Cuando las mujeres corrieron el Tour de France y luego fueron borradas de la historia

La primera edición del Tour de Francia Femenino avec Zwift ya está en marcha

La primera edición del Tour de Francia Femenino avec Zwift ya está en marcha.

En 2025, con la consolidación del actual Tour de France Femmes, conviene mirar hacia atrás y recordar una época en la que, aunque de forma intermitente, las mujeres también pedalearon en una versión femenina del Tour. Esa historia, a menudo olvidada o minimizada, revela inequidades históricas y los retos que aún persisten.

Los orígenes: el primer Tour de Francia femenino

La primera edición de un “Tour de Francia femenino” data de 1955, con una prueba de cinco etapas entre París y Normandía. Sin embargo, la falta de patrocinadores y de cobertura mediática impidió su continuidad. Pasaron casi treinta años hasta que, en 1984, se organizó un nuevo intento: el Tour de France Féminin, que se disputó paralelamente a la prueba masculina.

Durante seis ediciones, entre 1984 y 1989, las ciclistas recorrieron versiones reducidas del trazado masculino. Sus etapas eran más cortas y, en ocasiones, solo se disputaban los últimos kilómetros de la ruta del pelotón profesional. A pesar de la calidad de las competidoras, la percepción general seguía relegando la carrera femenina a un papel secundario. La iniciativa enfrentaba constantes dificultades económicas y una cobertura mediática mínima.

En 1990, por cuestiones legales vinculadas a los derechos de marca, la carrera cambió de nombre a Tour Cycliste Féminin, y posteriormente a Grande Boucle Féminine Internationale. A lo largo de los años noventa y principios de los 2000, esta carrera intentó mantener viva una gran vuelta femenina, llegando a ofrecer pruebas de hasta quince días. Sin embargo, la falta de financiación y apoyo institucional provocó que, con el tiempo, la competición se redujera hasta quedar en apenas unas pocas etapas. La última edición se celebró en 2009, marcando el inicio de una larga ausencia del Tour femenino en el calendario.

Entre olvidos, sustitutos y la larga espera

Tras la desaparición de la Grande Boucle, el ciclismo femenino quedó huérfano de una vuelta por etapas equivalente a la masculina. Algunas pruebas, como el Tour de l’Aude Cycliste Féminin, intentaron ocupar ese vacío, pero sin la fuerza simbólica ni el reconocimiento internacional del verdadero Tour. A partir de 2014 se celebró La Course by Le Tour de France, una carrera organizada durante el propio Tour masculino, pero limitada a uno o dos días y sin la complejidad de una vuelta por etapas.

En esta etapa, la historia de las mujeres en el Tour quedó relegada a un pie de página. Fueron décadas en las que la narrativa oficial del ciclismo avanzaba sin ellas. Su legado quedó prácticamente borrado: pocas personas recordaban que, durante los años ochenta, existió un Tour femenino en paralelo al masculino.

Renacimiento: el Tour de France vuelve a las mujeres

El punto de inflexión llegó en 2022 con la creación del Tour de France Femmes, una vuelta femenina oficial organizada por los responsables del Tour masculino. Con ocho etapas y una estructura profesional comparable a la de otras grandes pruebas del calendario, significó un reconocimiento institucional largamente esperado.

En 2025, la carrera alcanza las nueve etapas por primera vez desde su relanzamiento, consolidándose como la prueba femenina más prestigiosa del mundo. La organización, los equipos participantes, la cobertura mediática y el interés comercial han crecido de forma notable. Este impulso ha permitido que el Tour femenino deje de depender del masculino para tener visibilidad y comience a construir una identidad propia.

Comparativa: entonces y ahora

Las diferencias entre el Tour femenino histórico y el actual son evidentes. En los años ochenta, las ciclistas disputaban recorridos notablemente más cortos, con etapas que a veces no superaban los 60 u 80 kilómetros. Su calendario dependía de la estructura masculina y su continuidad siempre estaba amenazada por la falta de apoyos.

El Tour de France Femmes de 2025, en cambio, presenta recorridos propios, un diseño estratégico de etapas de montaña, tramos de pavé y contrarreloj, apoyo logístico profesional y una presencia mediática que permite seguir la competición a nivel global. La remuneración, aunque aún desigual respecto al pelotón masculino, ha mejorado de forma significativa. La igualdad no es plena, pero la distancia se acorta.

Borradas del pasado, visibles en el presente

La historia del Tour femenino es, en esencia, una historia de persistencia frente al olvido. Las mujeres que corrieron en los ochenta y noventa lo hicieron con menos recursos, menos reconocimiento y menos garantías de continuidad, pero con la misma ambición deportiva. Su esfuerzo quedó oculto durante décadas, eclipsado por las grandes gestas masculinas.

El Tour de France Femmes no solo es una competición: es una reparación histórica. Reconoce a las pioneras y abre camino a nuevas generaciones de ciclistas que ya no tienen que demostrar que “merecen” un Tour. Ahora lo tienen, lo llenan de público, esfuerzo y talento. Y, esta vez, su historia no podrá borrarse.

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