Badalona: después del desalojo, ¿a dónde irán los 400 migrantes?

El desalojo del antiguo instituto B9 deja a cerca de 400 personas migrantes sin alternativa habitacional inmediata y sin saber cuál será el futuro de todas ellas

EFE/ Alejandro Garcia

El desalojo del antiguo instituto B9 en Badalona -donde habían encontrado refugio cerca de 400 personas migrantes- ha dejado preguntas urgentes que nadie sabe responder con certeza: ¿qué será de ellas ahora?¿a dónde irán y cómo sobrevivirán?

“Llevo tiempo en la zona. Badalona siempre ha tenido áreas complicadas y, lamentablemente, el Ayuntamiento no ha tendido puentes suficientes para acompañar a estas personas”, explica Rubén López, educador social en Barcelona, a apenas 12 km del asentamiento. “Ahora tienen a 400 personas durmiendo en la calle, literalmente. En Badalona, simplemente, no hay capacidad institucional para acoger a tanta gente”.

Migrantes desalojados en Badalona - Sociedad

“Ha sido un día muy duro”, reconocen vecinos de Badalona a Artículo 14. “Han dicho que han acogido a 16 personas, y eso es todo. Pero Badalona, como municipio, no cuenta con un dispositivo de calle amplio, como sí ocurre en Barcelona”, añaden.

Pero en Barcelona tampoco hay plazas disponibles. Un informe reciente de Arrels Fundació, organización que trabaja directamente con personas sin hogar, estima que cerca de 2.000 personas duermen en las calles de la ciudad, un 43 % más que hace dos años. Estas cifras no incluyen plazas de emergencia ni asentamientos no contabilizados, por lo que la cifra real podría ser aún mayor. Y detrás de los números hay personas con historias complejas, muchas de las cuales no pueden acceder a recursos estables ni siquiera cuando estos existen.

El padrón, la barrera invisible

“La burocracia muchas veces se come la dignidad”, lamenta Rubén. “Para acceder a cualquier recurso social o de emergencia, una persona tiene que estar empadronada en algún municipio. Si alguien vivía en Badalona y ahora se desplaza a Barcelona, le pueden decir que vuelva a Badalona para ser atendido allí. Y si no tiene padrón, a ojos del sistema no existe”, explica. “Esto provoca que, al final, muchas personas simplemente no reciban atención social básica, ni acceso a servicios de salud o alojamiento, y terminen de nuevo en la calle”.

Movimientos en cadena

Muchas de estas personas probablemente se desplacen hacia Barcelona tras el desalojo, donde existe una red de servicios más amplia, aunque ya saturada. Sin embargo, la ciudad nunca ha estado preparada para absorber un aumento tan rápido de personas en situación de calle. “No hay plazas para acoger a 400 personas más; ni en refugios ni en programas estables. La temporada de frío habilita solo unas 100 camas de emergencia, y difícilmente cubre todas las necesidades”, detalla Rubén.

“Al final, lo que vamos a ver son nuevos asentamientos en Barcelona, como los de Zona Franca o Montjuïc”, reflexiona Rubén López. “La lógica es simple: si no hay un lugar seguro donde dormir, las personas se cobijan donde pueden, ya sea en parques, portales o bajo puentes”, explican desde Arrels Fundació.

EFE/ Alejandro Garcia

Y no es una suposición: los recuentos de la Fundación muestran que estos asentamientos se diversifican y dispersan por toda la ciudad, generando nuevos focos que dificultan aún más que los equipos sociales localicen y acompañen a quienes viven en la calle.

Los números reflejan una emergencia social persistente, alimentada por la falta de vivienda asequible, la precariedad laboral, la inmigración sin papeles y la ausencia de respuestas integrales que vayan más allá de plazas aisladas. Además, el recuento de Arrels evidencia que la crisis se extiende por prácticamente todos los distritos de la ciudad, no solo en los barrios más céntricos, lo que obliga a replantear estrategias y recursos.

¿Qué futuro inmediato tienen estas personas?

“Sin padrón, sin recursos y sin acompañamiento real, lo más probable es que estas personas acaben otra vez en la calle. Este desalojo, en plena Navidad y con lluvia, solo ha trasladado un problema que ya existía”, reconoce Rubén.

Para él y muchos profesionales sociales, la solución no pasa por desalojos, sino por políticas públicas que incluyan acceso a vivienda, acompañamiento social continuo y un cambio de enfoque institucional. No se trata de esconder el problema, sino de acompañar a las personas antes, durante y después, garantizando dignidad y seguridad.

TAGS DE ESTA NOTICIA