No sé si conozco a algún feminista declarado que no lo sea para ligar. No digo que no los haya, solo digo que yo no los conozco. En mayor o menor medida, los hombres declaradamente feministas utilizan el activismo para tener algo a lo que agarrarse en una conversación con una chica. Y aún diría más: para tener un escenario en el que conocer a chicas; las manifestaciones son perfectas para ello, igual que los talleres o los grupos de trabajo de la causa que sea. Digo chicas y no mujeres porque la característica que ellos buscan es la juventud. Juventud unida a belleza, por supuesto. No les verás girar los trastos a una mujer de la edad de Laura Freixas. Ni siquiera a una de la edad de Leticia Dolera. Las mujeres que les parecen intelectualmente estimulantes son feministas y tienen entorno a 20 años. A veces pueden subir hasta los 28 años. Y siempre son muy guapas. Ellos tienen en común no ser especialmente guapos. Según algún punto de vista pueden ser hasta muy feos. Si no, de qué iban a estar ahí escuchando las soflamas incendiarias de Henar Álvarez (por ejemplo). Me remito, sin ir más lejos, a Iñigo Errejón.
Hablo del físico del ex político, porque es importante en el tema de agresión sexual. Un hombre atractivo, guapo, codiciado, no tiene ninguna dificultad para acceder a la mujer que le interese. Puede ser asimismo violento y misógino. Pero no necesita del feminismo. Puede valerse del fútbol, de la música, de la tele, o sin ir más lejos, de las fiestas de su pueblo. Pero el perfil de agresor misógino que estamos viendo de unos meses a esta parte (o que se está viendo en la esfera pública, porque en la privada ya conocemos muchos casos) es el del hombre, no especialmente atractivo. Hablaba hace poco con unos amigos sobre esto, ya que conocemos a más de uno que da el perfil. En esa cena llegué a la conclusión de que el activista ligón lo es porque no proyecta la imagen de hombre de una noche. No es la fantasía sexual de nadie. Este tipo de hombre liga a través de resultar entrañable. Es decir, que liga dando la impresión de que quiere una relación estable. Mentir y manipular no es delito, aunque la deshonestidad para con una mujer a la que se le promete una cosa para obtener otra está en las antípodas del feminismo. Hace ya casi dos años, en una productora, unos hombres celebraban la hazaña del policía que se hizo pasar por activista y, como parte del trabajo, mantuvo relaciones sexuales y afectivas con algunas mujeres del núcleo independentista. Ellos lo celebraran porque les gustaba que ellas hubieran sido burladas. No disimularon ni un ápice su visión de las mujeres (agujeros con la capacidad de hablar a los que, inevitablemente, hay que engañar). Este tipo de hombre, el de toda la vida, es el que sobra en el feminismo, y casi diría que en cualquier forma de activismo. De cuando en cuando salen nombres nuevos en foros, mentideros, e incluso prensa. Y más que saldrán. Este tipo de hombre (misógino, violento), utiliza a las mujeres de su presente para vengarse de las que le ignoraron en el pasado. ¿Se puede deshumanizar más un colectivo?
Todos querríamos una vida sexual, más rica variada y frecuente, pero no todos enfocamos su posible ausencia de la misma manera. Veo clarísimo perfil de hombre al que las mujeres no han acudido antes de la fama o de la notoriedad profesional. Hombres que miraban a los chicos que sí ligaban mal disimulado odio. Para este tipo de hombre solo existen las mujeres jóvenes, guapas y delgadas. Podría haberse dado en el instituto la circunstancia de que alguna chica con sobrepeso se fijase en ellos, pero ellos lo hubieran vivido como una humillación, ya que esas chicas no son deseables y no valen como trofeo, no validan frente a otros hombres. Es más, si el feminismo no se hubiera convertido en un tema de conversación en el mundo en general, y no hubiera traído a chicas jóvenes y guapas, este tipo de hombre jamás se hubiera acercado al feminismo, porque lo hubieran seguido identificando con una cosa de señoras feas, mayores, y lesbianas.