El PSOE empieza a asumir que igual toca cambiar de librillo de instrucciones; del manual de resistencia al manual para la sucesión. Este verano ya hubo taquicardias en Ferraz y aledaños cuando se empezaba a plantear el día uno después de Sánchez, un hito que traería aparejado un partido abierto en canal y el previsible juego por el trono. Luego las elecciones fueron como fueron y contra todo pronóstico el presidente ganó una bola extra. Menos de un año después el socialismo vuelve a verse en la misma tesitura y nadie quiere mentar a la bicha, por lo menos hasta que el líder termine de deshojar la margarita y comunique su decisión.
De momento la consigna es remar hasta que Sánchez se recomponga y decida quedarse al mando o abandonar a los galeotes. De Galicia a Ceuta el grito de las agrupaciones y federaciones es unánime; se está al lado del secretario general y se suceden los comunicados, las cartas, las declaraciones y las concentraciones para darle aliento a un jefe de bajón.
Más allá del clamor socialista es inevitable que un run run empiece a alimentar los conciliábulos de las casas del pueblo: ¿qué pasa si Pedro da un portazo? Empiezan también las cábalas para ver quién podría ocupar sus sillones y en esas quinielas la apuesta fácil es la de María Jesús Montero.
¿Atado y bien atado?
Se daba por descontado en la calle Ferraz que se dispondría de casi cuatro años para orquestar y organizar el relevo, por ello se estaban dando pasos sin prisa. Por los movimientos vistos a la fecha todo parece apuntar a que Pedro Sánchez jugaba acomodando el balón para llegado el momento pasárselo fácil a Montero, pero la jugada está a medias y el relevo en ningún caso está atado y bien atado.
A las fuentes consultadas les espeluzna ponerse a hablar de nombres en este momento, aunque reconocen que el PSOE volvería a colocarse en la vanguardia de la lucha por la igualdad poniendo por primera vez al frente de un partido de Gobierno y en los carteles electorales a una candidata. Muchas voces en el partido creen que elegir una secretaria general o proponer una candidata a suceder a Sánchez en La Moncloa sería un paso lógico para una formación “que siempre ha hecho gala de su acervo feminista”. Esas voces recuerdan que en la cabeza de Sánchez “siempre ha estado el deseo de que le suceda una mujer”. Destacan además la impronta femenina que el presidente ha dado a todos sus consejos ministeriales y cómo se ha rodeado de una pléyade de vicepresidentas que lejos de tener mero carácter decorativo han sido siempre las que ostentaban mayor mando en plaza.
Entre esa constelación de ministras cuatro han descollado en los últimos tiempos: Montero, Calviño, Yolanda Díaz y Teresa Ribera. Si tenemos en cuenta que Calviño no tenía carné y se volvió a Bruselas, que Ribera tomará el mismo vuelo destino Europa en mayo y que Yolanda Díaz lidera Sumar la ecuación saldría sola.
Montero no está sola
La vicepresidenta primera es el paso lógico, pero no es el único camino por el que puede optar el partido. Curtida en las filas del socialismo andaluz y siempre apegada a la gestión, se subió al barco de los desencantados del susanismo y terminó abrazada al mayor rival de la exbaronesa. Una vez en Madrid empezó a mezclarse más con la fontanería política y se convirtió en todo un valor ante las cámaras y también en los despachos en los que el Gobierno se jugaba su futuro en negociaciones peliagudas. Preguntes a quien preguntes en Podemos todos destacan “su tenacidad y su calidez”. Los morados se tragaron muchos sapos la pasada legislatura y lo hicieron en parte por culpa de la cuchara de Montero. Ha sido además una de las muñidoras de la ley de Amnistía sin olvidar que consiguió aprobar un puñado de Presupuestos a pesar de las aritméticas endiabladas.
La hoy vicepresidenta primera también ejerció como portavoz y ha llevado (y no soltado) una de las carteras con más peso en cualquier Ejecutivo, la de Hacienda. En la última redecoración de la cúpula del PSOE Sánchez le dio las atribuciones de Adriana Lastra y la colocó de facto como número dos del partido para facilitar la comunicación entre la formación y el Gobierno. Es la segunda en Ferraz y Moncloa y eso le hace ser la primera en las casas de apuestas. Además, forma parte del núcleo duro del Gobierno y buena muestra de ello es que tras la publicación de la carta del presidente fue de las pocas personas que estuvo reunida con Sánchez en La Moncloa.
En la línea de salida de la sucesión no estaría sola. Otras fuentes cuestionadas por Artículo 14 ponen sobre el tapete el nombre de la actual encargada de la comunicación del Ejecutivo: Pilar Alegría. La zaragozana ha ido escalando puestos desde que llegara al ministerio de Educación para sustituir a Isabel Celáa. Estuvo un año al frente de la portavocía en la sede central y su trabajo gustó mucho entre los socialistas, lo que le dio el transfer para ser la voz del Ejecutivo en las ruedas de prensa posteriores a los Consejos de ministros. Disciplinada, contundente, pero a la vez amable es una de las políticas que mejor sabe defender los mensajes que diseñan en el laboratorio de Ferraz los gurús de comunicación del partido.
Alegría y Montero podrían representar ese relevo con impronta femenina para un PSOE que, no obstante, aboga por evitar el sprint sucesorio y prefiere seguir abonado a la carrera de resistencia.