La Región de Murcia es conocida sus huertas y su sol. La extensa Manga y el Mar Menor son uno de los destinos favoritos para una escapada en la playa. Pero la región esconde rincones que desafían la imaginación. Más allá de los destinos turísticos habituales, existe una localidad que cautiva por su singularidad paisajística, un lugar donde la geología ha esculpido un escenario que parece de otro planeta. Se trata de un pueblo de Murcia con desierto. Uno lo ve, y piensa que está en Arrakis, el famoso planeta de Dune.
El pueblo de Murcia con desierto y con formas geológicas impresionantes
El municipio se halla en el interior de la Región de Murcia, y ofrece una experiencia visual y natural verdaderamente particular. Si buscas sorprenderte y explorar un entorno diferente, Abanilla aguarda con sus paisajes desérticos y su atmósfera de oasis de otro planeta.
La particularidad más llamativa del pueblo se encuentra en sus tierras baldías, que llaman como el desierto de Mahoya. Estas formaciones geológicas, resultantes de la erosión del agua y el viento sobre terrenos arcillosos. Estos han dado pie un paisaje desértico de barrancos y crestas que recuerdan a la superficie lunar o a parajes desérticos exóticos. Las tonalidades ocres, rojizas y blanquecinas se entremezclan, creando un espectáculo visual fascinante.
Este ecosistema único es fruto de millones de años de procesos geológicos, convirtiendo a Abanilla en una especie de laboratorio natural a cielo abierto. Es precisamente esta singularidad la que lo hace tan atractivo para senderistas, fotógrafos y amantes de la geología.
Pero esta localidad murciana no es solo geología y palmeras. La localidad también cuenta con un rico patrimonio histórico y cultural. Sus orígenes se remontan a la época íbera, con vestigios de asentamientos romanos y una marcada influencia árabe, aún presente en la distribución de sus calles y en la arquitectura tradicional. El Castillo de Ricote, aunque en ruinas, es prueba de la importancia estratégica de la zona en épocas pasadas.
Las fiestas locales, con sus coloridas tradiciones y la devoción a la Santa Cruz, reflejan el arraigo de sus gentes a sus raíces y su identidad. Pasear por sus calles, visitar la Iglesia de San José o el Santuario de Nuestra Señora de la Esperanza, permite al visitante sumergirse en la historia viva de este municipio murciano. El retablo y el techo de la iglesia son impresionantes.

Historia, un paraje desértico y un secreto más: un palmeral
Más allá de los badlands y de las tradiciones abanilleras, la localidad esconde otro gran secreto: uno de los palmerales más importantes de Europa. El Palmeral de Abanilla choca y contrasta con Mahoya, mostrando que a pesar del entorno, hay una gran riqueza de aguas subterráneas en el área.
Las miles de palmeras, muchas de ellas centenarias, se alzan majestuosas, ofreciendo sombra y un respiro visual en un contraste impactante con el desértico entorno. Este palmeral no solo es un monumento natural, sino también un símbolo de la resiliencia y la adaptación de la vida a condiciones extremas, y un lugar de gran valor ecológico y paisajístico. El Palmeral es un punto de visita obligado, ideal para pasear y disfrutar de la tranquilidad de este oasis verde inesperado.
Este pueblo de Murcia con desierto, palmeras y mucha historia es una grata sorpresa para el visitante. Es la máxima expresión de la Murcia desconocida e infravalorada para muchos. Es toparse con un lugar de otro planeta, pero no tan lejos como uno piensa, sino en el sureste de España.