle a ICE dónde están para que los capturen”, añade la experta.
En un mensaje difundido por la Casa Blanca con motivo del mes de concienciación contra la violencia doméstica, Trump dijo: “Como presidente, estoy firmemente comprometido con empoderar a las supervivientes de violencia doméstica, y con que sepan que nunca están solas y hay ayuda y apoyo siempre al alcance”.
Racismo y misoginia en la era Trump
Quienes trabajan en la primera línea de la atención a las mujeres creen que esas palabras chocan con las medidas que está tomando su Gobierno. “Están actuando de manera que parece indicar que no les preocupa la seguridad de las mujeres y da la sensación de que el fundamento de todos estos cambios son el racismo y la misoginia”, indica Smith.
¿Las consecuencias? Smith cree que las trabas planteadas por el la Administración Trump en la financiación y acceso a los programas pueden hacer que “las mujeres no escapen de quien les está haciendo daño; pueden resultar seriamente heridas o morir”.


