La crisis entre Compromís y Sumar ha escalado a un nuevo nivel. Hasta el punto de que lo que está en juego hoy no es sólo la unidad de la alianza de partidos que representa Yolanda Díaz, sino también la propia integridad de la coalición valencianista.
Las diferencias entre el partido de Joan Baldoví y el grupo parlamentario en el Congreso de los Diputados radica en sus posiciones ante la comisión de investigación sobre la DANA que asoló la Comunidad Valenciana el 29 de octubre de 2024, que debería echar a andar estos días.
El martes, la Ejecutiva del partido mayoritario de Compromís, Més-Compromís, avaló la ruptura y la salida de sus dos diputados del grupo parlamentario, para poner rumbo al grupo mixto. El mismo día Iniciativa, el segundo de los tres partidos de la coalición valencianista, acordó por unanimidad continuar en el grupo. Es decir, cada uno apuesta por avanzar en sentido contrario al otro.
La tercera formación, Verds-Equo, no se ha posicionado. Y ahora es la Ejecutiva en la que se sientan estos partidos la que tiene que decidir sobre el rumbo a seguir. Lo habitual es que lo haga por consenso, no por votación, apuntan desde este partido.
Hay algunos dirigentes del espacio político Sumar que aprecian cierta teatralidad en los movimientos de Compromís: “Suelen tensar la cuerda, pero no la romperán”, vaticina uno de ellos. Otras voces en el grupo de Díaz muestran resignación; reconocen que hay contactos fluidos con los valencianistas y asumen que sí podrían apostar por volar los puentes.
Y nadie puede garantizar que la Ejecutiva conjunta, que no se ha convocado formalmente, pero está prevista para el lunes, sea capaz de elaborar un plan por el que ninguna de las fuerzas con estrategias opuestas se vea “desautorizada”. O, incluso, que se consume la ruptura entre las diferentes almas de la formación: “Puede pasar de todo”, asumen fuentes del partido.
“Dicen que se quiere evitar, pero no se hace nada”, aseguran. El escenario, admite otra de las fuentes de la formación consultadas, es “difícil”. Pero cree que aún tienen “margen” para reconducir la relación a la interna de Compromís.
Estas fuentes entienden que no debería darse la división entre sus dos diputados, Àgueda Micó (Més) y Alberto Ibáñez (Iniciativa). Ninguna de las voces consultadas sabe explicar cómo evitarlo.
Alguna de ellas plantea que, si no hay acuerdo, lo razonable es no alterar el rumbo, y por tanto permanecer como hasta ahora. Esto supondría que fuese Més quien se viera desautorizado, un escenario que otras voces consideran muy poco probable.
“Sumar está a otra película”
En Compromís asumen que el tiempo no bastará para cerrar las heridas, tanto las internas como la generadas a su relación con Sumar. De hecho, hay quienes consideran que el grupo de Díaz ni siquiera ha entendido el motivo de su enfado: “Están a otra película”. “Siguen pensando que es por Pedro Sánchez, y no por cómo nos han tratado con este tema”.
El enfado no sólo obedece a que desde el equipo de Díaz rechazaran directamente la opción de que el presidente del Gobierno comparezca en la comisión de investigación, sino que también tiene que ver con las formas. Con la decisión, aseguran que sorpresiva, de registrar un plan de trabajo el pasado viernes, aunque este plan sí fue refrendado por la mayoría de la dirección del grupo.
También con el hecho de posponer el registro de una lista de propuestas de comparecientes. Entienden que deberían ser ellos quienes llevaran la voz cantante, al tratarse de una iniciativa que afecta directamente a su territorio.
Habida cuenta de que controlan la mesa de la comisión, en el grupo parlamentario recuerdan que no les será difícil forzar las comparecencias que consideren, pero precisan que deberán ser pactadas con el PSOE. Creen que Compromís está operando en clave fundamentalmente valenciana, pensando en su pugna con Diana Morant, líder del PSPV, que hasta el momento no ha sido capaz de asentar su liderazgo en la oposición al president de la Generalitat, Carlos Mazón (PP).
Asumen que la coalición valencianista está repitiendo esquemas ya empleados antes, priorizando el tablero de su región al estatal. Sumar está en horas bajas según las encuestas. Todas las declaraciones del PSOE y de Junts per Catalunya apuntan a que la reducción de la jornada laboral, su medida estrella, tiene muy difícil lograr los apoyos necesarios. Tienen serias dificultades para diferenciarse de los socialistas, y recientemente han tenido que tragar con medidas con el incremento del gasto en defensa.
Diluido dentro de Sumar, y sin negociaciones presupuestarias a la vista para poder poner precio a sus dos votos, el partido valencianista, que hace dos años no quiso optar a un papel en el Gobierno, está en una encrucijada. Dividido sobre si debe endurecer posiciones ante el PSOE en Madrid para ganar credibilidad y capital político en la Comunidad Valenciana.
Una figura del espacio de Sumar apunta incluso a otra hipótesis, más allá del análisis coste-beneficio: en este contexto, Compromís podría justificar una hipotética espantada para desvincularse del espacio de Díaz. Podría servirle para abandonar el barco sin que esta pulsión sea demasiado evidente.
Lo único claro es que la ruptura supondría un duro golpe para un grupo que tuvo 31 escaños y hoy sólo mantiene 27, tras el portazo de Podemos (diciembre), hoy dentro del grupo mixto. Con Compromís la relación es tensa, pero con los morados era insostenible. Y no ha habido deserciones desde entonces. La salida de los valencianistas inauguraría una senda que los de Díaz prefieren no desbrozar.