“Mi vida ya está arruinada, ahora que valga la pena haciéndolo público”. Son palabras de Gisèle , la mujer drogada por su marido, Dominique Pélicot, durante años y agredida sexualmente por decenas de hombres. Exactamente por 51 hombres, durante 10 años y mientras se encontraba inconsciente. El monstruo de su marido con el que llevaba 50 años casada, la drogaba hasta dejarla en estado de coma, para que decenas de hombres con los que contactaba por Internet la agrediesen sexualmente mientras él grababa o fotografiaba las escenas. El juicio por este caso que sacude e indigna a toda Francia comenzó a principios del mes de septiembre y desde entonces se vienen organizando manifestaciones a favor de esta mujer. Concentraciones donde cada dos minutos y medio suena una alarma. Ese es el tiempo que hay entre una y otra violación en el país, según datos del ministerio del Interior que subraya que las víctimas suelen ser mujeres migrantes. Los datos en España tampoco dan respiro ni consuelo. Según datos del ministerio de Interior en España se viola a una mujer cada dos horas.
A Giséle todas y todos, esto es una cuestión de hombres también, le tenemos que dar las gracias porque ha dicho “no” a un juicio anónimo y ha conseguido imponer en Francia el debate sobre el consentimiento. Tiene doble mérito porque la ley francesa es muy estricta respecto a tomar fotografías y grabar los procesos judiciales porque ambas partes deben dar su consentimiento y solo pueden difundirse una vez terminado el juicio. Una posición muy valiente que hace más cobardes todavía a los 51 acusados que se están tapando su rostro con mascarillas amparados por la ley. A mi este caso me ha recordado al terrible caso de “la Manada” de los San Fermines de Pamplona donde también el debate público sobre el consentimiento y la sumisión química vino después de una violación brutal que nos conmocionó a todos los españoles originando leyes como la del “si es si” y horas y horas de debates en televisión sobre algo que no había sido debatido en este país. En el derecho francés la violación es una penetración sexual obtenida mediante coacción, violencia o sorpresa. Gisèle fue sedada, por lo que no fue forzada pero tampoco dio su consentimiento. Ahí está la clave, como sucedió en España con el caso de “la Manada” que derivó en la ley del “sí es sí”.
De momento no se ha determinado que ninguno de los 51 hombres que están siendo juzgados por violar a Gisèle tengan algún tipo de patología psicópata. Como siempre ocurre en estos casos son hombres de entre 25 y 70 años con diferentes profesiones y con diferentes situaciones económicas. Casi todos casados y muchos padres de familia. Monstruos que hacen una vida normal y que seguro que tienen buena relación con sus vecinos y con los profesores de sus hijos. Es aterrador. Uno de los acusados ha llegado a decir durante el juicio que era una “violación involuntaria”. Otro de los acusados declaró que el caso de Gisèle no se puede denominar violación porque ese termino corresponde cuando “coges a una mujer por la calle y la violas”. El testimonio más asqueroso fue el de un letrado de un acusado que llegó a afirmar que la víctima se reía dando a entender que ella estaba disfrutando de esa penetración sexual. Exactamente lo mismo que uno de los juzgados por la violación múltiple de “la Manada” afirmó durante el juicio que se celebró en Pamplona.
Se sospecha que en esta historia propia del castillo del terror hay un cooperador necesario porque Pélicot no tenía ningún tipo de conocimiento para sedar a su mujer. Tampoco tenía facilidades para conseguir los fármacos que la dejaban dormida y que se los estuvo administrando durante diez años muchas noches de su vida. Lo que cree la policía francesa y así aparece en diligencias policiales es que en este caso hay un enfermero involucrado, es decir de nuevo otro varón relacionado con este sucio asunto. La defensa del “canalla” de Pélicot en la misma línea que declaran muchos de los 51 acusados asegura que “no es violación, si no hay intención de cometer una violación”. Es decir solo el hombre decide. Lo importante, el verdadero cambio que introduce la ley de “si es si” sitúa a la mujer en el centro de los hechos y le permite elegir si quiere o no quiere mantener relaciones sexuales. Da igual el momento que elija la mujer para decidir si quiere o no quiere, da igual que la mujer haya pasado toda la noche con él y decida acompañarle a casa. Lo importante es que si llegado el caso esa mujer decide no mantener relaciones sexuales con él no hay más debate porque el resto es violar. Los violadores, los agresores, siguen actuando con total impunidad porque saben que hay una sociedad que les protege. Si no lo harían y por eso hay que seguir luchando contra esta lacra que sacude a España y todos los países de nuestro entorno. Giséle Gracias.