Oviedo ha vuelto a vestirse de gala con la llegada de Serena Williams. La ciudad, que ayer la vio bailar entre gaitas y sonrisas, ha sido hoy testigo de su faceta más elegante y contenida. En la audiencia oficial de los premiados, presidida por la Familia Real en el majestuoso Hotel de la Reconquista, la leyenda del tenis cambió la energía festiva por una presencia serena y poderosa, acaparando todas las miradas con su magnetismo habitual.
A su llegada, Williams fue recibida con una ovación y una nube de flashes. Su paso por el salón del hotel, convertido cada año en el epicentro de la cita más distinguida del otoño asturiano, estuvo marcado por la expectación de medios nacionales e internacionales. Serena saludó con cercanía, sonrió con complicidad al público y dedicó varios gestos de agradecimiento, consciente del cariño que ha despertado entre los asistentes. A lo largo de la jornada, se la vio intercambiar palabras con otros galardonados y con miembros de la Familia Real, mostrando la misma naturalidad que la convirtió en icono dentro y fuera de las pistas.

El emotivo discurso de la Princesa Leonor
Durante su discurso en la ceremonia de entrega de los Premios Princesa de Asturias, la princesa Leonor dedicó un sentido mensaje a la campeona estadounidense, galardonada en la categoría de Deportes. En un tono cercano y admirativo, la heredera al trono destacó la huella imborrable que Serena ha dejado en la historia del tenis y en la superación personal: “Nadie podría entender el tenis sin ti. Lo transformaste en un deporte explosivo desafiando convicciones. Llevas 30 años de profesional al máximo nivel. La grandeza no está en ganar, sino en levantarse y aprender. Y ahora, como empresaria, tu espíritu competitivo también se refleja. Es bonito lo que dices de tu hermana: sin Venus no habría habido Serena. Las hermanas son nuestras cómplices y compañeras de viaje”.
Ese pasaje se convirtió en uno de los instantes más entrañables del acto. Leonor, muy unida a su hermana Sofía desde la infancia, pronunció la frase “Las hermanas cómplices son nuestras compañeras de viaje” en alusión directa al vínculo entre Serena y Venus Williams, provocando una ligera reacción de sorpresa en la reina Letizia, que la observaba desde el estrado junto a Sofía.
La imagen final condensó a la perfección lo que ambas encarnan: Serena, emblema de la constancia y la transformación; Leonor, reflejo de una juventud preparada para liderar con empatía y determinación. Dos mujeres de mundos distintos, unidas por una misma idea que trascendió el Teatro Campoamor: la grandeza no se mide solo en victorias, sino en la capacidad de caminar junto a quienes te inspiran en el viaje.

Y así, entre aplausos, sonrisas y miradas cómplices, Oviedo despidió una jornada que unió dos mundos: el del deporte que rompe límites y el de la juventud que mira hacia adelante con esperanza. Serena Williams dejó en Asturias mucho más que su presencia: dejó inspiración, carisma y la certeza de que la excelencia no entiende de fronteras. Y Leonor, con su voz firme y su emoción contenida, recordó que el futuro se construye con gratitud hacia quienes abrieron camino. En el corazón del Teatro Campoamor, dos mujeres de generaciones distintas coincidieron en un mismo gesto: celebrar la fuerza de seguir, aprender y compartir.




