El Athletic fue campeón de liga en 2003, 2004, 2005, 2007 y 2016. En ninguna de las cinco ocasiones salió La Gabarra a surcar las aguas del Nervión porque se trataba del Athletic Club femenino. El debate llegó a la calle, a las redes sociales, se recogieron 30.000 firmas reivindicando igual celebración para el cuadro femenino. El debate escaló hasta los partidos políticos, hasta el Instituto Vasco de la Mujer Emakunde, incluso se llegó a pronunciar el bilbaíno Miguel Cardenal, por aquel entonces presidente del Consejo General de Deportes, a favor de las celebraciones paritarias. Nada surtió efecto, la dirección del presidente, Josu Urrutia, no consideró que la embarcación era digna de las campeonas.
Tuvieron un reconocimiento más modesto con visita a la Virgen de Begoña y recepción, eso sí, en el Ayuntamiento como en la Diputación Foral de Bizkaia, pero no Gabarra, el gran símbolo de los triunfos athletizales.
La Gabarra y el fútbol femenino
Las cosas parece que han cambiado o mejor dicho van cambiando o mejor, la sociedad está acompasando el cambio. Primero porque ha posado sus ojos en el fútbol femenino, los Balones de Oro de Alexia Putellas o el gran éxito del Mundial conquistado por la féminas ha sido determinante. No hay más que comprobar los altos datos de audiencia y el arrope de la jugadora Jenni Hermoso al recibir un beso sin consentimiento durante la celebración del presidente de la RFEF, Luis Rubiales, que acabó en dimisión y sumergido en un laberinto judicial por éste y otros casos de corrupción.
Los medios de comunicación han cambiado, las audiencias, la publicidad… ha sido una cadena que engrasada adecuadamente es rentable en lo deportivo y en lo económico. Este ejemplo viene a demostrar que el éxito es más probable cuando se dota del apoyo y los medio adecuados.
En 2016 cuando las deportistas del Athletic ganaron su último título de Liga convocaron una rueda de prensa para dar constancia de su victoria a las televisiones, periódicos y radios. Ningún medio se presentó, no acudió a la convocatoria ningún periodista, se quedaron plantadas como las coles sin compartir con el público sus sensaciones, su esfuerzo y la recompensa del premio.
La cobertura del deporte femenino es por término general inadecuada y selectiva. Las mujeres son muchas veces representadas o bien reforzando los estereotipos de género o bien subestimando sus logros. Resulta preocupante la creciente mercantilización del cuerpo femenino, con connotaciones sexuales, vestimentas, planos de cámara hacia determinadas partes de la anatomía con el fin de aumentar su presencia en los medios, desviando la atención del rendimiento y los méritos deportivos.