Atendía el viernes a lo que bramaba en TVE una tertuliana omnipresente y vocinglera que, hasta hace unos días, se presentaba como “jurista” y que ahora, en pleno chaparrón de caídos por titulitis, es exhibida simplemente como “activista”. Hacía leña, aunque sin pasarse, porque es de los suyos, del árbol caído de José María Ángel, un señor que hasta este jueves era el comisionado del Gobierno para la reconstrucción tras la riada última y terrible que padeció, sobre todo, la Comunidad Valenciana –no hay que olvidarse de Albacete ni de Málaga–, amén de presidente del PSPV-PSOE por obra y gracia de la secretaria general de la formación y ministra de Ciencia, Innovación y Universidades, Diana Morant.
José María Ángel dimitió de sus cargos un día después de que El Mundo publicara que falsificó un título universitario para ser funcionario. La “activista” argumentaba que eso, caca, y, acto seguido, añadía una adversativa rebosante de peperos que han hecho lo mismo, liderada por el licenciado pero no colegiado Mazón. El discurso de la contertulia era similar al de ese ejército de tertulianos que llaman Opinión Sincronizada y al de buena parte de los ministros de Pedro Sánchez, que, cuando saltó la noticia, se mostraron dispuestos a la decapitación de su compay valenciano –Ángel Víctor Torres: “Se tomarán las decisiones oportunas”– y sin atisbo de piedad –María Jesús Montero: –“Aunque fue hace mucho tiempo, eso no le quita valor ni importancia”–.
Escuchaba a esta gente y me preguntaba si, en realidad, sus exposiciones y comportamientos respondían a una mente colmena, como las termitas, las abejas y las hormigas. Me recordaban a los telefónicos de Cell, una novela estupenda de Stephen King, y también, con sus matices, al endemoniado gadareno que, según el Evangelio de san Mateo, cuando mi tocayo de Nazaret le preguntó “cómo te llamas”, contestó: “Me llamo Legión, porque somos muchos”. Aquí sucede al revés: en lugar de muchos espíritus en un sólo cuerpo, es un sólo espíritu en una pila de cuerpos.

En estas, llega Diana Morant y ofrece un ejemplo de lealtad conmovedor: mientras los hunos y los hotros, no digo que sin razón, pugnan por hacerse con el mejor pedazo de José María Ángel, la ministra de Universidades se cisca en su cargo y en toda la comunidad académica –qué más le dará a ella esa gente– y avala a un supuesto falsificador porque, antes que falsificador, lo considera un referente. Así, la secretaria de la marca valenciana del PSOE escribió en su cuenta de X: “El PSPV-PSOE nunca podrá agradecer lo suficiente a José María Ángel su generosidad y su dedicación allí donde y cuando se le ha requerido. Sin domingos, sin veranos, sin noches. Siempre ha estado al servicio de los demás. Le deseo que pueda defender su honorabilidad y su buen nombre ante quienes intentan empañar su brillante gestión. El partido estará a su lado”. Y dejando claro quien manda en su dacha, ¡contra! Y este viernes, en Cocentaina (Alicante), lamentaba “el dolor de haber perdido a una persona que, para nosotros, es una institución”.
El PSPV-PSOE nunca podrá agradecer lo suficiente a José María Ángel su generosidad y su dedicación allí donde y cuando se le ha requerido. Sin domingos, sin veranos, sin noches. Siempre ha estado al servicio de los demás.
Le deseo que pueda defender su honorabilidad y su buen… pic.twitter.com/CJqe3qbCtQ
— Diana Morant (@DianaMorantR) July 31, 2025
La cuasi desconocida Morant, nacida en Gandía en 1980, teleco con título que pringó en la empresa privada, alcaldesa de su ciudad desde junio de 2015 hasta julio de 2021, cuando Sánchez la reclutó para sustituir a Pedro Duque como titular de la cartera ministerial de Ciencia e Innovación, también ministra de Universidades desde 2023, en un mundo ideal, hubiera sido cesada de, al menos, esta última responsabilidad. Pero esto es España, amigos: quien esté libre de pecado, etcétera, y tonto el último. No espero que se marche por arropar y jalear a alguien que ha dimitido por, como denunció la Agencia Antifraude y considera acreditado la Fiscalía, falsificar un título y acceder fraudulentamente a un puesto de funcionario, y qué más da. Desde luego, lo que no esperaba era esta reivindicación práctica de la lealtad, este no te voy a dejar tirado como a un perro, este “el partido estará a su lado”, atándose, posiblemente, una piedra de molino al cuello, con el riesgo que conlleva de ser arrojada al mar. Mas recordemos que sólo los peces muertos siguen la corriente. Como el demonio Legión.