Víctimas olvidadas: cuando la violencia machista mata y el tiempo las borra

34 años después, la víctima del feminicidio del ‘Crimen de Reyes’ recupera su identidad gracias al ADN. Su caso no es un hecho aislado

Hay un hombre en Barcelona que hace casi un mes decidió pegar una brutal paliza a su pareja a la salida de un bar. La violencia fue tal que la paliza ha terminado siendo mortal. Y nos acabamos de enterar.

No era la primera vez que propinaba palizas a su pareja. Él, de 30 años, no podía acercarse a su víctima: tenía una orden de alejamiento vigente. En agosto, en otro episodio de malos tratos, el juez de Badalona al que le llegó el caso ordenó la medida. Aun así, el 18 de octubre, su agresor casi la mata. Él fue detenido al día siguiente, al ser localizado gracias a cámaras de seguridad de la zona. Los Mossos d’Escuadra encontraron a la víctima malherida en la calle, tirada, a punto de morir. Y nos acabamos de enterar.

Él se había marchado y ahí la dejó. Como basura. La policía trasladó a la mujer al hospital, pero, finalmente, ha muerto como consecuencia de esa paliza. Ha sido imposible salvar su vida. Y nos acabamos de enterar. Casi un mes después.

No es la única víctima de violencia machista a la que su agresor, su entorno o las circunstancias del caso en sí dejan en el olvido.

El feminicidio del crimen de Reyes: 34 años sin saber quién era la víctima

34 años ha tenido que esperar la hija de la mujer del Crimen de Reyes de 1991 para enterarse de que su madre fue asesinada. De que su madre, al contrario de lo que se valoró durante los primeros años de la investigación, no la había abandonado.

Durante los primeros cuatro años tras su asesinato su cuerpo permaneció bajo tierra en cal viva. Olvidada, también. Tirada en el suelo, como basura. Un camionero asturiano de La Felguera (Langreo) la mató en un supuesto forcejeo en su camión. Esa es la versión que él contó a la policía cuando en 1995 fue detenido. Que la mujer, de 24 años, le había intentado robar al recogerla en la carretera mientras hacía autostop. Asique, en ese forcejeo, la acuchilló. Aún viva encerró a la víctima en el maletero y se fue hasta Barros, donde él residía. Necesitaba contárselo a su mujer.

Enterró en cal viva su cuerpo y lo ocultó durante años

Ambos, al abrir el maletero del coche, se cercioraron de que la mujer a la que él acababa de apuñalar había muerto desangrada. Y sin más dilación enterraron su cuerpo en cal viva. Y nunca más, aparentemente, se hubiese sabido. Pero una fuerte discusión en la pareja terminó siendo la condena de ambos en 1995. Ella confesó los hechos a la policía y él fue detenido. Pero como dijo no conocer a su víctima y los restos mortales estaban tan deteriorados por esa cal, no se pudo identificar a la mujer. Y pasó a ser un caso, aparentemente, imposible de resolver.

Hasta hace unos días. En una revisión periódica de los casos de desaparecidos, la Guardia Civil contactó de nuevo con la familia de la mujer desaparecida para tomar nuevas muestras de ADN e intentar aportar algún dato nuevo que permitiera cotejarlo con algún cadáver sin identificar o posteriores identificaciones. Y, gracias a ese nuevo cotejo y las nuevas técnicas de análisis de ADN, víctima del Crimen de Reyes de 1991 y la joven de 24 años desaparecida esas mismas fechas, pasaron a ser una misma persona.

34 años después se pone nombre y apellidos a una víctima olvidada porque su asesino así lo provocó.

La desaparición de Maritrini y su bebé: 38 años de silencio

Maritrini también tenía 24 años y era madre de una bebé de 15 meses cuando creen la asesinaron, hace 38 años. Y Maritrini también forma parte de ese grupo de víctimas a las que sus familias no han podido dar descanso porque sus agresores, y también su entorno, se han encargado de que así sea.

Casi cuatro décadas después, y sin allegados vivos que puedan llorar el asesinato de ambas, los investigadores han reabierto el caso. Fue archivado en repetidas ocasiones, aunque desde 2018 con la mirada puesta en el que fue marido de Maritrini y padre de Beatriz -la pequeña de 15 meses también desaparecida en 1987- como sospechoso de las desapariciones: Antonio Da Silva, el ‘Portugués’.

La policía cree saber ahora dónde se podría haber deshecho de los cuerpos un hombre que jamás ha cumplido condena y ahora vive en una residencia de mayores en Zamora. Un vecino de la zona, 38 años después, ha asegurado a la policía que vio al ‘Portugués’ tirando dos coches a una balsa minera muy cerca de Berbes, Asturias. Y nos acabamos de enterar.

Los vecinos sí tenían pistas, pero callaron durante años

Lo que le ocurrió a Maritrini es que fue una mujer maltratada y atemorizada por su marido durante años. Su familia le había advertido, pero ella no pudo escapar de su maltratador. Se quedó sola, encerrada en la que se conoce como su última vivienda, amenazada de muerte y sin ningún familiar que prestase atención a la abrumadora realidad que Maritrini vivía. Y por eso, hasta 2002, nadie denunció su desaparición. Aunque luego sí se supo que nadie la veía desde 1987.

Maritrini fue una mujer maltratada a la que la sociedad le dio la espalda. A ella y a su bebé. Porque ninguno de los vecinos de Berbes, que en su momento dijeron a la policía que el ‘Portugués’ no trataba bien a Maritrini, se ha atrevido durante estos casi cuarenta años a contar que habían visto al marido de Maritrini haciendo algo sospechoso en la zona. Tampoco su familia directa se acordó de ella durante, al menos, 15 años.

38 años después ni si quiera se puede decir – aunque se sospeche y se dé casi por hecho- que Maritrini y su hija sean víctimas de violencia machista: su ex no ha confesado los hechos y sus cuerpos siguen sin aparecer.

15 años sin María Piedad: su asesino se suicidó sin dejar pistas

El cuerpo que tampoco aparece es el María Piedad, una mujer de Boadilla del Monte, madre de dos hijos, a la que su expareja asesinó en diciembre de 2010. O eso se cree. Porque él, Javier, se colgó de una torre de alta tensión justo después de la desaparición de María Piedad y nunca pudo ser interrogado como sospechoso de la desaparición. A fecha de hoy sigue siendo el único sospechoso.

A ella le vieron por última vez en la fiesta de navidad de la empresa en la que trabaja ese año 2010. Y con quien le vieron fue con su ex, Javier. Fue la última persona que la vio con vida. Aseguró haberla acompañado a casa aquella noche. Era mentira. Para cuando la policía tuvo claro a quien señalar e interrogar, él se había quitado la vida. No dejó ni una sola pista sobre el paradero de María Piedad y hoy, su familia, sigue buscándola. 15 años después.

Si algo de lo que has leído te ha removido o sospechas que alguien de tu entorno puede estar en una relación de violencia puedes llamar al 016, el teléfono que atiende a las víctimas de todas las violencias machistas. Es gratuito, accesible para personas con discapacidad auditiva o de habla y atiende en 53 idiomas. No deja rastro en la factura, pero debes borrar la llamada del terminal telefónico. También puedes ponerte en contacto a través del correo o por WhatsApp en el número 600 000 016. No estás sola.